Capítulo 8

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—Eh... ¿Nos conocemos? —pregunté ya que estuvo más cerca.

El chico se quitó el casco y sacudió su cabello.

—¿Qué acaso no me reconoces? —sonrió.

El chico de ayer en la heladería. 

—¿Sebastian? 

Mentiría si no dijera que el día de ayer regresando de mi salida con Amber, me había puesto a stolkearlo en Instagram. Al parecer llevaba la mayor parte de su vida viviendo en Los Ángeles, y en los últimos dos años se había vuelto famoso por sus streams de Fornite y Overwatch.  

—Sí. ¿Qué hacías por aquí?

—Hum, vivo cerca y como no conozco nada, decidí salir a pasear un rato —le expliqué.

—¿Te molestaría si te acompaño? —se ofreció.

¿Quién lo diría? Al parecer los famosos también podían ser amables. 

—Sería genial —sonreí—. Además, necesito un guía personal.

—En ese caso será todo un placer.

Caminamos sin rumbo fijo por las diferentes calles. Él me iba mostrando las distintas tiendas y cafés que había por ahí. Algo me decía que era totalmente distinto a su amiguito Cedric. No sé, no me pareció el tipo de chico que sólo te habla para intentar tener sexo contigo. Al menos esa era la impresión que me causaban todos los influencers., pero Sebastian me transmitía otra vibra.

—¿Y ya sabes a qué escuela vas a ir? —me preguntó mientras caminábamos de regreso.

—No en realidad —contesté—. Pero espero que los días se pasen lentos...

—¿Por qué? —preguntó con curiosidad.

—Digamos que no me gusta la idea de ser de nuevo la chica nueva que no conoce a nadie.

—En ese caso espero que te toque en mi escuela —dijo con una sonrisa discreta.

Lo miré confundida. 

—Así ya no tendrías por qué estar sola —continuó.

—Oh, gracias... —mascullé un tanto apenada.

—Para eso están los amigos.

Amigos.

Me agradó la palabra. Mi primer amigo en Los Ángeles además de Amber. Eso me hizo sentir menos sola.

Después de un rato llegamos a mi casa y nos detuvimos en el sendero de piedra que conducía a la entrada.

—¿Quieres pasar? —le ofrecí mientras colocaba una mano en la perilla de la puerta.

Honestamente había preguntado por educación, sin esperar realmente una respuesta afirmativa de su parte. Por eso me sorprendí al escucharlo decir:

—Sí, estaría bien —se encogió de hombros. 

Entramos y en el comedor vi a mi madre y a Tom con una pila de papeles desorganizados y dos portafolios delante de ellos. Como siempre todo era ellos dos y su preciado trabajo.

—Ven por aquí —le susurré a Sebastian mientras nos íbamos por otro camino para no pasar junto al comedor y así poder eludir a mi madre.

Mientras subíamos las escaleras Sebastian me preguntó:

—¿Eran tus padres?

Hice una mueca de dolor. En ese momento ya estábamos delante de la puerta de mi habitación. La abrí rápidamente y entramos.

My RockGodTastic IncidentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora