Sofía parpadea, la luz fluorescente zumbaba en sus oídos. Con esfuerzo, logró desatarse las manos después de forcejear con las cuerdas. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en una habitación pequeña. Palpó las paredes, buscando algún interruptor. La habitación era un cubo de hormigón, frío y húmedo, con las paredes desnudas y manchadas.
El olor a desinfectante y humedad le revolvió el estómago. Al fondo de la habitación, observó una pequeña ventana alta, apenas lo suficientemente grande para que pudiera escapar. La luz tenue del exterior provenía de allí, pero la ventana parecía estar fuera de su alcance. Sofía se dejó vencer por el pánico. Sabía que tenía que mantener la calma para poder pensar con claridad, pero era casi imposible. Comenzó a examinar cada centímetro de la habitación en busca de algo que pudiera ayudarla. Sus dedos se deslizaron sobre la superficie áspera del hormigón, sintiendo cada irregularidad y cada cambio en la textura.
Su mente trabajaba a toda velocidad, considerando cada posibilidad, cada potencial salida de su confinamiento. El tiempo parecía dilatarse mientras Sofía continuaba su búsqueda.
Sus muñecas ardían, las cuerdas habían dejado marcas rojas y profundas en su piel. No tenía idea de dónde estaba ni por qué la habían secuestrado, su mente era un borrón. Le habían quitado todas sus pertenencias, incluyendo su teléfono y su reloj. Solo llevaba la ropa que tenía puesta para ir a la fiesta de cumpleaños. Intentó moverse, pero el dolor agudo en sus muñecas le recordó su situación vulnerable.
Estuvo atada a una silla de madera, con las piernas y los brazos inmovilizados pero no sabe por cuanto tiempo. ahora que había logrado liberar sus manos, podía moverse un poco. Con cada minuto que pasaba, la esperanza de ser encontrada se desvanecía un poco más. Recordó las caras de sus amigos y familiares, las sonrisas y los abrazos, y se aferró a esos recuerdos como un faro en la tormenta. No podía permitirse caer en la desesperación; tenía que mantenerse fuerte, tenía que sobrevivir. Porque incluso en las profundidades de su miedo, una chispa de determinación comenzaba a arder dentro de ella. No sería una víctima pasiva de su destino; lucharía, encontraría una manera de escapar. Las horas se arrastraban, cada tic-tac de un reloj inexistente era un recordatorio cruel de su soledad.
La penumbra de la habitación acentuaba los sonidos que llegaban del otro lado. Detrás de la puerta, escuchó voces masculinas hablando en un idioma que no entendía. Sonaba como un dialecto del este de Europa, con sus inflexiones extrañas, pero no podía identificarlo con precisión, le resultaban incomprensibles y aterradoras. Las voces eran bajas y urgentes, como si estuvieran discutiendo algo importante. Un escalofrío recorrió su espalda. Su corazón latía con fuerza, la incertidumbre era casi tan paralizante como las cuerdas que la ataban, se sentía como un insecto atrapado en una telaraña, observando impotente cómo se tejía una trama oscura a su alrededor.
Sofia intentó escuchar con más atención, pero no podía descifrar lo que decían. Se sentía aterrada y confundida, sin saber qué iba a pasarle a continuación. ¿De qué hablaban? El miedo, frío y pegajoso, se adhirió a ella, envolviéndola en una capa de terror. Su corazón, un pájaro enjaulado, aleteaba desesperado contra sus costillas.
Su cabeza era un mar en tempestad, las olas de confusión chocaban una contra otra, la visión se le nublaba, como si estuviera mirando a través de un velo húmedo, aún no se había recuperado del efecto del sedante que le habían administrado antes de secuestrarla. Un sabor metálico le llenaba la boca, recordándole el fármaco que la había sumido en aquella oscuridad. La sensación de vulnerabilidad la abrumaba, pequeña e indefensa en medio de aquella oscuridad.
Intentó recordar lo que había pasado, pero todo era confuso. Solo recordaba las luces, la entrada a fiesta de fondo, poco a poco, fragmentos de memoria comenzaban a emerger a través de la niebla de su mente. Recordaba voces, un vehículo en movimiento, la sensación de ser arrastrada a través de umbrales desconocidos. Cada destello de recuerdo era como una chispa en la oscuridad, iluminando brevemente las paredes de su prisión mental antes de desvanecerse tan rápido como habían aparecido y luego, nada. Intentó enfocar la vista, pero las imágenes se desdibujaban, flotando como sombras en un lienzo borroso.
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Sofía
ActionUn secuestro equivocado pone en riesgo la vida de una adolescente universitaria. Su padre, intentara investigar quien esta detras de todo esto y buscara la forma de rescatar a su hija, el tiempo corre.