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El primer día de trabajo de Lucía en la editorial local llegó más rápido de lo que había anticipado. Se levantó temprano, se puso un atuendo profesional y se miró en el espejo, buscando seguridad en su reflejo. “Puedo hacerlo”, se dijo a sí misma. “Es un nuevo comienzo”.

Llegó a la oficina con tiempo de sobra, y fue recibida por una recepcionista amable que la dirigió a la sala de conferencias. Allí, conoció al equipo de la editorial. Había una mezcla de rostros amables y profesionales concentrados en sus tareas. Sofía, la mujer que había conocido en la fiesta de Ana, se acercó para saludarla.

—Lucía, qué bueno verte. Déjame presentarte al equipo —dijo Sofía, con una sonrisa cálida.

Sofía la presentó a varios colegas, incluyendo a Carlos, el editor en jefe, y a Marta, la jefa de redacción. Carlos era un hombre enérgico y apasionado por los libros, mientras que Marta tenía un aire calmado y meticuloso. Lucía se sintió aliviada al encontrar un ambiente acogedor y profesional.

La mañana pasó rápidamente con una serie de reuniones y presentaciones sobre los proyectos en curso. Lucía tomó notas diligentemente y se esforzó por absorber toda la información. Estaba emocionada por las oportunidades que se presentaban y se sintió motivada por el entusiasmo de sus nuevos colegas.

Durante el almuerzo, Sofía la invitó a unirse a ella y a algunos otros compañeros en un pequeño café cerca de la oficina. Lucía aceptó gustosa, viendo esto como una oportunidad para conocer mejor a sus colegas y comenzar a construir relaciones.

En el café, la conversación fue ligera y animada. Hablaron sobre sus intereses, pasatiempos y, por supuesto, sobre libros. Lucía se sintió en su elemento, disfrutando de la compañía y la conversación.

—¿Qué te trajo a nuestra ciudad, Lucía? —preguntó Marta, con curiosidad.

Lucía vaciló por un momento, considerando cuánto compartir. Decidió ser honesta sin entrar en demasiados detalles.

—Necesitaba un cambio de aires —dijo—. Quería un lugar nuevo para empezar de cero y, cuando surgió esta oportunidad, sentí que era el momento adecuado.

Sus compañeros asintieron, mostrando comprensión y apoyo. La conversación giró hacia otros temas, y Lucía se sintió agradecida por la amabilidad de sus nuevos amigos.

Por la tarde, Lucía se sumergió en su trabajo. Le asignaron un proyecto para revisar y editar un manuscrito que estaba a punto de ser publicado. Mientras leía las páginas, se perdió en la historia y sintió una conexión inmediata con su trabajo. La edición y la escritura siempre habían sido sus pasiones, y ahora tenía la oportunidad de dedicarse a ello plenamente.

El día terminó y Lucía se sintió satisfecha con lo que había logrado. Mientras recogía sus cosas para irse, Sofía se acercó de nuevo.

—Algunos de nosotros vamos a tomar algo después del trabajo. ¿Te gustaría unirte? —preguntó.

Lucía sonrió, agradecida por la invitación.

—Claro, me encantaría.

El grupo se dirigió a un bar cercano, donde continuaron riendo y compartiendo historias. Lucía se sintió cada vez más cómoda, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que pertenecía a algún lugar.

Esa noche, al regresar a su apartamento, Lucía reflexionó sobre su primer día. Había sido un éxito y se sentía orgullosa de sí misma. Sabía que aún tenía un largo camino por recorrer, pero estaba más segura de su decisión de mudarse y empezar de nuevo.

Se preparó para dormir, sintiendo una mezcla de cansancio y satisfacción. Su nueva vida estaba comenzando a tomar forma, y aunque los recuerdos de Marcos y su pasado seguían presentes, ya no la dominaban. Lucía se permitió sonreír mientras se acomodaba en la cama. Había reiniciado su vida y, por primera vez en mucho tiempo, tenía esperanza en el futuro.

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⏰ Última actualización: Aug 04 ⏰

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