Sombras Ancestrales

Capitulo 1

Aldea de Tales:Año 580

Oscuridad es lo único que puede describir aquella noche. La luz de la luna no lograba iluminar ni la más mínima hoja de un árbol. Lo único que se escuchaba eran los pasos apresurados de un niño de complexión delgada, con el cabello algo largo y maltratado, que parecía ser blanco, aunque era difícil notarlo por la suciedad que lo cubría.

El niño seguía corriendo sin detenerse, parecía aterrorizado. Al parecer, estaba escapando de algo, pero ¿de qué?

A lo lejos, solo se oía una multitud de personas que lo perseguían desde hacía mucho tiempo. Lo único visible en la penumbra eran las antorchas que llevaban, con una luz penetrante y ardiente, destacando en la oscuridad de esa noche.

-¡Sigan buscando al mocoso,no debe de estar lejos!

Aquel hombre parecía estar sumamente molesto por la manera en que dio la orden; su voz revelaba la ira y el odio que sentía hacia el chico. La multitud que lo seguía emitió un sonido de aprobación antes de adentrarse en el profundo bosque al que el niño había huido. Pero, ¿qué hacía un niño de tan solo 5 o 6 años corriendo de una multitud sedienta de venganza?

En lo más profundo del bosque, podemos volver a divisar al niño, cuyo cabello, que parecía ser blanco, estaba manchado de suciedad y de algo que parecía sangre. La luna salió de su escondite entre las nubes, revelando la figura del chico, cubierto de pies a cabeza con heridas, mientras su frágil cuerpo temblaba y las lágrimas rodaban por su rostro.

-Mamá-Decia aquel pequeño niño entre sollozos y lagrimas-

En ese preciso instante, se escuchó un potente grito: "¡Encontré al mocoso!" exclamó uno de los aldeanos que perseguía al pobre chico. El niño, paralizado de miedo, intentó huir, pero no podía; sus piernas no respondían.

-Ahora verás, maldito monstruo-dijo el aldeano con profundo rencor.

De repente, las manos de aquel hombre se iluminaron con un brillo verde, un resplandor tan intenso que cegaba la vista. Con un movimiento rápido, extendió su mano en dirección al chico. En ese mismo instante, el suelo bajo los pies del niño comenzó a temblar violentamente, como si una fuerza oculta se agitara en su interior. De la tierra emergieron bruscamente lanzas afiladas, formadas a partir del suelo mismo.
Una de ellas perforó el muslo del niño, inmovilizándolo al instante. Un grito desgarrador escapó de sus labios mientras intentaba en vano liberarse y huir.

-Mamá, ¿por qué no estás aquí? -decía entre sollozos y palabras entrecortadas.

Apenas unos segundos después, el suelo cedió bajo su peso, generando un pequeño socavón. Aunque los aldeanos se escuchaban cada vez más cerca, el niño, a pesar de su dolor, volteó a su alrededor con desesperación. En su búsqueda desesperada, encontró un pequeño hueco en el que se escondió de inmediato, esperando que no lo descubrieran.

Los aldeanos no tardaron en llegar al lugar donde se había formado el socavón, pero no lograban hallar al chico. El niño solo podía mantenerse callado entre sus lágrimas, rogando porque no lo encontraran. El eco de sus gritos resonaba en el aire, llenando el bosque con una mezcla de furia y desesperación.

Mientras se acurrucaba en su escondite, sentía el frío del suelo bajo su cuerpo y el latido acelerado de su corazón. La oscuridad lo envolvía, pero su mente seguía clara. Pensaba en la calidez del abrazo de su madre, en el consuelo que siempre encontraba en su presencia.

-¿Por qué a mí? -decía el niño en su cabeza mientras se tapaba la pequeña boca.

En ese momento, comenzó a sentir un sueño muy pesado. Se preguntaba a sí mismo por qué se sentía así. Se decía que no debía dormirse si quería sobrevivir, pero aquel cansancio se volvía cada vez más fuerte. Unas pequeñas marcas empezaban a aparecer en su delicada piel, pero estas aparecían y desaparecían constantemente, como un parpadeo. Después de unos minutos, el niño quedó dormido por el insoportable cansancio que sentía en su cuerpo. Mientras cerraba lentamente sus pequeños ojos, podía ver cómo las antorchas de los aldeanos se alejaban. En su mente, solo podía pensar en una cosa: "Mamá..."