Giyuu Tomioka

63 11 3
                                    

Mi nombre es Tomioka Giyuu y se supone que soy un chico normal... o al menos finjo serlo.

Desde que tengo uso de razón, soy incapaz de sentir cualquier sentimiento... sea malo o bueno, no se que es ser feliz, no se que es estar triste, enojado o incluso enamorado.

siempre ha sido así, no soy capaz de sentir tristeza o miedo, incluso cuando mi padre falleció... ¿soy un moustro?

-hermanito -escuche la voz de mi hermana mayor-

-¿si? -solo miraba la tumba de mi padre-

-hay que ser fuertes -mi hermana se agacho para abrazarme- hay que hacerlo por el.

Solo asentí con la cabeza mientras regresaba el abrazo, en realidad no estaba triste o deprimido... simplemente no sentía nada.

Mi hermana solía llorar todas las noches, no solo por la muerte de nuestro padre, sino también por que yo jamas sonreía, lloraba o reía, solo leía encerrado en mi cuarto sin expresión alguna.

-madre, no se que hacer -mi hermana sollozaba intentado abrazar a nuestra madre- el no esta bien.

-a mi no me importa! -mi madre empujo a mi hermana-

-pero madre! -trato de hablar-

-no me importa lo que te pase a ti o a ese niño! -grito tomando su bolso- me voy a trabajar...

Mi madre se fue dejando a mi hermana llorando en el piso, yo estaba escondido de tras de la puerta, debería sentir miedo, tristeza o incluso enojo... ya que mi madre no nos amaba, pero sentí ¿lastima por mi hermana?

-¿Tsutako? -llame su atención-

-oh, Giyuu -comenzó a limpiar sus lagrimas- 

-¿te encuentras bien? -pregunte sabiendo la respuesta-

-si, no te preocupes por mi -hablo mientras se levantaba- ve a tu habitación, por favor.

-parece un perrito indefenso -pensé para mi mismo- esta bien.

-eh, antes que te vayas -Tsutako hablo llamando mi atención- ¿que quieres para cenar?

-Salmón con daikon -conteste sin  siquiera mirarla-

oOo

 Nunca fui un niño sociable o popular, mas bien era reservado ya que solo me importaba sacar buenas notas, gracias a eso jamas logre hacer amigos, de hecho solía ser molestado.

-cara de rata! -escuche la voz de un niño-

-¿necesitas algo Iguro? -pregunte enarcando una ceja-

-por fin cambias un poco tu expresión de idiota -comento riendo- ya no pareces tanto un robot.

-pero no deja de ser horrendo -otra voz se unió-

-¿crees que si lo golpeamos se arregle su horrible rostro? -hablo el chico pelinegro cerrando su puño-

-tendremos que comprobarlo -contesto el otro niño acercándose a mi-

Ellos me golpearon hasta que se cansaron, la verdad no me importa pero a mi hermana si, no quería molestarla así que yo tenia que curarme a mi mismo, decidí ir al baño para intentar limpiar la sangre que  tenia en mi uniforme para no llegar así a mi casa.

-no creo que se quite solo con agua -escuche la voz de un niño a mis espaldas-

-uh okey -conteste dejando de limpiar mi camisa-

Dulce mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora