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MATTHEW.

Desde niño siempre veía lo bueno en todo, siempre fui feliz con mis padres, teníamos una familia tan perfecta. Ser hijo único por mucho tiempo me había vuelto un poco malcriado, pero ¡es que daban todo lo que quería! Desde el jardín de niños tuve muchos amigos, pero mi mejor amiga siempre había sido Ellie Ficher.

Durante un tiempo, ella me parecía la niña más preciosa del mundo creo que incluso soñé con alguna vez casarme con ella, pero a lo largo del tiempo, comencé a verla como mi hermana. Seguía siendo preciosa, pero era como familia ahora.

Cuando teníamos nueve años, recuerdo que se nos unió al grupo aquel niño con el cabello castaño. Pensaba que no le caía bien; pero entendí al darme cuenta por cómo miraba a Ellie que seguro solo estaba celoso de nuestro trato y cercanía. Era bastante divertido ver como se le sonrojaban las mejillas cuando abrazaba a Ellie.

Lo peor, era que ella ni cuenta se daba, pero también lo miraba de la misma manera que él a ella, cuando hablaba con otras niñas, ella agachaba la mirada y dibujaba en su cuaderno con más fuerza de la necesaria.

Siempre fue divertido verlos, así durante los años, seguían las miradas pero no se decían nada más que algo fuera de lo normal. Actuaban como amigos hasta que llegaba yo, por ejemplo y le daba celos, causando que él se fuera a hablar con otras niñas, causándole celos a ella.

Siempre fue así.

Incluso cuando llegamos a secundaria, aunque la verdad me sorprendió ver que Ellie terminó saliendo con un chico por un largo rato y luego de eso, Luke comenzó a salir con un montón de chicas por ese rato. Hasta que ella terminó con el chico idiota ese que la llamó zorra dándole un golpe en la cara y luego remató Luke. En ese caso, o lo hacía él, o lo hacía yo.

Ellie siempre solía hablar de su prima, aunque no la conocía era tan normal escuchar su nombre, pero ese día especialmente, no parecía tan contenta por su prima.

—¡No me lo puedo creer! —susurraba a mi lado, fulminando con la mirada al chico que estaba sentado en la otra esquina del salón, creo que se llamaba Jack o algo así.

—¿Qué? —cuestioné, confusó.

Soltó un resoplido.

—Se estaba metiendo en nuestro grupo. —siseó. —Pero solo para pedirle a mi prima salir, ¡no puedo creer que ella aceptara! Es un idiota, no sé porqué, pero me cae tan mal. —se cruzó de brazos, sin dejar de mirarlo mal.

—¿Con tu prima Emma? —asintió.

—¿Quién más? —bufó.

—¿Qué no tiene diez años? —fruncí el ceño.

Ella por fin me miró, soltando una carcajada burlona.

—¿Diez años? —sonrió. —Tiene catorce.

—¿Es menor un año? —me reí. —Juré que se llevaban mucho más.

—Psst, que loco estás. —volvió a burlarse.

—¿O sea, que ella está en secundaria ya? —cuestioné curioso.

—Sí, desde el año pasado. —murmuró, viendo como Jack salía del salón.

—La verdad, si parece ser un idiota. —admito.

Desafiando Las Sombras del Amor (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora