5

2 1 0
                                    


Lavaré mí la cara, enfrentare al espejo una vez más, miraré mis ojos cansados, mis labios partidos e intentare ignorar el rincón oscuro de mi mente, donde las sombras se entrelazan, la desconexión se cierne como un fantasma.

La mente y el cuerpo, dos mundos divergentes, se enfrentan en un duelo silencioso, la mente, inquieta y errante, navega por los mares de pensamientos,

sus velas hinchadas por la brisa de la imaginación.

Palabras fluyen como ríos desbordados, buscando un cauce donde anidar.

El cuerpo, mi prisión de huesos y carne, siente el peso de la existencia.

Sus músculos tensos, sus órganos en armonía,

pero ¿dónde está el alma que lo habita?

¿Dónde se esconde en este laberinto de piel?

La desconexión se manifiesta en susurros: el corazón late al ritmo de una melodía distante, los pulmones respiran el aire de mundos paralelos, y los ojos, ventanas al abismo, buscan respuestas.

¿Acaso la mente y el cuerpo son dos amantes separados?

¿O son dos enemigos que luchan por el control?

Quizás la verdad yace en la sinfonía de sus discordias,

en los momentos de quietud cuando se tocan,

cuando la mente se sumerge en la carne

y el cuerpo se eleva hacia los cielos de la conciencia.

La desconexión es un puente roto,

una brecha entre dos orillas.

¿Cómo reconstruirlo? ¿Cómo unir lo que parece imposible?

Así, en este rincón oscuro de mi mente,

donde las sombras se entrelazan, como un enigma que nos desafía a encontrar un puente entre estas dos dimensiones de nuestra existencia, así que ignorare este rincón para no sentirme miserable.

Un poco más y no habrá nada más, solo el silencio, ese testigo mudo de mi dolor.  

UN EXTRANJERO EN MI PROPIO MUNDOWhere stories live. Discover now