XXXII

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Aquella cena con sus suegros no había salido del todo bien como esperaba, al final terminó llegando a su casa todo sudado por haber corrido; 10 llamadas perdidas de Sunghoon; y un gatito pidiéndole comer.

Sus hermanos quedaron encantados con la nueva mascota, sin embargo, sus padres solo lo observaron con un poco de cansancio. Ya no les sorprendía nada de lo que su hijo hiciera.

Desde siempre fue una persona única, haciendo comentarios sin sentido que a veces hacían reír o molestar a las personas. No es que fuera tonto ni nada de eso, al contrario, su hijo era alguien muy inteligente pero ocultaba toda esa inteligencia con su actitud despreocupada.

Muchas veces las personas lo juzgaban por el simple hecho de que fuera un drogadicto, le sacaban la vuelta e incluso lo acusaban de robar. Los señores Lee se arrepentían de haber dejado a su hijo mayor solo y no haberlo ayudado cuando pudieron.

Si recordaban el pasado, aún podían ver a un Heeseung de 8 años llorando bajo la lluvia, sus manitas llenas de sangre y arrodillado frente el cuerpo inerte de su abuelo. Él había visto el momento exacto en el que el señor había sido atropellado luego de haber ido a comprar helados para ver una película.

Desde que había nacido, los padres de Heeseung lo habían dejado bajo la tutela de su abuelo materno; ambos eran muy jóvenes y tenían que trabajar para mantenerlo, las cosas se complicaron cuando un segundo niño se integró a sus vidas. No había sido fácil para la familia, incluso había días donde no tenían qué comer y los tres adultos preferían darles la comida a los pequeños.

Por ese motivo, desde que los niños habían iniciado la vida escolar, los demás los veían como un blanco de burlas; especialmente a Heeseung por ser inteligente y siempre destacar en todo lo que hiciera. Conforme iban pasando los años, poco a poco esa magia e inocencia que tenía el alfa se fue apagando, bajó sus notas y prefería encajar con la sociedad.

Luego de la muerte de su abuelo, se volvió un niño muy callado que tenía que cuidar a su hermano menor hasta que su padre logró encontrar un buen trabajo y se estabilizaron económicamente. En la adolescencia se empezó a juntar con drogadictos y los señores Lee en vez de prestarle atención, se centraron en hacer crecer su negocio e intentar que su hijo menor no hiciera lo mismo.

Todo parecía empeorar con el tiempo, ellos ya no sabían qué hacer hasta que de pronto, su hijo empezó a cambiar y de un día a otro ya quería ir a la universidad. Por eso estuvieron encantados al ver el lindo omega del cual su hijo estaba enamorado, no les sorprendió saber el porqué luego de percibir su aroma.

Ahora que por fin podían verlo sonreír otra vez, estaban tranquilos. Lo ayudarían en lo que él decidiera y si una de esas cosas era llenar la casa de gatos, lo dejarían.

- Papá, ayer vi un gato negro en la calle y pensé que de ese color no teníamos. ¿Lo puedo traer?

Bueno, todo tiene un límite.

- No, ya tienes cuatro gatos en casa, Lee Heeseung. - Su padre lo regañó para luego darle un sorbito a su café.

- Ya que tengas tu propia casa y te mantengas tú solo, te llevas a todos los gatos que quieras. - Su madre habló dejando tres plantas sobre la mesa.

- Mamá, tú también deberías dejar de traer plantas a la casa, ya tienes demasiadas. - Seungmin intentó apoyar a su hermano.

- No me van a prohibir qué traer a la casa y qué no, traidores. - Los amenazó con una zanahoria.

Entre risas y "peleas", pasaron una adorable tarde en familia.

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En la casa del omega, sus padres y hermanos lo veían esperando alguna respuesta. Luego de que el alfa se fue, no sabían si lo de la boda había sido cierto o era una mentira.

Sunghoon jugaba con sus deditos, estaba nervioso de tener todas las miradas atentas sobre él, no esperaba ese momento, mucho menos porque el tonto de su alfa no respondía las llamadas.

Luego de haberse armado de valor, suspiró viendo a sus padres.

- Sí pensamos casarnos. Es algo de lo que ya veníamos hablando hace unas semanas atrás pero no es algo oficial, aún somos jóvenes y estamos estudiando todavía. - El pelirrojo quería que la tierra se lo tragara y lo escupiera del otro lado del mundo.

- Bueno, hijo, si deciden casarse pues cuentas conmigo. Como dices, aún son jóvenes pero cuando dos personas se quieren casar, eso no es un impedimento. - Su madre lo tomó de las manos intentando no llorar. Nunca imaginó a su pequeño hablando de esos temas, ¿Cuándo fue que creció tanto? - Lo único que deben tener en cuenta es que no deberían tener hijos tan jóvenes, al menos hasta que ya cuenten con un trabajo estable y puedan mantener a un hijo.

Su padre solo se mantenía callado, no hablaba y eso le daba más miedo a Sunghoon. Un omega callado no era buena señal.

- Aunque me cueste aceptar que mi pequeño omega ya no es un niño, ante mis ojos siempre lo serás. Sé que últimamente has pasado por muchas cosas, eres alguien fuerte, incluso te admiro. - Su padre, luego de un buen rato en silencio, logró hablar.- Me parecería estúpido de mi parte negarme a que quieras dar otro paso en tu relación, mucho más cuando Heeseung nos ha demostrado que no solo te quiere para un rato.

- Heeseung nos cae bien, lo aprobamos. - Sus hermanos hablaron al mismo tiempo ocasionando risas a los demás.

Un sentimiento de calidez había inundado el pecho de Sunghoon, esperaba que Lee hablara de esto con su familia o lo mataría en cuanto lo viera, no se iba a quedar así luego de haber expuesto sus planes de la nada. Lo maltrató mentalmente durante un buen rato.

Por otra parte, Heeseung estaba estornudando; uno tras otro. Sus hermanos menores se apartaron de él y su madre lo miró con extrañeza.

- ¿No te irás a enfermar? - Preguntó preocupada.

- No creo, tal vez mi omega esté hablando de mí, de lo mucho que ama y lo feliz que está de que sea su novio.

Su madre chasqueó la lengua, por un segundo quiso decirle que tal vez lo estaban maltratando pero prefirió no matarle las ilusiones a su hijo.

𝐎𝐥𝐨𝐫 𝐚 𝐦𝐚𝐫𝐢𝐡𝐮𝐚𝐧𝐚 ✿ heehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora