01

2 1 0
                                    


–!Estoy harto de ti! –grité, mientras contenía mis lágrimas y apretaba la mandíbula para no verme débil–. Igual que siempre en cada discusión que tenía con mi madre. De verdad, estaba  realmente cansado de que ella siempre lograra lo que quisiera conmigo.
– Mamá, siempre he hecho lo que tú has querido al apar de lo que dices, pero alguna vez te has preguntado, ¿Qué es lo que yo quiero? –se limitó a dar un grito más–.
– Aunque supieras lo que quisieras Derek, yo sé lo que es mejor para ti –dijo. Y esa era siempre su forma de terminar con un tema. Nunca aprendí a interpretar ese gesto, podría victimizarce para yo quedara como el malo una vez más. Suprimí el hecho de querer decir algo más y tratando de mantener una compostura firme, tomé mi mochila del sillón, abrí la puerta y me marché a la escuela–.

Coloqué mis auriculares a todo volumen y mientras caminaba hacia el parador de autobús, pensaba en como mi madre había cambiado mucho desde que mi papá nos había dejado. Se había vuelto demasiado dura y estricta, incluso consigo misma; su rutina solo se limitaba en irse al consultorio todo el día y regresar a casa solo a dormir y lo hacía repetitivamente.

Al llegar a la escuela, me gustaba mucho observar los murales que decoraban la entrada, siempre llegué a pensar que eran demasiado abstractos, algo rústicos y que escondían algo, como un tesoro o algún misterio como las pinturas de Leonardo Da Vinci.
Eran las últimas veces que miraba aquellos murales; estábamos a tan solo un mes de graduarnos de la preparatoria, y si preguntan porque eran las discusiones con mi madre; era precisamente por el hecho de no saber que pasaría después de ese suceso. Mi mamá tenía más que definido que debía ser un doctor como ella o abogado como alguno de mis tíos, y en realidad apenas asimilaba que iba a entrar a una universidad sin saber de que carrera quería hacerme, pero la medicina y las leyes no estaban en mis opciones aunque estás no existieran.

Cómo de costumbre me dirigí a la cafetería y el aroma a vainilla, café y canela, invadieron mi nariz. Me gustaba ir allí solo por el hecho se que siempre olía bien; además de que era el punto de encuentro donde siempre solía verme con Camile, mi mejor amiga. Habíamos sido amigos desde niños y en algún tiempo, vecinos. Hasta que su padre consiguió un trabajo en otra parte de la ciudad y tuvieron que mudarse; aunque nos costó mucho trabajo convencer a nuestros padres de que mínimo nos metieran en una misma escuela.

– Y para empezar el día... ¡Cálculo! –dijo Camile mientras me ofrecía una sonrisa sarcástica–. Después de todo, los cálculos y los números eran algo en lo que no estaba especializado aunque tampoco era tan malo.
– Quisiera reírme contigo Camile pero es lo que menos me apetece hoy; creeme que mi día se arruinó hoy en la mañana; ya sabes, mi madre y sus planes para mí –solté un suspiro con una mirada refunfuñada–.

El timbre que marcaba el inicio de nuestra primera clase aturdió mi oído. Colocamos nuestras mochilas en nuestros lugares y nos sentamos.
– Deberias de buscar la forma de hablar con ella, Derek –dijo en ese tono de regaño como si no estuviera de mi lado–.
– No sabes cuántas veces he intentado eso Camile, y al final, cuando menos me doy cuenta, ya estamos gritando, y lo peor es que ni siquiera me doy cuenta de quién es el primero en alzar la voz –suspiré–. Con Camile siempre podia ser yo, podía expresarme y aunque a veces no me entendiera, me bastaba con el simple hecho de que ella estuviera ahí para mí. Al final era lo único que tenía, después de que mis hermanos, Mía y Axel se fueran a estudiar al extranjero.
– Derek, ya no somos unos niños; en casi un mes cumples 18, y no soy quién para decirte, pero igual ya va siendo hora de que madures un poco –arqueé la ceja mirándola con un gesto confuso–.
– A lo que me refiero por lo que me cuentas, es el simple hecho de que defiendes algo que no se puede defender.
– Sigo sin entender –dije–.
– A lo que voy es que discutes sin sentido porque ni tú sabes de qué carrera te quieres hacer cuando entres a la universidad, entonces si no defiendes algo que sea contundente, nunca vas a llegar a algo con tu madre.

– No lo había pensado de esa forma –dije.
– Se que encontrarás algo que te guste. –sonrió y le devolví el mismo gesto–.

De regreso a casa, me gustaba caminar en lugar de tomar el bus, siempre recorría el parque que estaba en la avenida y me sentaba a escuchar música y porqué no, leer un buen libro, eran de mis hobbies favoritos; aunque no siempre podía hacerlo al menos que saliera temprano de clases o que alguno de los profesores faltará y en este caso, Geografía.
Siempre me había gustado leer, inicie la primaria sabiendolo hacer, y desde que tengo memoria era una de las cosas que mas me gustaba hacer, nunca faltaba un libro en mi mochila, ya fuera de ciencias, curiosidades, novelas, ciencia ficción. Me gustaba acompañar a autores como Alice Kellen, Stephen King y otros más en cada una de sus historias; igual era una forma de escapar de ciertas realidades y en especial despues de haber discutido con mi madre.

Esa tarde rojiza y rosa, entre canciones y letras, recordé lo que Camile me había dicho en la mañana, "defender lo indefendible"; y ahora que lo pensaba, ella tenía razón, siempre me dejaba ganar por el impulso de gritarle a mi mamá, de no dejarme pero, ¿A quién o qué defendía?; nunca tenía argumentos sólidos o válidos. Caí en la cuenta de que le reprochaba a mi mamá el hecho de que nunca me preguntara sobre que quería ser o hacer; cuando en realidad ni yo mismo me había hecho esa pregunta.

Terminando de cenar y ya con la pijama puesta; me dirigí a mi habitación para acostarme más no para dormir. Llamé a mi hermana para contarle la duda que Camile me había metido esa mañana y al final, la conclusión fue la misma; buscar y encontrar algo que realmente me gustara o apasionara. Pero... ¿Qué?
Yo era el menor de los tres y tal vez por eso justificaba la presión de mi madre sobre mí; a mi hermano por ser el hijo primerizo, a mí hermana por ser la única mujer y a mí por ser el menor. Mis hermanos no me entendían, pero cuando se trataba de algo relacionado con mi mamá, sabían cómo lidiar con ella y saber que decir.















Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 10 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuando La Luna Eclipsa Al SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora