Prólogo.

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La mansión Morningstar se alzaba imponente en la cima de una colina, un monumento a la riqueza y el poder, con sus muros de piedra blanca y ventanales de cristal que reflejaban el sol como si fueran espejos

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La mansión Morningstar se alzaba imponente en la cima de una colina, un monumento a la riqueza y el poder, con sus muros de piedra blanca y ventanales de cristal que reflejaban el sol como si fueran espejos. En su interior, la opulencia se manifestaba en cada rincón: candelabros de cristal, obras de arte de renombrados artistas y una colección de antigüedades que contaba historias de generaciones pasadas. Sin embargo, en el corazón de esa grandiosidad, se gestaba un drama familiar que desafiaba incluso las más exquisitas decoraciones.

Michael Morningstar, el primer hijo de la familia, se encontraba en el amplio salón, rodeado de la atmósfera pesada que siempre precedía a las reuniones familiares. A pesar de ser el único allí, su presencia era innegable; su porte altivo y su mirada intensa lo hacía parecer un alfa natural, pero desgraciadamente el destino tenía otros planes y era un simple Beta del montón. Su cabello rubio caía desordenadamente sobre su frente, y sus ojos, de un azul profundo, parecían contener secretos que ni él mismo estaba dispuesto a revelar.

Su hermano menor, Lucifer Morningstar, entró en la habitación con una actitud despreocupada. Era un alfa en todos los sentidos; y realmente no era lo más parecido a uno. Su carácter era suave y su enfoque hacia la vida era casi filosófico. Aunque eran gemelos, sus diferencias eran abismales. Mientras Michael irradiaba confianza y ambición, Lucifer parecía estar siempre en una búsqueda introspectiva, desinteresado por las expectativas que su apellido conllevaba.

"¿Vas a quedarte ahí todo el día, Michael?", preguntó Lucifer con un tono casi burlón, mientras se acomodaba en uno de los lujosos sofás de cuero. "Tal vez deberías considerar relajarte un poco."

Michael frunció el ceño. "¿Relajarme? ¿En una reunión familiar donde nuestro padre espera que demostremos nuestra valía? No tengo tiempo para eso." Su voz era firme, resonando con la determinación que había heredado de su padre, un hombre mayor cuyo carácter era tan fuerte como el acero. El patriarca de los Morningstar había construido un imperio basado en la educación y los negocios, y su legado pesaba sobre los hombros de sus hijos como una sombra constante.

"Siempre tan serio", murmuró Lucifer, pero su tono no era recriminatorio; más bien, era una aceptación resignada de la naturaleza de su hermano. "No todos los días son una batalla, Michael."

Antes de que el nombrado pudiera responder, su madre hizo su entrada. Era una mujer de belleza serena, con una dulzura que contrastaba con la rigidez de su esposo. Su sonrisa iluminó el salón, pero Lucifer conocía bien la dinámica: su madre era el equilibrio en un hogar donde la ambición y la competencia eran el pan de cada día.

"Queridos", dijo ella con una voz suave como la seda. "Es hora de que nos reunamos. Su padre está esperando."

Lucifer sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sabía que su padre tenía planes para ellos, planes que podrían definir el futuro de la familia Morningstar. Mientras caminaban hacia el comedor, donde la mesa estaba elegantemente dispuesta para la cena, Lucifer reflexionó sobre lo que estaba en juego.

Menos de 48 Horas para enamorarse. -AppleRadio, Omegaverse- Where stories live. Discover now