ᴍᴀʟᴜᴍ ~ ʟɪɢʜᴛ & ᴛᴇʀᴇꜱᴀ

VI

Algunas semanas pasaron, Light y Teresa se encontraban en la universidad junto con L. El detective quería vigilar a ambos. L se cubrió el rostro con una máscara para que Kira 2 no pudiera saber su nombre.
La tranquilidad fué interrumpida cuando llegó Misa a la universidad, ya que todos querían fotos con ella. Misa le quitó la máscara a L.
Teresa sonrió. Ya que sabía que así, se sabría el nombre del detective.
La pelinegra fué unos momentos al baño.

Luego de segundos, Light la llamó.
—L se llevó a Misa para interrogarla.
Teresa fué a reunirse con Light, fueron a dónde tenían a Misa atada. Era obvio que ella no revelaría nada. Light y Teresa tuvieron que retirarse.
—Tendrás que tener mi Death Note. No sospechan de ti.
—Pero... Perderás todos tus recuerdos.
—De la Death Note, no te ti — respondió mientras la besaba suavemente en los labios.
Con esa promesa, Light fué a entregarse diciendo que tal vez era Kira, pero no recordaba nada.

Light tuvo que renunciar a sus recuerdos sobre la Death Note y estar en confinamiento.
Y la libreta de Misa fué dada a otra chica.
Teresa fué bastante cautelosa en todo momento que tuvo la libreta. Ella ya conocía todos los planes de Light. Sabía que en cuanto todo volviera a la normalidad. Light y ella serían los Dioses del nuevo mundo. Y con ese título, tendrían todos los beneficios, dinero, cosas lujosas, etc.

Así que sabía que tenía que ser paciente.
Pero recordó a Misa. No podía matarla, ya que Rem la mataría sin dudar.
Tenía que pensar en un plan para deshacerse de Misa y no acabar muerta.
Sabía que tenía que pensar en algo rápido, tenía el tiempo contado. En eso recordó algo importante. Era obvio que Rem era capaz de todo por Misa.

Y gracias a Light, sabía que la única forma de matar a un Shinigami era por la razón más obvia de todas; el amor.
—Te noto pensativa — dijo Ryuk mientras comía una de las manzanas qué le había traído Teresa.
—Estoy preocupada...— respondió mientras lo miraba.
—¿Y eso por que? — preguntó el Shinigami con genuina curiosidad.
—De que lleguen a sospechar que soy Kira...
—No lo harán. Les diste la apariencia de niña buena que no rompería ni un plato. Y llego a creer que incluso L se pudo haber enamorado de ti.

Eso la confundió.
—¿Eso crees?
—Los humanos son débiles y caen fácilmente ante una cara bonita. Es obvio que L no sospechará de ti. Si sigues demostrando interés por el caso, menos pensarás que eres la nueva Kira.
—¡Eso es! Vamos.
Teresa y Ryuk fueron a la estación de policía.
—Vine a ver cómo está Light — dijo con un tono de voz preocupado mientras miraba al padre de Light.
El mayor terminó asintiendo, ya que veía genuina preocupación en los ojos de la joven.

Teresa entró a dónde se encontraba Light. Lo notó diferente, la mirada de su novio era extraña.
—Él no puede verme — dijo Ryuk.
—Light... Vine a verte — dijo Teresa mientras se acercaba a él.
—Teresa... — respondió con una sonrisa genuina mientras se abrazaban.
—No sabes cuanto te extrañé — dijo la pelinegra sinceramente.
—Yo también.
Se besaron tiernamente.

Era el primer beso con ternura qué se daban.
Light notó a Teresa diferente, tal vez era porque su maquillaje era oscuro y su mirada era misteriosa. Aún así, se alegraba demasiado de verla y poder estar a su lado aunque fueran unos instantes.
Luego de la breve visita, Teresa tuvo que retirarse.
Ahí se topó con L.
—¿Todo bien, señorita Chávez? — le preguntó.
—Si... Sólo que estoy más tranquila de ver a Light bien.

L asintió. Incluso él notaba que algo había cambiado en Teresa. Pero no dijo nada.
—Pediré que la lleven de vuelta a su residencia.
—Te lo agradezco.
Al llegar a su residencia, estaba sola. Ya que sus amigas se habían ido de fiesta.
Prendió la televisión, vió cómo la otra Kira hacía de las suyas.
—De seguro hizo el trato de los ojos — mencionó Ryuk.
—Ya pronto la atraparan. Pero por mientras... — dijo mientras sacaba la Death Note.

Teresa anotó el nombre de un criminal. Pero esta vez anotó la forma en la que moriría.
Sabía que cuando se especificaba la causa de muerte, se demoraba un poco más.
Por lo que apagó el televisor, guardó muy bien la Death Note. Se preparó un baño relajante.
Luego de su baño, se acostó y se durmió tranquilamente. Cómo si no hubiera acabado con la vida de alguien.
Ya no era la misma. El poder de la Death Note ya la había corrompido.