El paso del tiempo se había vuelto un enemigo silencioso entre Lincoln y Lizy, erosionando lentamente la cercanía que una vez compartieron. Lincoln, sentado en la quietud de la noche, no podía evitar reflexionar sobre cómo aquella niña, que en su momento le cambió la vida, se había convertido en una joven brillante y talentosa. Recordaba con nostalgia los días en que Lizy era solo una pequeña que corría hacia él con los brazos abiertos, su sonrisa iluminando incluso los momentos más oscuros de su vida. Fue ella quien, con su inocencia y amor incondicional, le mostró un nuevo camino, uno que lo llevó a construir la familia que siempre había soñado.
Esos recuerdos, aunque cálidos, ahora le pesaban en el corazón. Lincoln sabía que no había pasado el tiempo que debería con Lizy en los últimos años. El trabajo, las responsabilidades y las demandas de la vida adulta habían creado una barrera invisible entre ellos. Mientras que Lizy, con la escuela, los entrenamientos, y ahora con su reciente logro de ser parte de las grandes ligas, estaba cada vez más ocupada y absorbida en su propio mundo. Parecía que las prioridades habían cambiado, y aunque lo entendía, no dejaba de sentirse culpable por no haber hecho más esfuerzo para mantener ese lazo fuerte y vivo.
El temor comenzó a crecer en Lincoln. Sabía que si no actuaba pronto, esos momentos de desconexión se convertirían en una distancia permanente. El pensamiento de que Lizy podría seguir avanzando en su vida sin que él fuera parte activa de sus éxitos y desafíos lo perturbaba profundamente. La idea de verla crecer, tomar sus propias decisiones, formar su propio camino, y tal vez, un día, convertirse en madre, todo sin haber pasado tiempo suficiente juntos, era algo que no podía soportar. No quería que su relación se limitara a recuerdos lejanos o conversaciones superficiales durante visitas esporádicas.
Lincoln entendía que la vida no esperaría. Los días se convertían en semanas, las semanas en meses, y antes de que pudiera darse cuenta, Lizy estaría formando su propia familia, persiguiendo sus propios sueños, mientras él quedaría como una figura en el fondo, alguien que, aunque presente, no había estado realmente allí en los momentos que importaban. Se imaginaba a sí mismo asistiendo a sus partidos desde las gradas, orgulloso de sus logros, pero al mismo tiempo lamentando no haber sido más parte de ese viaje. Pensaba en cómo, si no se ponía las pilas, esos momentos íntimos y significativos que una vez compartieron se desvanecerían por completo.
No podía permitir que eso sucediera. Lincoln decidió, en ese instante, que haría todo lo posible para reconectar con Lizy, para recuperar esos momentos que se habían perdido entre las grietas del tiempo. Sabía que el trabajo y las responsabilidades no desaparecerían, pero también sabía que debía encontrar un equilibrio, uno que le permitiera estar presente en la vida de su hija antes de que fuera demasiado tarde. Estaba decidido a ser más que un espectador en su vida, a asegurarse de que Lizy supiera cuánto la amaba y cuánto significaba para él.
El tiempo que compartían no podía seguir siendo postergado. Era un padre, pero más que eso, era el hombre que Lizy había inspirado a ser mejor, a luchar por lo que realmente importaba. Y lo que realmente importaba ahora era ella. Lincoln no permitiría que la distancia se convirtiera en la norma. Haría todo lo que estuviera a su alcance para fortalecer ese vínculo, para asegurarse de que, sin importar lo que el futuro les deparara, Lizy siempre supiera que él estaba allí, dispuesto a apoyarla, amarla y celebrar cada uno de sus triunfos, grandes y pequeños. El tiempo podía seguir avanzando, pero Lincoln no dejaría que se interpusiera entre él y su hija.
Lincoln y Lynn estaban acostados en su cama, envueltos en la suave penumbra de la habitación, con la luz de la luna filtrándose a través de las cortinas y pintando delicadas sombras en las paredes. Aunque la noche era tranquila, Lincoln no podía evitar que su mente se llenara de pensamientos. El peso de la responsabilidad que sentía como padre, esposo y protector de su familia era inmenso, y en ese momento, una preocupación en particular lo mantenía despierto. Lentamente, se giró hacia Lynn, quien, aunque relajada, también parecía estar en sintonía con la inquietud de su esposo.
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Ella es mi hija (TERMINADA)
FanfictionYa paso el tiempo la casa Loud ya fue dejada por muchos de las hijas Loud, Lincoln a la edad de los 16 años se fue a vivir a un departamento con su amigo Clyde, su vida aunque era algo complicada por que tenia que ganarse el dinero para pagar su com...