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EMMA.

Suspiré con fastidio, mientras el profesor de inglés continuaba explicando algo de la clase que no entendía completamente bien. Sí, no sé a cuantas personas les pasa, pero en los idiomas y más que todo en matemáticas, era una completa fracasada.

Se me daba horrible.

Mi mejor amiga estaba a mi lado, súper centrada en lo que decía el profesor. Aunque ella no comprendía tan bien, si se empeñaba en prestar atención porque quería un buen promedio ya que amaba la medicina. En cambio yo, me quejaba en mi mente y me ponía a dibujar cosas sin sentido atrás de la libreta.

Eso pasaba siempre en esta clase, ya que ese lujo no lo puedo hacer en matemáticas. La profe que nos da, es una tronchatoro del horror, es como un monstruo encarnado en una humana alta, regordeta y con mala cara. Daba muchísimo miedo, incluso a mi.

Hannah anotó todo lo que el profesor dictó y yo me copié mientras él seguía explicando. Media hora más tarde, se acabó la última clase del día y sin embargo, seguía sin sentirme completamente bien, estaba de mal humor.

Hannah -mi mejor amiga-, había salido hace como cinco minutos más o menos a buscar a mi prima y gran mejor amiga también. Ellie era un año mayor que nosotras y estaba en último año con nuestro mejor amigo Luke. Suertudos que no ven clases con tronchatoro.

Aburridísima, pegué prácticamente la frente en la mesa, quería irme ya pero no queria esperar afuera porque me parece mucho peor. Eso de estar rodeada de gente no me gusta tanto. Ya estar en un salón con más de veinte personas me parecía una locura pero tenía que aceptarlo.

Al cabo de unos minutos que me parecieron eternos, llegaron ambas, riéndose muy a gusto mientras yo me desangraba casi literalmente.

—¡Aleluya! —exclamé, poniéndome de pie. —¡Creí que venían en burro!

Ellie frunció el ceño y sacó su celular. Enarcó una ceja y luego me sonrió.

—Ya me parecía extraño tu humor de mierda. —se burló y torcí el gesto.

—Se ha pasado todo el día distraída. —dijo mi mejor amiga riéndose. —Por un momento creí que se había enamorado y todo.

Ambas rieron y yo fruncí el ceño.

—Por Dios, claro que no. —me colgué la mochila. —Eso si que no.

Las tres reímos y salimos del salón mientras Ellie nos comentaba algo sobre su clase y una pelea con su profesor de deportes y los chicos de su salón. Claro, hasta que me detuve en seco cuando Hannah preguntó con inocencia a que casa iríamos hoy. Ambas me miraron con rareza.

—¿Y ahora que te pasa? —cuestionó Ellie, frunciendo el ceño.

—Joder, joder. Olvide que Luke nos llevaría a su casa hoy.

Ambas abrieron los ojos, con burla.

—A juzgar por el tiempo que ha pasado desde que salimos, debe estar en el estacionamiento, sudado y súper cabreado. —se burló Ellie.

Hannah y yo compartimos una mirada curiosa.

—¿Sudado? —preguntamos al unísono. Ellie carraspeó y alzó ambas manos, causando que se notara su cintura porque se le subió su camisa de deportes.

—Hoy hicimos deportes, debe estarlo, ¿o no? —se defendió.

Asentí.

—Claro. Iugh, es verdad que suda tanto... —hice una mueca con los labios.

—Vale, si. ¡Pero debemos apurarnos! Después se puede enojar más y nos deja aquí. —habla Hannah.

Ellie rió.

Desafiando Las Sombras del Amor (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora