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」
El día era oscuro y frío, una tormenta se avecinaba y en la fortaleza roja nada parecía tener color.
La reina Alicent Hightower que se encontraba en su noveno mes de gestación y por esto se le tenía prohibido salir de sus aposentos o al menos eso era lo que su padre, mano del rey le había ordenado.
La reina se encontraba en paz leyendo hasta que la presencia de su padre llegó a la habitación.
—Querida —saludo Otto Hightower —¿Cómo te encuentras? —preguntó sin darle oportunidad de responder ya que en cuando se dio cuenta de que no habían damas acompañando a la pelirroja y habló de nuevo —¿Y tus damas? ¡Ellas deberían estar aquí cuidando de ti y de tu hijo! —soltó con enojo la mano.
—Yo les ordené que se fueran —respondió rápidamente la reina —, y puede que tenga una hija.
La mano soltó una risa —Mi nieto será rey de los siete reinos —habló el castaño acercándose a su hija para después tomar sus manos —. Nuestra sangre prevalecerá por siglos, querida hija.
Alicent miró con odio a su padre.
—Rhaenyra será una buena reina —dijo para después apartarse de él.
—Es una mujer, ninguno de los señores la obedecerán.. en cambio si tienes un hijo, te aseguro que el rey cambiará de heredero.
—El nunca ha expresado su deseo por cambiar a su legítima heredera.
—Alicent.. él asesinó a su antigua esposa solo por un heredero, Aegon será un rey.
—Cada vez me sorprendes más padre, lo que dices se podría considerar alta traición y te crees con el derecho de nombrar a mi hijo —la reina río mientras balanceaba su cabeza en negación.
—De hecho no fui yo quien lo nombró, justamente venia a verte y a decirte que el rey ordenó que se llamara Aegon.
Al escuchar esas palabras la pelirroja enfureció, pero el rey era el rey y nadie podía hacerlo cambiar de parecer, sin embargo ella era la reina y su padre solo la mano.
—Vete —ordenó la reina.
—Hija, quiero que hablemos un rato.
—Tu reina te ordena que te vayas —habló con enojo la pelirroja.
—Está bien, me iré pero vendré después —dijo para después acercarse a su hija y darle un beso sin sentimiento en su cabeza a lo que la mujer respondió con una mirada de despreció.
