Vagando por aquel bosque se encontraba Jack, a cada paso que daba se oían las hojas crujir suavemente, suficiente ruido como para que le detectara uno de "ellos" a no demasiados metros, tenía que estar atento porque apenas le quedaba munición, una o dos balas como mucho, había perdido la cuenta. Decidió volver a la furgoneta, donde le esperaba Marco, si se alejaba mucho podrían haber problemas, y, no parecía que fuese a aparecer una cabaña con provisiones de la nada. Mientras daba la vuelta para retroceder empezó a recordar su infancia, jugaba con sus amigos en el parque, e incluso llegó a decir que un apocalipsis zombie sería lo más, ahora que estaba envuelto en aquella situación no le parecía tan divertido, que inocente era de pequeño. Caminando sigilosamente le pareció oír un ruido, un arbusto se movió, asustado y, con pistola en mano se acercó, salió un jabalí disparado en dirección opuesta a él, se quedó un instante aliviado al ver que no era una de esas bestias que llamaban "zombies", pero se dio cuenta de que ese animal les serviría para comer, procedió a perseguir al animal corriendo todo lo que le permitían las piernas, pero el mamífero le sacaba ventaja, sólo tenía dos opciones, o disparar y arriesgarse a que los zombies escucharan el disparo o dejar huir a la comida de, por lo menos un par de días, decidió empuñar el arma de fuego y, tras un instante apuntando le proporcionó al jabalí un disparo certero concretamente atravesando su cráneo, ahora tocaba recoger el cuerpo sin vida del animal y correr hacia el vehículo, donde le esperaba su fiel amigo Marco, a lo lejos, entre los árboles se empezaban a oír los rugidos de las bestias, se le aceleraron las pulsaciones a Jack, sabía que eran más lentos que él, pero siempre cabía la posibilidad de que apareciera uno tras un tronco cercano y le pillara desprevenido, vigiló su retaguardia, vio aproximadamente unos tres o cuatro, aligeró la marcha, unos minutos más tarde divisó a lo lejos la carretera, la furgoneta grisácea descansaba sobre el asfalto, y, sentado sobre el asiento del conductor se encontraba Marco, Jack le avisó desde la distancia que fuera encendiendo el motor, al llegar al vehículo abrió las puertas traseras y dejó allí al animal, procedió a subir al asiento del copiloto.
-¿Has encontrado algo?- Preguntó Marco.
-Si, es un jabalí, cuando encontremos un sitio seguro lo cocinamos- Respondió Jack.
Marco pisó el acelerador y, dejando a los zombies atrás fueron en busca de algún sitio donde poder pasar la noche, ya que estaba oscureciendo. Se alejaron de aquel bosque y, al cabo de una o dos horas aproximadamente se encontraron con un pequeño pueblo, al parecer abandonado, Marco aparcó la furgoneta un poco alejada de aquel sitio, por si acaso. Primero, antes de hacer nada inspeccionaron todas las casas (sólo habían cinco). Tras una rigurosa inspección se dirigieron hacia la furgoneta, Jack se echó al hombro el jabalí mientras Marco cerraba las puertas, fueron hacia la casa más cercana y se instalaron allí, era una pequeña casa de una sola planta de madera y bastante antigua, la puerta principal estaba un poco astillada y las grandes vigas del techo crujían de vez en cuando, se sentaron en unas viejas sillas y pusieron el jabalí sobre una mesa, por suerte había chimenea en la casa así que podían cocinarlo allí.
-¿Has cogido la leña Marco?
-Ah, no, se me ha olvidado, voy a por ella.
La leña se encontraba en la furgoneta, Marco salió de la casa, ya era de noche y soplaba una fría brisa del norte, cuando llegó al vehículo Marco sospechaba de algo, tuvo un mal presentimiento, decidió coger la madera rápidamente y volver con Jack. Al entrar, Marco puso los troncos en el interior de esa vieja chimenea.
-¿Nos quedan cerillas?- Preguntó Jack.
-Creo que sí, voy a comprobarlo- Respondió Marco mientras abría su mochila, sacó la pequeña caja de cerillas y la agitó un poco para ver si quedaban.
- Hemos tenido suerte, queda una- Marco frotó cuidadosamente el fósforo de la cerilla contra la lija incorporada en la caja y una vez encendida la arrojó a las ramas secas, Jack, con su cuchillo cortó las partes comestibles y las dejó enfrente de la fogata para que se fueran cocinando poco a poco, seguidamente cogió lo demás que no servía y lo puso junto a la puerta de entrada, el olor a muerto de las tripas del jabalí disimularía el olor de Marco y Jack, que al estar vivos los zombies detectarían en seguida. Esperaron a que se terminara de cocinar la carne y cogieron un trozo cada uno, debían controlar la cantidad que comían para que les durase el mayor tiempo posible, no sabían cuándo podrían encontrar provisiones. Una vez terminaron de comer apagaron la fogata y, acomodándose como pudieron intentaron conciliar el sueño.
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La sombra del apocalipsis
Science FictionEn un mundo apoderado por el caos Marco y Jack, dos grandes amigos tendrán que sobrevivir a las bestias o también llamados "zombies".