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Sin darme cuenta se habían hecho las dos de la mañana en comisaría y yo seguía hundido en informes y casos con mi café 90% leche como única compañía. Al menos hasta que el sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos.

— Gonzalo ¿todavía estás aquí?

Un compañero que tenía turno de noche.

— Ah si. Me distraje viendo informes sobre la banda que está causando tantos problemas últimamente.

— ¿Acaso sabes que hora es?

— Serán las doce, por ahí ¿no?

— Son las dos y media de la mañana.

Mi turno acababa a las 11, pensaba que solo iba a alargarme una hora ¿En que momento son las dos y media de la mañana?

— Mi mujer me va a pedir el divorcio.

— Si te vas ahora quizás puedas evitarlo. Lárgate. - El compañero me quitó el café para luego salir de la habitación y dejarme solo de nuevo.

Después de recoger todo el papeleo que había desordenado y salirme de servicio, en el coche solo podía pensar en qué decirle a mi esposa para que no me rebanara el cuello. Seguro que estaba muy enfadada.

Efectivamente, cuando abrí la puerta de casa en silencio y lo único que vi fue una expresión cansada pero muy enfadada en frente de mi y en pijama, mis sospechas se confirmaron.

— Gonzalo ¿Sabes que hora es? - Me lo dijo susurrando, lo cual indica que el niño está dormido.

— Lo sé, te dije que dejaría de alargarme las horas pero últimamente hay casos importantes y es mi oportunidad. - Me acerqué a ella abrazándola con intención de romper la tensión del ambiente y lo conseguí, porque lo correspondió a regaña dientes.

— Sabes que no lo digo por mi. Sé que es tu trabajo, pero ¿como le explico al niño que llevas cuatro días sin darle las buenas noches?

Mi trabajo no me permite estar mucho en casa, por lo que desde que me empezaron a meter en casos más importantes, veo a mi hijo solamente las últimas horas del día, aunque últimamente eso tampoco se daba.

— Lo compensaré, le puedo pedir a mi jefe un día libre o trabajando en casa y estaré aquí con vosotros.

Mi mujer solo asintió con la cabeza, aunque ella es consciente que no era la primera vez que decía eso y no lo cumplía, ya sea por que me llamaban de urgencia o porque algo surgía en comisaría en que me necesitaban. Pero ese día me prometí que lo cumpliría.

— Ve a decirle buenas noches, yo me voy ya a la cama. - Me dijo ella, alejándose de mis brazos pero dejando un beso cálido en mi mejilla antes.

Y eso hice, dejé mis cosas cambiándome a mi ropa cómoda para dormir y entré haciendo el menor ruido posible a la habitación de mi hijo, decorada con posters de distintos dibujos animados, juguetes tirados por el suelo y alguna foto familiar.

Me acerqué a su cama donde estaba dormido, abrazando el mismo peluche de siempre, el que yo le regalé por su cumpleaños. Y no pude evitar sonreír, hasta que lo vi moverse un poco y abrir con dificultad los ojos confuso.

// 𝐏𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐟𝐢𝐧. // Isidoro navarro o Gonzalo. //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora