Capítulo 22. La discusión

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 Unos rayos de sol entraban por las únicas rendijas abiertas de la persiana consiguiendo desperezar a Martin. Era la 13:00 del mediodía. Bostezó cansado mientras se giraba para alcanzar su teléfono de la mesita. Vio la hora y abrió los ojos de par en par.

-Mierda - musitó.

Maldijo en voz alta. Había quedado hacía dos horas con sus amigos. La alarma no había sonado y se había dormido más de la cuenta, ni siquiera había escuchado marchar a su hermana pequeña de casa. Su corazón se aceleró, llevaba toda la semana ignorando a sus amigos y por una vez que iban a quedar todos juntos, va y se duerme. Ruslana lo iba a matar y con razón. 

Desbloqueó rápidamente el teléfono encontrándose con la cantidad incesante de llamadas y mensajes de sus amigos. Comenzó a sudar nervioso. ¿Y ahora qué diría?

El último mensaje de Ruslana fue la gota que colmaba el vaso para activar su estado ansioso.

"Rus: Martin, tenemos que hablar. En cuanto te dignes a responder. Escríbeme"

Tecleó rápido una disculpa en el grupo, alegando que se había quedado dormido. Todo parecieron decirle que no pasaba nada que al día siguiente se reunirían en la playa. Martin prometió no faltar a su cita. 

El hecho de que Ruslana no hubiera respondido a su mensaje no hacía otra cosa más que alterar al menor. Conocía de sobra a su mejor amiga y sabía que no podía estar callada durante mucho tiempo. Acabaría saltando contra él, recriminándole todo lo que se hubiera estado callando. Lo tenía claro.

Se dirigió sin ganas a la cocina y se preparó un café con un par de tostadas. Realmente no tenía mucho apetito pero quería que eso le sirviera de comida consistente hasta la merienda. Removía la taza de café sin ganas, mientras veía los stories de sus amigos en Instagram. Reposteó con una sonrisa la foto que se habían hecho Juanjo y Lucas con él en el puesto de salvamento el día anterior.

Continuó deslizando el dedo con pereza hasta que vio la foto que Álex había subido junto a Álvaro y Ruslana. Se le revolvió el estómago con un sentimiento de culpabilidad. Bloqueó el teléfono y suspiró mientras se mordía las uñas.

El timbre de  la puerta anunció lo que tanto estaba intentando retrasar. La melena pelirroja de su amiga apareció por la puerta con cara de pocos amigos. Levantó la ceja y cruzó los brazos en signo de desaprobación.

-Hola Rus - dijo agachando la mirada avergonzado. Trató de acercarse a abrazarla pero la pelirroja le rechazó.

- Ni Rus ni leches - subió el tono enfadada.

Martin se abrazó a si mismo en signo de defensa. Se sentía como un pequeño perro abandonado a su suerte.

- ¿A ti que coño te pasa con nosotros? 

- ¿Perdón? - preguntó confundido Martin.

- No te hagas el tonto - rió sarcástica - he visto los stories. Primero pasas la tarde con Juanjo y Lucas en el puesto - gesticulaba nerviosamente y con grandes movimientos, tratando de asustar al chico del bigote - y ya ni hablar de avisarnos a Álvaro y a mí, sabes perfectamente que Álvaro quiere pasar tiempo con Juanjo, Martin.

Martin la escuchaba en silencio, sin ser capaz de articular ni una sola palabra.

- Y lo segundo, ¿desde cuando te llevas tú tan bien con Chiara que te ha invitado a su casa? - las mejillas de Ruslana estaban adquiriendo el mismo color de su pelo, escupía las palabras con toda la rabia contenida - es que me parece fatal Martin - suspiró bajando los brazos - pasas de nosotros para irte con ellos, ni siquiera ayudas a tus amigos cuando sabes que están interesados en esas personas... No sé tío, no se que te pasa pero es que no quiero saber nada de ti.

Martin abrió los ojos perplejo. Varias lágrimas recorrían sus mejillas.

-Bueno Ruslana ... ¿no crees que ha sido suficiente? - preguntó con inocencia la pequeña Ana. Llevaba largo rato escuchando la conversación desde el marco de la puerta, esperando el mejor momento para intervenir.

Ambos chicos se giraron sorprendidos ante la aparición de la pequeña.

-Anita, mejor vete a jugar con las muñecas - dijo entre dientes.

-Creo que soy lo suficientemente mayor para saber lo que digo Ruslana - dijo con suficiencia la rubia.

-No te metas en lo que no sabes enana.

-¿Y tú sabes lo que dices? Anda por favor, deja a mi hermano en paz antes de que te arrepientas de lo que dices - respondió con rabia - luego vendrás llorando suplicando su perdón.

Ana conocía el carácter Ruslana tanto como Martin y sabía que se iba a arrepentir de todo lo que estaba diciendo. La pelirroja tenía una carácter demasiado fuerte pero luego era capaz de pedir perdón rápido. Para Ana las cosas se estaban saliendo de su lugar, a pesar de tener diez años estaba siendo consciente del daño que la pelirroja estaba haciendo a su hermano. No podía quedarse de brazos cruzados sin intervenir.

La pelirroja apretó los puños con rabia mientras se dirigía hacía la puerta. Se giró hacia ambos hermanos antes de marcharse.

-Esto no va a quedar así.

Pegó un portazo y salió corriendo del domicilio ante la mirada de ambos chicos. La pequeña Ana se lanzó a los brazos de su hermano mayor que estaba totalmente paralizado en shock. No era capaz de reaccionar. No fue hasta que su hermana tiró suavemente de su camiseta que salió de su ensoñación y empezó a ser consciente de todo lo que estaba ocurriendo.

Correspondió a su hermana pequeña, agachándose para quedar a su altura. La abrazó fuerte y se apretó contra su pecho, permitiéndose mostrar su vulnerabilidad. Pocas veces lo hacía pero la situación con su mejor amiga le había sobrepasado por completo.

-Muchas gracias ratón - dijo mientras sorbía los mocos.

-Nadie va a hacerte daño mientras yo esté aquí- sonrió la pequeña- ¿recuerdas que me lo decías siempre? - Martin sonrió asintiendo mientras se limpiaba las lágrimas que brotaban por sus mejillas.

-Te quiero Ana, eres lo mejor de mi vida -la besó fuerte en la mejilla.

-Yo te quiero más, Martinu.

-¿Quieres que nos demos un paseo?

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CAPÍTULO FUERTE FUERTE!!!!! ESTAD ATENTOS QUE SE VIENE SEGUNDA PARTE EN UN RATO

QUE SIEMPRE SEA VERANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora