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Cheng sabe perfectamente que esta actuando como un idiota.
Sabe que sacarle la vuelta al americano es estúpido, el no debería de hacerlo. Es más ni siquiera debería tener algún efecto en el Dre. Y sin embargo lo hace.
Desde ese día Cheng se volvió tonto.
Sus acciones empezaron a ser tremendamente torpes.
Sus amigos no ayudaban, preguntando cada vez más por qué de la nada habían dejado de molestar al americano.
Y ni hablar de las reacciones que tenía su cuerpo cuando estaba en el mismo lugar que Dre Parker, ese chico moreno que lo sacaba de sus casillas.
Lo odiaba tanto, lo odiaba por hacerlo sentirse tan extraño.
Estaba tan confundido.
Cheng juraba estar enamorado de MeiYing, y cuando ese tipo llegó todo se vino abajo como si de agua se tratase.
Así que cada vez que Dre estaba cerca de el, Cheng huía. Probablemente eso iba en contra de todo lo que le enseñaron.
Huir es de cobardes y el no es un cobarde.
O al menos eso creía.
Pero las emociones desconocidas lo atacan cuando la presencia de Dre está cerca o cuando siente su mirada en el.
Su rostro se vuelve rojo cuando Dre lo sorprende mirándolo, quiere morirse de la vergüenza.
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Hoy el asiático esta en los baños de la escuela, intentado distraerse de esa sensación de haber conectado miradas con Parker.
Cierra la llave y se seca sus manos, listo para irse nuevamente. No espera que al salir el mismísimo Dre Parker este afuera, esperándolo.
Cheng frunce el ceño, intentando verse intimidante pero falla notablemente cuando nuevamente sus manos tiemblan y su rostro se siente caliente
Dre lo mira, estudiándolo.
— Eres un jodido raro, Cheng.
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