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Capítulo 2

Adelia Charlotte Bennett

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El viento soplaba fuerte a través de mis ventanas ocasionado que las cortinas de esta se levanten hacia el interior y la habitación adquiera una frescura increíble. Me encontraba recostada en mi cama mientras observaba el celular, regularmente prefiero estar en el exterior pero desafortunadamente mi cuerpo desea la total comodidad, ayer pase toda la noche estudiando y preparando algunos puntos sobre el modelo al cual el señor Wiston me había invitado, afortunadamente justo en el momento en que llegué a mi casa envió el tópico que se discutiría, todo eso me dejo bastante cansada, pero agradecía que el día de hoy no tuviera clases para así poder descansar un poco.

Mientras divagaba por las redes encontré una publicación un tanto interesante y más su titular y la información de la misma.

"El legado Russell de la mano con la ONU"

Debajo del mismo aparecía la imagen de un hombre pelinegro de espaldas levantando la mano hacia el público, parecía estar dando algún tipo de discurso o algo por el estilo, Observe la imagen por unos largos segundos hasta que mi queridísima madre entro a la habitación sin tocar, rápidamente tome las sabanas que cubrían la cama y las coloque sobre mi cuerpo, porque si, el calor estaba tan fuerte que termine quedándome solo en ropa interior de encaje.

— ¡Mama! —Grite con sorpresa colocando la pantalla del teléfono contra el colchón.

Ella solo observo mis movimientos y la situación en la que me encontraba.

—Llamé antes de entrar. —Señalo la puerta y se acercó a mí con una mirada de sospecha y el ceño fruncido. —Cariño, estabas tocándote mientras mirabas videos...—No la deje terminar.

— ¡Por Dios! Claro que no madre, estoy así porque tengo calor. —Llevo mis manos hacia el puente de mi nariz. — ¿Qué sucede?

—Bueno, no hay ningún problema con que lo hagas, de hecho a tu edad yo...—Volví a interrumpirla.

—No me interesa, mamá. No hablemos de esto, es incómodo para mí. —Ella suspiró.

—Tu padre llamó, quiere que vayas a la empresa y lo ayudes con no sé qué cosas de cifras. —Asentí recibiendo su mensaje para luego ver como se marchaba de la habitación.

Tener una madre de mente abierta es una total prueba de Dios. Me vestí rápido, solamente con un vestido corto color verde veraniego. Salgo rápido de la casa dirigiéndome directamente hacia mi auto, pero me detengo en cuanto veo como un deportivo rojo se acerca por la entrada, es extraño, pues no conozco a nadie de mi familia que tenga tan pésimo gusto para los autos. Este se estaciona no muy lejos de mí y veo como la puerta del copiloto es abierta por una alta y hermosa mujer de cabellera marrón, Va vestida con unos Short Blancos y una camisa de rayas azules y unas zapatillas blancas.

La mujer dirige su mirada hacia mí y veo como se pone histérica de inmediato. No puede ser.

— ¡Lía! —Literalmente corrió hacia mí y me rodeó con sus brazos, yo aún estaba un poco sorprendida mientras veía al hombre que se acercaba a nosotras con una gafas de sol cubriendo sus ojos.

—Yelena. —Susurré finalmente correspondiendo su abrazo.

Mi hermana mayor se separa y me observa rebosante de felicidad. Haces dos años que no vive con nosotros, se mudó de ciudad y ejerce como médico en uno de los mejores hospitales de Toronto. Estudio su rostro identificando pequeños cambios en ella, se ve más radiantes que nunca.

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⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

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