Capítulo 34. Reconciliación

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Álvaro llevaba esperando en el portal de Martin desde las 17:00 de la tarde. No le importaba seguir ahí las horas que hicieran falta, se lo debía a su amigo. Estaría esperando dos días enteros si con eso consiguiera el perdón del chico de bigote.

Había pasado gran parte de la tarde revisando su teléfono con el deseo de que la espera se hiciera menos amarga. Quizá como una fuerza irremediable que lleva a los humanos cuando están mal a escuchar canciones tristes o recordar momentos desagradables, Álvaro pasó la tarde viendo fotos de su galería. No se privó de derramar varias lágrimas de nostalgia, pues en la mayoría de fotos el grupo de amigos salían sonriendo, felices, unidos. 

-¿Qué nos ha pasado? - pensó Álvaro.

Por la pantalla del alto pasaron fotos de graduación en sexto de primaria con un Martin sin bigote y sin paleto izquierdo, no pudo evitar sonreír de lo gracioso que se veía. Unos minutos más tarde, con quince años, Martin ya lucía los primeros intentos de bigote bajo su nariz, aunque solo fuera una pelusilla, Ruslana también salía en la foto aunque aún no lucía su pelirrojo característico. Ambos amigos estaban dándose un pico en la boca con Álvaro en el medio, luciendo un gesto escandalizado. Durante un tiempo fue su foto favorita y el icono del grupo, hasta que apareció Álex. 

Álex había repetido tercero de la ESO, y ese año se hizo inseparable del trío de amigos. Todo el mundo piensa que los repetidores siempre buscan bulla y no quieren estudiar, pero la realidad de Álex era completamente diferente. Era cariñoso y amable, y daba buenísimos consejos. Desde ese momento las fotos de la galería se multiplicaron exponencialmente debido al aumento de libertad en la adolescencia, con tardes de risas y confesiones en la playa, escapadas a ciudades en el coche de Álex, noches de desfase en discotecas, la graduación de segundo de bachillerato, fotos estudiando juntos selectividad en la biblioteca, sus primeros exámenes universitarios...

El foco de un coche, le sacó de la concentración de su teléfono. Bloqueó el mismo y le guardó en su bolsillo. Tomó aire y decidió enfrentarse a la realidad.

Juanjo cargó con la pequeña en brazos con facilidad, entrando en la casa de Martin dejando a ambos amigos en privacidad para poder hablar. Le hizo un gesto con la cabeza, no necesitaron palabras, ya habían llegado a un punto de compenetración en el que sabían que decirse solo con mirarse. "Si necesitas algo, llámame". Martin le asintió y le devolvió una sonrisa sincera, para que no se preocupase.

-¿Quieres que demos un paseo? - preguntó Álvaro dubitativo sin ser capaz de mantenerle la mirada.

-Claro, Álvaro, vamos.

Caminaron en un silencio incómodo. Álvaro movía los dedos de manera compulsiva, jugando con su sudadera. Martin le miraba de reojo. Su amigo Álvaro no se callaba ni debajo del agua. Frenó en seco cuando vio la segunda lágrima rodar por la cara del alto.

-¡Ey! ¿Por qué lloras? - preguntó preocupado colocándose frente a él - venga vamos a sentarnos en ese banco.

Martin apoyó una de sus manos encima del muslo de Álvaro, consiguiendo que el alto se terminara de romper del todo. Martin estuvo abrazándolo durante unos minutos hasta que logró recomponerse.

-Eres demasiado bueno - se sorbió los mocos - yo me he comportado como un estúpido egoísta y tú ... - volvió a suspirar - tú siempre estás ahí, sin guardar rencor.

-Álvaro, todos cometemos errores pero lo importante es saber perdonar - dijo con una mirada sincera mostrándole tranquilidad.

- Martin, escúchame. Quiero pedirte perdón, he sido un gilipollas. Me obsesioné con Juanjo sin pensar en que ni a él le gustaba yo y no pensé en que te pudiera gustar a ti. Siento haberme burlado de tus dibujos, sinceramente creo que lo hacía porque te tengo envidia... - desvió la mirada y Martin le interrumpió.

-¿Envidia? ¿Por qué? - preguntó con curiosidad.

-Porque eres tan libre - dijo mirando al horizonte con nostalgia - no te importa lo que digan los demás de ti, dibujas desde el corazón, todo lo que sientes... tienes muchísimo talento, Martin. Y yo - cambió el tono de repente - joder Martin, vivo de la opinión pública, de la validación. Nada se me da especialmente bien, ya has visto lo mal que me ha ido en mi primer año de Periodismo.

-Álvaro -le cortó - todo lo que estás diciendo es mentira. Eres buenísimo comunicador, siempre has escrito genial, y lo sigues haciendo. Se te da genial hablar en público, cosa que a mí se me da fatal. Unos examenes malos en tu primer año no te definen como persona y menos como el gran periodista que vas a ser. A mí se me da fatal hablar en público, ya lo sabes. Tengo que exponer el cuadro que hice para el proyecto de la universidad el día 23, no queda ni una semana y estoy muerto de vergüenza, me vendría genial tu ayuda - dijo sonriéndole.

-No debí haberte regalado esas pinturas de mierda, creo que lo hice por joder - añadió Álvaro sin pensar -Realmente tengo el regalo que te quería hacer de verdad en casa. Si algún día me perdonas te prometo que te lo daré.

-¿Cómo no te voy a perdonar? - dijo abrazándole de nuevo.

-Joder Martin, siento mucho este verano. No me perdonaré nunca haber perdido todo un verano sin ti.

-Cállate, aun queda verano para enmendar esta mierda.

-Estaré encantado de ayudarte con el texto de exposición para el cuadro - dijo guiñando los ojos.

Las tripas de Álvaro rugieron cuando estaban de vuelta en la casa de Martin, haciendo al mayor sentirse avergonzado.

-¿Tienes hambre? Puedes cenar con Juanjo y conmigo - dijo con una sonrisa sincera.

-¿De verdad? No quiero molestaros... 

-No molestas, quiero que estés con nosotros, llevo meses muriéndome de ganas de que le conozcas como mi pareja.

Álvaro sonrió con pena.

-Entonces, entraré encantado. Pero que sepas que no se me olvida que no me has contado con todo detalle como os habéis conocido, sin vergüenza.

Martin y Álvaro entraron riendo en la casa. Encontrándose con Juanjo en el sofá mirando su teléfono tranquilamente. Al ver a los dos amigos en ese estado de felicidad, no pudo evitar sonreír. Martin se veía relajado, volviendo a lucir su característico brillo en los ojos.

-¿Pedimos pizza para cenar?

QUE SIEMPRE SEA VERANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora