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El anti-hada se erguía hacia unos centímetros ante el joven padrino mágico, su figura imponente y oscura como la noche. Sus alas de murciélago se desplegaban a su espalda, como una sombra viviente que parecía absorber la luz a su alrededor. Pero era la mirada lo que mantenía atrapado a Peri, una mirada que parecía ver directamente al alma y tus pensamientos.
La acogedora habitación del pequeño Dimadon se convirtió en un ambiente muy pesado en presencia del joven Anti-Hada recién llegado.
─¡¿Irep?!─ exclamó Peri muy desconcertado a la presencia de su contraparte.
Su contrario se acercó peligrosamente desde las sombras a la vista del inexperto padrino mágico.
─Cuanto tiempo sin verte Peri─ dijo Irep con una sonrisa malvada y con el ego más establecido desde el inframundo.
