Capítulo 10

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Mark se había puesto el despertador a todo volumen para no quedarse dormido. Cuando sonó se levantó de un sobresalto, se incorporó de inmediato y se estiró para desperezarse. Chris siempre se levantaba temprano para salir a correr, decía que un hombre siempre debía estar en buena forma.

Miró por la ventana para ver el tiempo que hacía. Adoraba los climas así, era una temperatura agradable. Buscó unos pantalones por el suelo, pero estaba todo limpio. Pensó que Chris lo habría ordenado, detestaba el desorden de Mark.

Miró en su maleta, ya que aún no la había desecho, pero también estaba vacía, no había ni rastro de su ropa. Miró bajo la cama, entre las sábanas, pero ni rastro. Abrió el armario con la esperanza de que Chris se lo hubiera colocado. Estaba vacío, excepto por una camisa y unos pantalones doblados.

Mark agarró la camisa, era una de esas de Jackson que tanto odiaba, solo que aquella era el doble de horrenda. De cuadros marrones y verdes, posiblemente la prenda de vestir más horrorosa que había visto jamás. En el bolsillo había una nota. La desdobló y leyó su interior. "Por cortesía de tu querido Corgi". Mark entrecerró los ojos, le había robado toda su ropa y le había dejado aquella camisa y esos pantalones.

Los pantalones eran mucho peores, parecían de tela de pana, no sabía de donde podría haber sacado Jackson algo tan horrible, porque estaba seguro que de él no eran. Pensó enseguida en B.J. No se pensaba poner tal cosa. Salió al pasillo con sus boxers nuevos, haciendo que todas las miradas se posaran en él.

Llamó enérgicamente a la puerta de Jackson, pero no hubo respuesta, así que giró el picaporte para poder entrar. La habían cerrado.

—Que hijo de puta... —dijo Mark para sí.

Volvió a su cuarto. Abrió el armario de Chris. También había sacado todo.

—¡Ah! Puto rubio cabrón. —maldijo Mark.

Miró con recelo la ropa que le había dejado Jackson. No podía seguir faltando a las clases. Cogió el pantalón con asco y se los puso. Le quedaban pesqueros, los calcetines se asomaban por sus tobillos. Intentó que la camisa le quedara lo mejor posible, pero con aquella prenda era imposible quedar bien.

Buscó sus converses por todos lados, pero tampoco había rastro de ellas. Solo unos feos zapatos de piel marrones con cordones. Mark al verlos sintió la extrema necesidad de quemarlos, pero necesitaba zapatos para ir a clase. Resopló fuertemente y se los puso.

Solo sería la primera hora, después buscaría al imbécil de B.J para que le devolviera sus cosas, seguramente estarían en la habitación de Jackson. Su mochila tampoco estaba, cogió sus libros y salió pitando a clase. Parecía un cerebrito salido del club de ciencias, solo le faltaban unas gafas y unos tirantes para parecer Steve Urkel.

Caminaba deprisa con el único deseo de meter aquellos zapatos en el culo de Jackson. Entró en clase de Francés refunfuñando, cuando se topó de golpe con alguien. Le miró con mala cara.

—Mira por donde... —se calló al reconocer a Mark. —Vaya tú otra vez.

A Mark le costó recordar quién era, pero aquella mirada creída le hizo recordar inmediatamente al tipo de la cafetería. Tom le miró de arriba abajo y sonrió ampliamente.

—Perdona, ¿Quién eres? —preguntó Mark haciéndose el tonto.

—Lo sabes perfectamente. —repuso Tom de mala gana.

Mark entrecerró los ojos con gesto pensativo.

—Ah sí... ¡Bob! ¿Qué tal te va? ¿Pudiste hacer solito tu trabajo? —preguntó con una mirada divertida.

Sólo dos cosas - 爱 // MarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora