No sé qué es más incómodo, el silencio desde hace diez minutos o la mirada de este sujeto. Me urge que salga para poder seguir leyendo, tampoco es que haya clientes, porque si mi vista cansada no miente son como las una de la madrugada. No es que no pueda salir de esta situación a mi antojo ni nada parecido, solo quería ver hasta qué punto íbamos a llegar.
Un vistazo a mi muñeca es todo lo que necesito para saber que no tengo por qué seguir con esta situación ridícula, mi tiempo es bastante acotado con trabajos, contratos, planos, etc. No es que lo vaya a echar. Me saca de cinco a diez centímetros (en el mejor de los casos), se ve con una construcción física más grande que la mía y no voy a empezar peleas que no voy a ganar (Sin mencionar que todo ingreso monetario es bien recibido).
—Así que…—le echo un vistazo de arriba a abajo, buscando algún aspecto del que me pueda burlar, no hay nada, bueno, además de ese pelo celeste algodón de azúcar, ¿este tipo se cree idol? Mínimo una versión masculina de Marge Simpson. Tampoco es que pueda decir algo al respecto, no he retocado la tintura de mi pelo, así que se notan las raíces negras. Al no tener material incitador, continúo con algo igual de efectivo que un comentario superficial—¿Vas a pedir algo o solo vas a admirar mi bello rostro?—.
Este bastardo solo me arrugó el entrecejo levemente, sin más reacción. Tan atractivo que es y tiene las expresiones de una papa o solo es que desagrado su panorama, lo que considero un insulto directo.
—Un té de lavanda— Más encima tiene una buena voz, lo que faltaba con estos pomposos ricos.
Un hombre tan cincelado que se ve altivo y toda la cosa ¿se va a tomar un té de lavanda? Se creerá británico o algo por el estilo, sobre todo ¿Quién pide un té en una cafetería? Está ahí para los ancianos y pretenciosos europeos, aunque suena más como el segundo.
—Mjh— Un asentimiento es lo único que necesita para ir a sentarse —¿Nombre para el pedido?—.
Parece dudar unos segundos como si le generara extrañeza una pregunta de rutina, a lo mejor no suele salir tan a menudo, porque si bien aquí la gente no se acumula tanto con las personas estéticas como en Corea para que lo estén persiguiendo todo el tiempo en todas partes, no sería raro que tuviera sitios de confianza que visite frecuentemente, aquellos en los que tengan memorizado su pedido y nombre o tal vez por su poca reacción social acostumbra a hacer este tipo de cosas en su casa.
—Soy el único aquí— Lo dice con tanta obviedad que me resulta molesto.
Qué irritante, ya no puedo seguir con la sonrisa al cliente —Nombre—Una pequeña vuelta para ponerme trabajar en el café de este y terminar luego con esta interacción.
Escucho como agarra una silla cerca de la encimera. Es perturbador tenerlo a mis espaldas, observando cada uno de los movimientos que hago, minuciosamente, de pie a cabeza. No es que me tenga poca fe en temas del amor (no existen) pero no lo veo muy interesado en mí, más bien parece que en cualquier momento me va a apuñalar. Este tal “cliente” no podría ser más sospechoso. Llego un cuarto para las una, en un auto negro con vidrios polarizados, su traje azul y lentes. Lentes negros, de noche. Bicho raro.
Es como uno de esos detectives que muestran en las series americanas, hombres blancos, hegemónicos, con aires de misterio y que te dan esa sensación mortífera. ¿Tendrá de esos rayos láser? Como los ladrones de banco ficticios. Mejor aún, alguna arma de fuego. Ese tren de pensamiento ya no me es tan chistoso. Bueno, no es mi mayor preocupación, en este país las venden por docena en los almacenes y en frente de las escuelas.
Es aquel tono tan indiferente el que me saca de mis pensamientos —Asrahan—. No hay cambios en su tono de voz, no miente. Al verse como un hombre de negro, dudo que me dé su nombre tan fácil. Lo dice como si estuviera tanteando el terreno, a la espera de mi reacción a aquella respuesta. Tamborilea un poco los dedos, el sonido casi se pierde por las máquinas, mis oídos se agudizan en su dirección, a fin de cuentas al percatarse de que no obtiene algún tipo de reconocimiento de mi parte cesa el sonido y continua en la labor de mirarme fijamente.
¿Será algún tipo de celebridad? O por qué tanta insistencia en alguna identificación de mi parte. Extraño.
Es el rítmico sonido del reloj, un tic tac en compas que genera el ambiente, en donde las máquinas de café zumban. Es mi único acompañante por ahora, lo que me permite no perderme en mis pensamientos y que estos se llenen de las obligaciones que tengo que cumplir y los últimos retoques para la propuesta del Cremo. Ya que este hombre es igual que una planta, su única muestra de presencia es la mirada que me está quemando en la espalda.
—Pedido para”Asrahan”— Dejo mi obra maestra en la encimera, es magnífica, el balance perfecto entre diabetes y un paro cardiaco.
Mira mi café como si lo insultara, tal vez por la crema, bomba de matcha, jarabes de fresa y frambuesa… Por decirlo de alguna forma, todo menos lo que me pidió.
A su mayor muestra de acción esta noche, una sutil subida de ceja para proceder a mirarme desde su asiento. Totalmente, incrédulo por lo que le acabo de servir—¿Qué es esto?—Al parecer no puede conectar muchas neuronas, ya decían que la gente atractiva es hueca de cabeza.
Me inclino para mirarle desde cerca, lo más malicioso que me es posible—Un café— muestro mi mejor sonrisa de pedido al cliente para lograr una experiencia complaciente al consumidor. En mi opinión, digno del 50% de propina.
Más que el sutil cambio de expresión no tuvo mayor accionar, no me insulto ni golpeo. Mantuvo esa postura como el de un caballero de las novelas que leo a altas horas de la noche cuando no tengo más que hacer. Incapaz de agredir a alguien por la mínima ofensa, siquiera un grito o que llame a mi gerente, como lo ordenan las Karen. Solo una mirada fría con ese toque de paciencia casi búdica.
No tardo mucho en salir del café, con bebida en mano, agarrándola con una fuerza un poco innecesaria. Se colocó los lentes de bastardo pretencioso, soltó un suspiro y salió por la puerta. Al salir con paso firme no pego un portazo ni nada y si digiera que no esperaba al menos eso mentiría. Ahí va mi supuesta serotonina de la noche.
Ni siquiera me dejó propina el bastardo.
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No sé hacer separadores astetic así que nd.
Hice lo mejor que puede :> después de estar como tres días editando esto
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Té de lavanda.
Fanfiction-Pedido para"Asrahan"- Dejo mi obra maestra en la encimera, es magnífica, el balance perfecto entre diabetes y un paro cardiaco. Mira mi café como si lo insultara, tal vez por la crema, bomba de matcha, jarabes de fresa y frambuesa... Por decirlo de...