*Narra Naiara*
Empecé a sentirme mareada, estaba tumbada boca arriba en la cama, mis ojos estaban hinchados, apenas había dormido, sentía que mi cuerpo me dolía. Mire al techo una vez más, la angustia me había invadido muchas veces, el pecho me dolía y me costaba trabajo hasta respirar. La ansiedad acumulada me está empezando a afectar. Sabía perfectamente que tenía que coger las riendas de mi vida para solucionar todos mis problemas, todo era tan toxico a mí alrededor que no sabía cómo gestionarlo sobre todo lo que había vivido con mi ex Mario.
Una voz que proviene del comedor hace que vuelva a la realidad. Me suena demasiado, es mi madre, las chicas llamarían anoche. - Joder. - murmullo antes de poner un pie en suelo.
Mi corazón está acelerado y mi mente divaga las imágenes de la noche anterior. Mario lo volvió hacer, mi cabeza hace que lo olvide.
Pongo un pie en suelo y me siento en la cama enfrente de ella con un espejo de cuerpo entero. Me miró, estoy hecha mierda. Recuerdo los golpes, aquello que siempre hacía culparme a mí misma de lo que había pasado con el.
Nunca le había puesto una denuncia, me aleje de él pensando que eso terminaría. Pero no fue así, el seguía buscando. Y tenía miedo, está vez lo hizo delante de Salma y fue ella quien me sacó de la mierda. Pero las otras veces éramos el y yo a solas sin nadie más.
Cerré los ojos y lo vi ahí delante de mi, volví a sentir miedo. Siempre fui consciente de que hacía sufrir a la gente por mis actos y malas decisiones. Ya no era el dolor de las heridas de mi cuerpo, su mirada de odio hacia mí eran las que más daño hacían.
Volví a culparme por no perdonarlo, por irme de su lado. Había hecho de mi una mujer débil a su antojo. Su manipulación había conseguido que mi propio yo, desapareciera.
Ame tanto a Mario que me olvidé de mí misma y de mis sueños los había dejado a un lado. Lo peor de todo es que aún lo amaba. Era imposible querer a alguien como Mario. Pero era así en sus días malos, en los que bebía de más o me odiaba por haberlo dejado. Ese día fue mi sentencia para toda la vida.
La puerta de mi habitación se abre, es mi madre la que se abalanza hacia mí.
- Naiara mi amor. - dice mi madre abrazando. - Esto tiene que acabar.
- En sus ojos hay alguna lágrima, me mira con tristeza. En ellos se refleja el miedo y la angustia.
Está preocupada por mí. Observa las heridas de mi cara.
Sus labios se abren.- Valiente hijo de puta. - suelta antes de estrechar su cuerpo con el mío.
- Mamá. - digo entre sollozos. Tengo miedo y sobre todo no sé qué hacer. Ella me mira. - Estoy contigo, todo va salir bien mi pequeña. - dice con ternura. - Mamá está aquí para protegerte. - dice con la voz quebrada.
Ella es mi refugio la que me dio vida la que hacía de madre y padre. Yo no sé lo había puesto nunca fácil. Me fui de casa por un arrebato adolescente. Ella siempre creyó en mi y en mi talento. Pero la cagué tantas veces. Su advertencia sobre Mario nunca les hizo caso. Tal vez por cabezonería por querer llevar la razón en algo que no la llevaba. Estaba enamorada.
Mi madre tira de mi. - Venga sal de la cama, tenemos que ir a comisaría a denunciar a Mario y la psicóloga. Hable con ella está mañana, recibio un mensaje tuyo. Así que dúchate, desayuna y nos vamos.
Mi madre y su optimismo para todo ella siempre había sido así y eso me llenaba de orgullo. Pero yo no podía ver el vaso medio lleno. Me había convertido en los últimos años en una chica demasiado negativa y pesimista. No veía más haya que mi propio orgullo y a veces me pasaban factura. Me gusta llegar al límite de todo, sobre todo cuando corría en las carreras ilegales de la ciudad. Me sentía poderosa y con arma que un día sería mi sentencia. Ya lo estaba haciendo y el karma me las hacía pagar con una relación con un tío que no valía la pena.
Salí de aquella habitación con las pilas algo más cargadas aunque estaba llena de heridas y moratones eso se irían. Las que no eran las internas, las del alma. Unas que necesitaban mucha cura y que no sería fácil para nadie. Tenía que empezar de cero, ya que me acababa de despedir de mi trabajo como camarera y tendría que buscarme otro para poder sustituir en Madrid no tener que volver a Zaragoza a mi casa, en donde una vez hui, para luchar por mi sueño uno que nunca iba cumplir. Porque había desaprovechado todas las oportunidades por un amor que no era para mí y que nunca lo fue.
Mario fue el peor error de mi vida uno que sería mi penitencia eterna y que estaba pagando a base de palizas y engaños por parte de él.
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MI MIRADA
Fanfiction¿Que pasaría? Si tu vida se viera a través de un espejo y cada paso que das, será juzgado por la forma que tienes de vivir. Siendo libre. Naiara 27, años nacida en Zaragoza, con 17 años deja el hogar familiar para cumplir su sueño marcharse a Madr...