5 de Mayo del 2022

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Querido amigo:

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Querido amigo:

Todavía tiemblo al evocar los sucesos del último fin de semana, una sombría realidad que parece escapar de la razón, por eso me veo compelido a escribirte, consciente de que el silencio podría resultar aún más doloroso. Todo comenzó con Mercedes, su insistencia en asistir al cumpleaños de su prima en la icónica discoteca DEJA VU de la ciudad, revelaba una determinación que no podía ignorar. En su constante petición de compañía, más allá de las palabras, percibía un anhelo profundo, un deseo que trascendía lo mundano, un vínculo que la hacía más que una amiga, casi una extensión misma de mi ser. Ante su solicitud, casi predestinada, accedí, sabiendo que en dos semanas celebraríamos juntos nuestros cumpleaños.

Nada en el horizonte parecía augurar el torbellino emocional que vendría, una ansiedad insondable que aún me embarga, dificultándome incluso la tarea de plasmar estas líneas. El sábado por la tarde, tras cumplir con las labores del hogar y los deberes académicos, me preparé para la velada. El sonido inconfundible del Tucson negro de Mercedes resonaba, marcando el inicio de la jornada. Opté por un jean blanco, unas Converse negras y una camisa rosada, un detalle en apariencia trivial que se convertiría en el catalizador de los acontecimientos. Al llegar a las escaleras, me encontré con Mercedes, resplandeciente en su belleza, con una sonrisa que parecía iluminar la noche. En ese momento, quizás la luz de su sonrisa debería haberme advertido que esa noche sería distinta a todas las anteriores, pero el velo de la inocencia y la rutina cotidiana me impedían vislumbrar lo que el destino tenía preparado para nosotros.

Después de un breve debate sobre la premura de acudir al evento, decidimos explorar la ciudad juntos. Por un instante, la idea de sumergirnos en un mundo aparte, solo compartido por nosotros dos, titiló en nuestras mentes, pero la risa que brotó de esa fantasía nos recordó la realidad que debíamos enfrentar. Al llegar al estacionamiento de la discoteca, ni un malestar estomacal inventado ni la excusa de una madre enferma entorpecieron mi determinación de sumergirme en una noche que se avecinaba como un torbellino de emociones imborrables.

Mercedes, radiante y envuelta en una belleza inefable, con su cabello ondeado y su piel resplandeciente, me tendió la mano, desencadenando una serie de eventos que marcarían un antes y un después en mi existencia.

- Anda Davis, demos a este público el privilegio de nuestra presencia - sus palabras resonaron como un eco lejano, presagiando un giro en nuestra historia compartida.

Una vez frente al seguridad que empezó a revisarme si llevaba algo encima más que dinero, nos permitió ingresar. El pánico escénico, una sombra constante en mi ser, se apoderó de mí. Evitar llamar la atención era mi deseo más ferviente, pero las miradas inquisitivas se clavaban en mí, generando una ansiedad paralizante. ¿Por qué las miradas se dirigían hacia mí? ¿Acaso había algo inusual en mí? Mi cuerpo empezó a hablar todo lo que mi boca callaba, y un desafortunado encuentro con una moza resultó en un accidente vergonzoso, derramando su bebida.

Amor en la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora