Prólogo: La luna tan cómplice

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Sombras. Demasiados. Incontables.

Solo risas que le erizaron la piel se oyeron, ocultas entre las grisáceas paredes que por más delgadas que eran, el sonido no fue lo suficientemente fuerte como para que el adulto llegara a oír. A mitad de la noche el ruido de los grillos habitan en la oscuridad, las calles desoladaa y rodeadas de una densa neblina ahuyentan cualquier indicio de vida.

Las almohadas y el cubrecama siendo apretados con inmensa fuerza dolorosa provocaron que sus nudillos heridos quedaran de un tono fantasmal casi inhumano. Movió sus inquietas piernas reclamando paz al compás de su mente. Jyaku intentó calmarse como si Dios le tuviera piedad luego se tantos años, pero esta tampoco fue la ocasión.

Un grito silenciado retumbó en lo profundo de su garganta. Se siente asfixiada por una mano que sabe que no puede tocarla por tanto tiempo. Cerró los ojos tan fuerte que sus lágrimas indeseadas recorrieron cada rincón de su piel, sintiéndose ahogada. Quiso apaciguar sus sollozos mordiendo sus labios.

¿Algún día acabará? No aguantaba más pasar noches así, con la presencia de mínimo seis encima. Jugaron con sus rizos, disfrutando el dolor ajeno cuando tiran con más fuerza. Disfrutaban de verla así. Vulnerable e indefensa, como un pequeño cachorro suplicando misericordia.

¿Cuándo la dejarían libre? Suplicó aún más en vano, no querían desperdiciar su tiempo. Les encantaba destruirla. Verla a su merced les regalaba autoridad y poder, ¿por qué desperdiciarlo?

Ya no aguantaba más, sentía que sus fuerzas se agotaban y el aire por segundos no pasaba. ¿La estaban asfixiando? No lo sabía, no tenía noción de sus sensaciones y el tiempo. Solo deseaba que la noche llegara a su fin, esa, y todas las demás.

La luna fue testigo de lo sucedido. Tan culpable del dolor como las paredes. El lado oscuro de la luna observaba con una lentitud que no intervenía. Las preguntas se desbordaban por los lados destruidos cual copa de vino.

 Las preguntas se desbordaban por los lados destruidos cual copa de vino

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Ok, ya está este prólogo. Es un tanto corto, pero creo que capta la esencia de su don y un poco de su tortura.

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