Mi paz

Décimo Cuarta Parte

-Eric, sé que acabamos de vernos, pero por favor, dime qué Alanna ya regresó-

-No, aún no regresa. Por tu tono supongo que algo sucedió-

-Acaban de hacerme una denuncia en su contra, por robar información del neuropsiquiátrico dónde estaba internada Hannah. Hasta adjudicaron un vídeo de la cámara de seguridad que la compromete. ¿Tienes idea de qué estaba pensando?-

-¡Puta madre! Resurgió la investigadora-

-¿De qué estás hablando?-

-¿Ya se olvidó cómo la conocieron? Investigando. Si hizo eso es porque tiene una pista-

-Eric, tenga una pista o no, la denuncia está hecha. Si la encuentro, tendré que arrestarla. Al menos hasta esclarecer el caso-

-¡Entonces es perfecto! ¿Dónde estaría mejor protegida que en la estación de policías?-

-Tienes un punto-

-Aunque no le agrade, será lo mejor. Estaría custodiada-

-Debo reconocer que así es. Avísame cualquier novedad-

-Lo haré-

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Pasado el mediodía, Eric comenzaba a desesperarse. ¿Dónde estaría metida Alanna y por qué aún no aparecía? ¿Sería posible que el psicópata ya la hubiera encontrado y todo el tiempo que la estuvieron esperando, ella ya estuviera en su poder? Sin más preámbulo, salió de su casa a buscarla. Sin antes dejar una nota, avisando que se dirija a la estación en cuanto la lea. No sabía a dónde iría, pero ya no soportaba seguir encerrado entre esas cuatro paredes, sin hacer nada. Caminó unos pasos desde la puerta, cuando notó un auto casi en la entrada de su casa. Se acercó un poco para ver si necesitaban ayuda, pero el auto estaba vacío, lo observó un poco, cuando escuchó que detrás de él, alguien pronunciaba su nombre...

-¡Eric!- volteó a ver, para encontrarse con un polvo blanco esparciéndose por su cara, haciéndole perder la conciencia y arrastrándolo a un estado de confusión y somnolencia, quedando completamente sometido a la voluntad de... Quien fuera ésta persona.

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