Capítulo 4

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La madre de Sophia me llevó a mi casa y le contó todo a mis padres ya que yo solo subí corriendo a mi habitación mientras lloraba.

Al día siguiente tenía colegio, pero mis padres me dejaron no ir.

Decidí pasar el día en el hospital para no sentirme mal, así que me desperté, me duché y me fui allí.

Sus hermanos estaban en el colegio y sus padres tenían que trabajar.

Antes de ir al hospital se me ocurrió comprarle un peluche y flores para que las tenga de decoración.

Le compré un peluche de gato y unos tulipanes.

Llegué, le puse el peluche a su lado. Al lado suya había un sillón, me senté y me quedé mirándola un rato, hasta que sin querer me dormí mientras la cogía la mano.

Una enfermera entró porque tenía que darle el suero. Estuvo hablando conmigo sobre Sophia y que si sabía si tenía problemas alimenticios.

Cuando me preguntó me cayeron lágrimas por la mejilla al recordar como le cuesta comer porque piensa que tiene sobrepeso.

La enfermera me estuvo consolando y me dijo que Sophia tenía un 57% de probabilidad de salir del coma, ya que se dio muy fuerte.

Además de eso, se dislocó el brazo que de pequeña tuvo vendado por más de un mes.

La enfermera se fue y me quedé con Sophia. Estaba pensando en qué pasaría después, si perdería la memoria, si no volvía a comer bien, si no podría seguir en el deporte que ama, si no despierta...

Mis padres me llamaron diciendo que si me quedaría la noche en el hospital y les dije que si, no quería separarme de Sophia, y si despertaba?

Compré un bocadillo para cenar allí y volví con ella.

Era ya tarde, me acomodé en el sillón y agarré su mano, eso me tranquilizaba.

Esta noche si dormí, supongo que tenerla cerca me relajaba.

Al despertar me dolía un poco el cuerpo por haber dormido en el sillón, pero no me importaba. Lo primero que hice fue mirar a Sophia, esperando cualquier señal de mejoría.

Ayden, el padre de Sophia, y su hermana pequeña, Catia, llegaron poco después.

Ayden me saludó con un abrazo y una mirada de agradecimiento. Podía ver el dolor en sus ojos y lágrimas en sus mejillas, pero también una chispa de esperanza.

Catia, con sus ojos grandes y curiosos, se acercó a la cama de Sophia y le susurró algo al oído. Creo que le dijo algo sobre mí, pero no estoy seguro.

Quise creer que Sophia podía escucharla.

Ayden y yo hablamos en voz baja, compartiendo recuerdos de Sophia, mientras Catia dibujaba en un cuaderno. Intentábamos mantener el ánimo, aunque todos teníamos miedo de lo que podía pasar.

Por la tarde, la madre de Sophia llegó con una bolsa de comida. Insistió en que comiéramos juntos en la pequeña sala de espera del hospital. Hicimos un esfuerzo por sonreír y mantener una conversación normal, pero siempre con un ojo en la puerta, esperando cualquier noticia de los médicos.

Después de comer, regresé al lado de Sophia. Acaricié su mano, buscando algún signo de respuesta. De repente, noté un ligero movimiento de sus dedos.

Mi corazón dio un vuelco.

"¿Sophia?", susurré, pero no hubo más señales. Sería mi imaginación, pero esa pequeña esperanza me dio fuerzas para seguir.

La enfermera de la noche anterior volvió a entrar. Nos dijo que el doctor vendría pronto para hablar con nosotros sobre el estado de Sophia. Mientras esperábamos, Ayden se acercó a mí y me puso una mano en el hombro. "Gracias por estar aquí, João. Significa mucho para nosotros, has hecho a Sophia muy feliz, eres su único amigo y te aprecia mucho."

Sometimes silence guides our minds Donde viven las historias. Descúbrelo ahora