Capítulo 1

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La Casa de los Famosos México era un hervidero de emociones. Las luces brillaban intensamente sobre los concursantes, y las cámaras captaban cada movimiento, cada susurro. La tensión en el aire era palpable, especialmente después de la reciente nominación de Karime Pindter. Los espectadores esperaban con ansias cualquier chispa de drama, y lo que ocurrió esa noche superó todas sus expectativas.

Sabine Moussier, siempre elegante y segura de sí misma, caminaba con determinación. Su mirada azul penetrante, característica suya, buscaba algo o a alguien. Encontró a Karime en la sala común, rodeada de otros concursantes. Karime, con su cabello café oscuro y su sonrisa encantadora, parecía estar en su elemento, pero Sabine notó algo más profundo en sus ojos: una mezcla de nerviosismo y deseo.

—¿Lista para nuestro pequeño espectáculo?—preguntó Sabine, su voz suave pero cargada de insinuación.

Karime asintió, tragando saliva. Habían prometido a los espectadores un beso si Karime se salvaba de la eliminación, y ahora que lo había logrado, no había vuelta atrás.

Los otros concursantes se hicieron a un lado, dejando espacio para lo que estaba a punto de ocurrir. Sabine se acercó a Karime, su mirada fija en los ojos de la otra mujer. La tensión creció mientras las cámaras se enfocaban en ellas. Sabine levantó una mano, acariciando suavemente la mejilla de Karime, sintiendo el calor de su piel.

—Es ahora o nunca— susurró Sabine, y sin más preámbulos, cerró la distancia entre ellas.

El beso fue eléctrico, una mezcla de pasión y desesperación. Los labios de Sabine se movían con una posesividad que sorprendió a Karime. En ese instante, todo lo demás desapareció: las cámaras, los otros concursantes, incluso el mundo exterior. Solo existían ellas dos, conectadas por una chispa que ninguna había anticipado.

Cuando finalmente se separaron, ambas respiraban con dificultad. Los aplausos y gritos de los otros concursantes las devolvieron a la realidad. Sabine sonrió, pero sus ojos seguían fijos en Karime, llenos de un deseo que ahora era imposible de ignorar.

—Esto no ha terminado— murmuró Sabine, apenas audible para Karime.

Karime sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que Sabine no se refería solo al espectáculo para las cámaras. Había algo más, algo que ambas debían explorar, pero que las cámaras hacían imposible.

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Las semanas siguientes fueron un torbellino de emociones. Sabine y Karime continuaron con sus rutinas, pero la tensión entre ellas era innegable. Cada mirada, cada roce accidental, encendía una chispa de deseo que ambas luchaban por controlar.

Sabine se volvió cada vez más posesiva. La idea de que Karime pudiera estar cerca de otro concursante la enfurecía. Aunque intentaba mantener la compostura, sus celos se hacían evidentes en pequeños gestos y miradas.

Una noche, después de una intensa jornada de desafíos, Sabine encontró a Karime en el jardín, sola y pensativa. Sin pensarlo dos veces, se acercó a ella, sus ojos llenos de determinación.

—Necesitamos hablar— dijo Sabine, su voz baja pero firme.

Karime levantó la vista, sorprendida por la intensidad en los ojos de Sabine. Asintió lentamente, consciente de que esta conversación era inevitable.

—Desde ese beso... no he podido dejar de pensar en ti— confesó Sabine, su voz temblando ligeramente. —Te quiero solo para mí, Karime. No puedo soportar verte con alguien más.

Karime sintió su corazón acelerarse. Sabía que Sabine era intensa, pero escuchar esas palabras la dejó sin aliento. Sin embargo, también sintió una oleada de emoción. Ella también había estado pensando en Sabine, deseándola en secreto.

—Yo también te he estado pensando— admitió Karime, su voz apenas un susurro. —Pero no podemos hacer nada aquí, con todas estas cámaras.

Sabine frunció el ceño, odiando la realidad de su situación. Sin embargo, se acercó más a Karime, hasta que sus rostros estuvieron a solo centímetros de distancia.

—Entonces esperaremos— dijo Sabine, su voz cargada de resolución. —Pero te prometo que cuando esto termine, serás mía.

Karime sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La promesa de Sabine era tanto emocionante como aterradora. Sabía que estaba jugando con fuego, pero no podía negar la atracción que sentía.

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El tiempo pasó lentamente. Cada día era una batalla para mantener sus emociones bajo control. Sabine se volvió más protectora, casi territorial, cada vez que algún concursante se acercaba demasiado a Karime. Los celos ardían en su interior, y aunque intentaba disimularlo, a veces se desbordaban.

Una noche, durante una fiesta en la casa, uno de los concursantes, intentó coquetear con Karime. Sabine, que estaba observando desde el otro lado de la habitación, sintió una ola de celos y furia. No podía soportar verlo tan cerca de Karime.

Se acercó rápidamente, interrumpiendo la conversación. —Karime, necesito hablar contigo—dijo, sin molestarse en ocultar su irritación.

Él levantó las manos en señal de paz. —Tranquila, Sabine. Solo estábamos hablando.

—Pues ahora no— replicó Sabine, su tono cortante.

Karime, sintiendo la tensión, asintió y se disculpó antes de seguir a Sabine a un rincón más apartado. —¿Qué pasa?— preguntó, aunque sabía la respuesta.

—No me gusta verte con él— dijo Sabine, su voz baja pero llena de emoción.—Eres mía, Karime. Solo mía.

Karime suspiró, sintiendo una mezcla de frustración y emoción. —Sabine, no puedes ser tan posesiva. Estamos en un programa, no puedo evitar hablar con otros.

—Lo sé— admitió Sabine, su expresión suavizándose.      —Pero no puedo evitarlo. No quiero perderte.

Karime tomó las manos de Sabine, apretándolas suavemente. —No me vas a perder—, dijo, su voz llena de sinceridad. —Pero tienes que confiar en mí.

Sabine asintió, aunque la lucha interna era evidente en sus ojos. —Lo intentaré— prometió. —Pero te advierto, mis celos no se van a ir fácilmente.

Karime sonrió, sintiendo un calor en su pecho. —Lo sé, Sabine. Y de alguna manera, eso me gusta.

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La noche de la final llegó, y con ella, la inevitable separación. Sabine y Karime se abrazaron por última vez frente a las cámaras, sus corazones latiendo al unísono.

—Te esperaré afuera— susurró Sabine, sus labios rozando el oído de Karime. —No te olvides de mí.

—Jamás—respondió Karime, sus ojos llenos de lágrimas.

Y así, con un último beso robado en un rincón oscuro, se despidieron, sabiendo que el verdadero desafío apenas comenzaba.

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