El atajo

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La noche estaba en su punto más oscuro cuando decidí tomar ese atajo a través del campo. La lluvia había empezado a caer de repente, una cortina fría y persistente que convertía el terreno en un lodazal. Caminaba con prisa, deseando llegar a casa lo más rápido posible.

Fue entonces cuando las vi. Tres figuras espectrales, apenas visibles a través del velo de lluvia, avanzaban lentamente hacia mí. Estaban envueltas en telas blancas y desgarradas, flotando como si no tocaran el suelo. A cada paso que daban, sentía que el aire se volvía más frío, más pesado.

Intenté convencerme de que era solo mi imaginación, que las sombras y la lluvia estaban jugando trucos con mis ojos cansados. Pero el miedo creciente en mi pecho me decía lo contrario. Estas figuras eran reales, y estaban acercándose cada vez más.

El campo, que antes me había parecido un atajo familiar, ahora parecía un laberinto sin salida. El sonido de la lluvia golpeando las flores secas y el suelo lodoso se mezclaba con un murmullo extraño que parecía venir de todos lados.

Las figuras se detuvieron a pocos metros de mí. Sus rostros estaban ocultos, pero podía sentir sus ojos huecos mirándome, juzgándome. El viento sopló con más fuerza, haciendo que sus ropajes ondearan de manera inquietante.

De repente, una de ellas levantó una mano, señalándome. Mi corazón latía tan fuerte que podía oírlo sobre el estruendo de la tormenta. Quise correr, pero mis piernas no respondían, como si estuviera atrapado en una pesadilla.

El murmullo se hizo más claro. Era una mezcla de lamentos y susurros, como si cientos de voces estuvieran hablando a la vez. Sentí una presencia pesada y oscura rodeándome, ahogándome. Las figuras comenzaron a acercarse de nuevo, y con cada paso, la oscuridad se volvía más opresiva.

No sé cómo, pero finalmente logré moverme. Retrocedí tambaleándome, mis pies resbalando en el barro. Corrí sin mirar atrás, el miedo impulsándome a través del campo, hasta que finalmente llegué a un camino asfaltado. Solo entonces me atreví a mirar atrás, pero las figuras habían desaparecido, como si nunca hubieran estado allí.

Llegué a casa empapado y temblando, sabiendo que nunca olvidaría lo que vi esa noche. Esas figuras no eran de este mundo, y lo que buscaban en ese campo era algo que prefería no descubrir jamás.

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⏰ Última actualización: Aug 08 ⏰

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