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Había pasado una semana desde la emocionante excursión de la universidad y, como estaban en su segunda semana de vacaciones, Jimin y Jungkook estaban disfrutando de salir juntos y descubriendo nuevos lugares.

El martes, se aventuraron a un parque de agua que, vaya Dios, jamás pensaron que disfrutarían tanto. Se lanzaron por toboganes, chapotearon en las olas y jugaron hasta quedar agotados, sin ganas, de siquiera hablar, de lo agotados que quedaron. La diversión fue tan intensa que sus risas resonaban por todo el parque.

Al día siguiente, fueron a patinar sobre hielo, importunándoles poco el cansancio por el día anterior. La pista estaba iluminada con luces brillantes y música animada que llenaba el aire de energía. Desde el principio, los dos jugaron y patinaron con emoción, tomados de las manos. Se empujaban uno al otro con bromas y risas, disfrutando cada momento juntos en ese ambiente vibrante.

Al final del día, decidieron ir a comer comida callejera mientras revisaban todas las fotos y videos que habían tomado. Y se reían a carcajadas al ver algunas imágenes divertidas y otras en las que se veían adorables juntos.

Sin embargo, desde el día anterior dejaron de verse para pasar tiempo con sus familias y así pasarían dos más. Aunque no fue Jimin quien lo decidió —ni siquiera lo había pensado—, porque lo último que quería era separarse de su novio. Aun así, no se arrepintió de nada.

Pasó un día maravilloso con su hermana menor y sus padres en un parque cercano a casa, disfrutando de un improvisado pícnic donde jugaron y compartieron recuerdos. Sus padres le recordaron momentos graciosos de su infancia.

Que ni siquiera Jimin recordaba y se había negado a que él había comido tierra con una sonrisa en la boca y había pasado días llorando porque su guapo vecino, el cual le había gustado desde la primera vez que lo vio y era como 14 años mayor que él, lo había rechazado.

Por otro lado, Jungkook disfrutó viendo novelas turcas con su abuela y compartiendo tiempo con su perro Bam. Juntos hicieron un delicioso pastel de chocolate, del cual guardaron una porción especial para Jimin para cuando él fuera a casa. Y decidieron después hacer otro pastel para que Jimin también pudiera llevarlo consigo, para su familia.

Sin duda, ambos tuvieron días encantadores, llenos de amor y risas con sus familiares.

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Ya era domingo, el último día de sus vacaciones, y Jimin no estaba feliz. Odiaba la universidad, lo último que quería hacer era estudiar, pero sabía que era inevitable.

Sin embargo, había un rayo de sol en su día: ver a su precioso novio, después de tres interminables días. La espera había sido una tortura, y su corazón latía con fuerza solo de pensarlo.

Justo cuando estaba por vestirse luego de tomar una ducha para ir a casa de Jungkook, su madre abrió la puerta de golpe, haciéndolo sobresaltar.

— ¡Dios mío! ¡Ponte ropa! —exclamó Jihyo, suspirando con una mezcla de exasperación y diversión—. Perdónalo, Jungkook… aunque seguro no es tu primera vez viendo al pejelagarto desnudo.

Al oír el nombre de su novio, Jimin se sonrojó como tomate. Al girar la cabeza, vio a Jungkook detrás de su madre, mirando hacia otro lado con las mejillas coloradas. En un movimiento rápido, se puso su bóxer y unos pantalones.

— Oh, veo que son muy tímidos —Jihyo sonrió de lado—. Los dejo, Jimin recuerda organizar tu habitación… ¿Kook, gustas quedarte a comer?

— S-si, gracias —respondió Jungkook sin atreverse a mirar.

Jihyo asintió feliz porque su yerno se quedaría a comer y se fue riendo por lo bajo.

— Y-ya puedes mirar —dijo Jimin mientras terminaba de ponerse su camisa.

NERD AND POPULAR い JIKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora