Marcos
Llegué a mí casa y me tiré en mí cama.
Suspiré pensado en lo que había pasado.
Era raro, me sentía raro.
La abrace, nunca pensé hacerlo.
Tampoco pensé verla llorar.
También por primera vez deje de lado el odio viendo a una Julieta mucho más vulnerable, más real.
Siempre acostumbrado a la Julieta egoísta y presumida, nunca pensé que alguien como ella tuviera inseguridades.
Porque aunque no me lo haya dicho es obvio que tiene algún problema con la comida, y es la primera vez que lo noto.
Sinceramente me sentí mal por ella, nadie debería de pasar por esas cosas.
(…)
Llegué al colegio y me senté en mí lugar.
Aún no había nadie más que dos compañeros con los cuales casi no hablaba.
A los minutos llego la rubia con cara de dormida y se sentó en su lugar.
Un rato después llegaron el resto de compañeros y llego la preceptora.
—Chicos, hora libre, faltó la profe.
Ella se fue y yo fui a buscar agua a la cocina.
Me quedé en mí lugar boludeando con mis amigos un rato y después fui al baño.
Mientras estaba frente al espejo escuché un golpe afuera.
Salí para ver y vi a Julieta apoyada en una de las paredes y sus ojos entrecerrados.
Me acerque rápidamente y ella intento abrir los ojos.
—Julieta, ¿Que te pasa?
Ella no me respondió así que la agarre de la cintura para que no se caiga.
Después de un rato y de que los profesores la ayudarán estuvo bien.
Ella se acerco a mí un rato después y se quedó parada frente a mí.
—¿Todo bien?
—Eh, si...
Se sentó a mí lado y suspiro.
—Gracias por ayudarme, posta.
—No me agradezcas está todo bien.
Ella asintió y volvió a suspirar.
—Mira, yo se que no te caigo bien y que tenés a tus amigas pero si necesitas hablar de algo podes hacerlo, a mí no me molesta.
Ella asintió y hablo.
—Yo eh tengo... Anorexia, osea estoy mejorando pero es complicado.
Asentí y ella siguió hablando.
—Casi me desmaye por eso, no como nada desde ayer a la mañana entonces fue por eso.
Agarre su mano y ella trago grueso.
—Si puedo hacer algo por vos decime, enserio.
Ella asintió y nos quedamos mirándonos fijamente hasta que alguien abrió la puerta del curso.
La preceptora se acerco a Julieta y le dio algo.
—¿Tenés agua?
Le di la botella y ella se trago la pastilla.
—¿Que es?
—Es Eh... Para el dolor de... De cabeza.
La mire fijamente sin creerle y ella asintió.