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Narrador omnisciente

Elizabeth corría por las frías calles de Seúl, emocionada, por fin tenía la edad suficiente para volverse aprendiz Kpop. Desde que tenia uso de razón la música la atrapó, se atrevía a decir, que incluso antes de nacer.

Su madre era una maestra de canto, aunque también le apasionaba el tocar diversos instrumentos clásicos , y ella tenía la fortuna de haber heredado la pasión por los instrumentos también. Desde pequeña demostró interés por el violín, el piano, la guitarra y violonchelo, su madre con mucho cariño y paciencia le enseñó todos sus conocimientos.

Mientras que su padre, un empresario dueño de una franquicia de hoteles, le heredó la pasión por la lectura, la escritura y los idiomas.
Compartían como mejor momento del día cuando el mayor leía diversos libros a la menor antes de ir a dormir en los diversos idiomas que él conocía.

Aunque si era totalmente sincera también revelaría que le encanta cuando enloquecen a la familia hablando en otro idioma solo para chismear sin ser atrapados y mejor aún, tramar alguna travesura.

Había salido de la escuela y tomado el primer camión que la acercara a su destino, pues ya se le había hecho tarde y no podía darse el lujo de esperar la ruta 3, la cual la dejaba a 1 cuadra de la empresa, si quería llegar a tiempo. Es por eso que corría desde 4 cuadras atrás para llegar a tiempo, quedando 5 min cuando por fin había llegado a la entrada del edificio. El logo JYP, en las puertas corredizas de este, las cuales se abrieron dándole la bienvenida.

Se acercó a recepción bajo la atenta mirada del guardia de seguridad, quien se acercaba sigilosamente a la chica. Mencionó venir a las pruebas para ser aprendiz de la empresa y la bonita chica detrás de la barra le ofreció un cartel con su nombre y otro con el número 23.
Completamente segura y animada se encaminó por el camino señalado anteriormente por la recepcionista en camino a la sala de prueba.

Espero paciente y cuando fue su turno se presentó nerviosa, comenzando su prueba.  Las cosas, aunque se desarrollaron bien terminaron fatal.

Pues un juez se burló de su nombre diciéndolo mal a propósito, hizo algunos comentarios xenofóbicos, señalando de que a pesar de ser hija de un coreano su familia había perdido el honor al permitir que la nombraran de una manera extranjera.

De igual manera atacó por completo la figura de la chica, quien pesaba sanamente 5 kilos más para su altura. Minimizó el esfuerzo de la chica lo largo de los años diciendo que miles de niñas soñaban pero solo unas cuantas, con verdadero talento, lo lograban. Expresándole que ella era de las que fracasaban.

"Las personas con sobre peso, con talento deplorable y mala pronunciación no deberían de soñar tan alto"

Esas crueles palabras dirigidas a su pequeña yo de 15 años jamás las olvidaría. Se retiró del edificio completamente derrotada. Al llegar a casa, la soledad le abrumó y aunque quería llamar a su madre y pedirle que regresara a casa no lo haría, que ella fracasara no le daba el derecho de arruinar los buenos momentos de su mamá.

En cambio llamó a su mejor amigo, quien ni corto ni perezoso se dirigió a su casa a consolarla con una tarde llena de helado y un maratón de películas Disney.




2 años más tarde,

La chica se encontraba en su practica de violín, tendría una presentación en la escuela, se vio interrumpida cuando tocaron la puerta, notó a la jefa de la clase en ella, quien le avisó que ya era hora. Miró su celular antes de salir, mensajes de su mejor amigo brillando en la pantalla.

Eighteen • H. Hyunjin SKZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora