Prologo (Ella entro en mi casa...)

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...Recuerdo con cada fibra del pelo ese día...

Mi día comenzó antes de que el sol asomara siquiera sobre el horizonte. A las cinco de la mañana, el despertador sonaba, y me arrancó de cuajo la calidez de mi cama para enfrentar el día que me esperaba (otro más de estos sábados de infierno...). La ducha caliente era mi único lujo antes de sumergirme en el caos. Mientras el agua caía, repasaba mentalmente mi agenda: casos, pacientes, reuniones, entrevistas, investigación. No había margen para el error en mi línea de trabajo.

Como psicóloga forense para la policía, mis mañanas estaban llenas de interrogatorios y perfiles criminales. Llegaba a la estación alrededor de treinta minutos antes de que hubiera algo que hacer.

Con el café en la mano, sintiendo el peso de las miradas de respeto y expectativa de los oficiales y los altos mandos. Ese día, me esperaba el caso de una desaparición. Un niño que no había aparecido desde hacía una semana

¿La última vez que lo vieron?, en un parque de juegos antes de que un tipo con un disfraz de payaso se lo llevara en segundos dentro de una furgoneta.

y como siempre digo "Todos los niños caen en la trampa de los dulces gratis,"

La madre del niño perdido estaba esperando en la sala de entrevistas, sus ojos rojos y su cuerpo tembloroso, La ansiedad recorría cada extremo de su piel, quería noticias...y lo peor es que no las tenía.

Me senté frente a ella, ofreciendo una sonrisa que esperaba transmitiera calma ante su situación.

"Vamos a encontrar a su hijo," le dije, manteniendo mi voz firme y segura.

Pasé la siguiente hora desentrañando su vida, buscando cualquier detalle que nos pudiera llevar a una pista. En mi mente, las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar, pero la incertidumbre y la posibilidad de que el otro estuviera mintiendo siempre estaba presente.

La sesión...no dio mucho fruto, mucho menos cuando encontraron al bastardo que secuestro al niño...pero no a la víctima.

Esa madre debió haber llorado por horas, si no es que lloro casi todo el resto del tiempo que estuvo en la comisaria.

A media mañana como cerca de las nueve, recibí una llamada de urgencia del psiquiátrico. y como las Enfermeras de guardia son unas completas inútiles, lo mejor era llamarme a mí, la única e inigualable Doctora Vondier.

Para hacerla corta, un paciente había tenido un episodio violento y necesitaban mi presencia inmediata. Dejé la estación no sin antes coquetear un poco con el sheriff, y conduje a través de la ciudad, sintiendo y preparándome para el "pequeño" cambio de roles mientras me acercaba al imponente edificio de piedra gris. Allí, era como el dedo bendito, la psiquiatra que podía resolver cualquier problema sin importar lo que pasara.

El paciente en cuestión era Michael Dhavers, un hombre joven atrapado en un ciclo interminable de delirios y violencia provocados por la Psicosis...

Al parecer las enfermeras pudieron mantenerlo bajo control la mayor parte del tiempo, porque lo encontré en una habitación acolchada, sus ojos vidriosos y llenos de miedo. Me senté a su lado, inexpresiva bajo el sentimiento de que ya había visto antes, dejando que mi presencia se convirtiera en un ancla en su mar mental de pensamientos sin sentido.

"Michael," dije suavemente, "estoy aquí. Vamos a superar esto juntos, ¿está bien?"

Dios, me doy asco de haber dicho algo tan genérico y cliché que hubiera sido digno de dos Oscares, un Pulitzer, cinco Globos de oro y por supuesto el pene erecto del mismísimo Jonny Falco si lo hubiera tenido presente.

"Lo que Hay dentro De las Tuberias" (Furry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora