14.

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Malena agarró sus cosas y nos miró.

-Me voy a trabajar -dijo ella. -Se cuidan, eh. -Y se fue. Miré a Guido mientras me mordía el labio. No podía explicar lo hermoso que estaba, con su pelo todo despeinado.

-Me voy a bañar -dije, dándome la vuelta y dándole la espalda para ir a mi cuarto a buscar qué ropa iba a usar en el trabajo hoy. Guido me siguió y me miró, abrazándome por las caderas.

-¿Nos podemos bañar juntos? -preguntó mientras me besaba el cuello y me retorcía un poco.

-Bueno, está bien -respondí, dándome la vuelta y mirándolo a los ojos.

Él sonrió y yo le regalé una sonrisa. Estaba por explotar de la emoción; qué chabón tan lindo, Dios, le comería la boca veinticuatro siete. Preparé mi ropa y, para que los chicos no me preguntaran por mi cuello, elegí un suéter que lo tapara y lo dejé preparado en la cama. Nos fuimos directo al baño.

Abrí la canilla del agua caliente y ambos empezamos a besarnos, ayudándonos mutuamente a sacarnos la ropa. Nos separamos y nos metimos a la ducha. Nuestros cuerpos estaban pegados y nos besábamos rápido mientras movíamos nuestras lenguas.

De repente, escucho que alguien golpea la puerta.

-¿Qué pasó, Male? -dije mientras me separaba y Guido me besaba el cuello.

-Vino tu vieja, está subiendo -dijo Malena.

-¿QUÉ? -exclamé mientras me separaba de Guido y cerraba la canilla.

-¡Apurate, boluda! Me voy al living. -Por suerte, este departamento era tal que, si salías en bolas del baño, no se veía desde el living. Fui con la toalla alrededor de mi cuerpo a cambiarme en la habitación, mientras Guido se cambiaba en el baño.

Acomodé el cuello del suéter bien arriba. Terminé de vestirme, me arreglé y fui al baño a secarme el pelo con el secador. Apenas terminé, fui al living a recibir a mi mamá.

Había llegado con mi hermano.

-Ay, mami, no sabía que iban a venir; me hubieran avisado -dije mientras los abrazaba.

Malena nos miró y se fue. No sabía adónde meterme, ya que en el departamento estaba Guido, y tarde o temprano iba a salir del baño. No sabía cómo explicarles eso. Y así fue: Guido salió del baño.

-Bueno... ma, él es Guido Sardelli, es uno de los chicos de la banda donde trabajo. Es mi jefe y ahora estábamos por hacer algo -dije mientras la miraba a ella. -Guido, ella es Claudia, mi mamá, y él es mi hermano Ignacio. -Ambos se saludaron.

-Un gusto -dijo Guido, saludando a mi mamá y a mi hermano.

-Lucía, mira qué pibe; este sí tiene músculos, no como joaquin -dijo mi hermana.

-¡NACHO! -exclamé, sonrojándome.

-Perdón, Lulu.

-¿Quieren tomar algo? -pregunté con una sonrisa, a la vez que sentía nervios porque tenía a Guido y a mi mamá en el mismo lugar, pero intentaba mantener la calma.

-Malena me contó a detalle lo de tu ex, lo que paso. -dijo mi mamá. Suspirá y rodé los ojos.

-Ma, terminamos hace dos meses él y yo. Ya está, me tiene medio las bolas llenas, pero ya está; me chupa un huevo.

-Me dijo que vos siempre te las vivías ocupada, pobrecita, ambos con cosas totalmente diferentes -dijo mi mamá abrazándome.

-¿Hasta cuándo están acá? -les pregunté.

-Y... tu hermano me rompe las bolas con que quería ver un partido, así que lo traje para ver el partido mañana. Después, cuando termine, ya nos vamos -respondió mi mamá.

Guido me miró y me sonrió levemente.

-¿Qué les parece si comemos algo para conocernos? Aparte de ser su jefe, soy su amigo. Va... su mejor amigo, ¿cierto, Lu? -dijo él, mientras lo miraba y asentía.

-Eso, ma. ¿Quieren salir a comer o prefieren comer acá? -dije, conocía la respuesta de mamá, y sabía que ella odia salir.

-Comemos acá, así no hacemos tanto quilombo.

Agarré mis cosas y miré a Guido.

-Mami, no te quiero echar ni nada, pero tenemos que ir a trabajar. ¿Dónde tienen el lugar que se hospedan? Así los llevamos.

-Ay, corazón, no es tanto. Igual recién pedimos el Uber. -Nos saludamos y se fue.

Suspiré y abracé a Guido.

-No quería que conocieras a mi mamá de esa forma -dije mientras lo miraba, y él me sonrió sin mostrarme los dientes.

-No te preocupes -respondió él-. ¿Vamos al estudio?

Salimos de mi departamento.

-Quiero adoptar algún animal, pero no sé... -dije mientras ambos entrábamos al ascensor que empezaba a bajar hasta el estacionamiento.

-Aww, qué tierna -dijo él, riéndose.

Nos subimos al auto, y él puso su mano en mis muslos. Me hacía sentir tranquila.

El camino fue silencioso, pero eso no nos incomodaba. Yo me sentía tan feliz con lo que pasó anoche; cada beso, recordar cada cosa me hacía sentir tantas cosas por él.

Lo amaba y con todo.

Llegamos al lugar, nos bajamos y me di cuenta de que Guido intentaba dar pequeños roces con nuestras manos. Así que agarré y entrelazé nuestras manos.

Cuando entramos, Guido corrió hacia sus hermanos.

-¿Todo bien? -preguntó él con una sonrisa.

Me acerqué a Gastón y Pato, los saludé y les regalé una sonrisa.

Los chicos me indicaron mi lugar y empezaron a hablarme del Vélez. Sonreí y empecé a hacer mi trabajo. En eso, daban vueltas unos mates.

Hasta que llegó Marcos.

-¿Todo bien? -dijo Marcos mientras nos saludaba.

Puse mis manos al costado del banco y sentí cómo Guido puso su mano con la mía.

-Sí, sí, ¿y vos, Marcos? -dije mientras lo miraba. Pero la mirada de Marcos se fue directo a nuestras manos. Saqué mi mano de la de Guido y sonreí.

-Me alegro, sí, sí... -se despidió y fue a su lugar.

-¿Cómo hacés para estar con una polera de cuello largo con el frío que hace? -dijo Pato, mientras Gastón se reía.

-Tengo frío igual -respondí, y seguí trabajando.

Al fin terminé y guardé mis cosas.

-¿Querés que te lleve a casa? -dijo Guido, colocándose enfrente mío mientras acomodaba un pelo detrás de mi oreja.

-Dale -respondí con una sonrisa.

Y así fue. Fuimos al auto, y Guido otra vez puso su mano en mi muslo mientras yo miraba los edificios de Palermo.

Llegamos al edificio y me bajé del auto, fui del lado de Guido.

-No me hagas más marcas que tus hermanos después me descansan.

-Y... ¿viste cómo se puso Marcos?

-Celoso -dije mientras me reía.

-Mmm... no sé, cada uno está en la suya... -dijo Guido mientras se reía y se fue.

Llegué a casa y me encontré con Malena.

-¿Coge bien Guido? -preguntó Malena, y suspiré. Otra vez con el descanso.

Aunque me acordaba y le daba la razón.

-Sí. Lo único que voy a decir, ni detalles te voy a dar.

-Al fin, amiga, ya te tocaba -dijo Malena y me abrazó-. Vos sabés que yo te quiero mucho, ¿no? Y que sin vos yo me muero.

Le correspondí el abrazo y sonreí.

𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 𝐫𝐨𝐜𝐤. || 𝐆𝐮𝐢𝐝𝐨  𝐀𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora