Prólogo

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El sonido del timbre que anuncia el final de las clases resuena por los pasillos del instituto, y Fran rápidamente guarda sus cosas en la mochila. Evita la multitud que se forma en la puerta del aula, como siempre, intentando pasar desapercibido. Fran ha perfeccionado el arte de ser invisible; es más fácil así, menos complicado.

Mientras camina hacia la salida, escucha risas y gritos provenientes de la cancha de fútbol. No necesita girarse para saber quién está en el centro de la atención: Esteban, el chico de oro, el capitán del equipo de fútbol. Su risa es inconfundible, como una melodía que resuena en todo el instituto. Fran suelta un suspiro, manteniendo la cabeza baja.

—¡Fran, espera!

Una voz familiar lo detiene en seco. Juani se acerca corriendo, con una sonrisa amplia en el rostro. Es el único que parece notar a Fran, el único que se esfuerza en incluirlo. Juani, con su chaqueta de mezclilla llena de parches y su cabello despeinado, siempre está de buen humor, siempre con un comentario que hace reír.

—¿Te vas ya?—pregunta Juani, entre jadeos, mientras Fran asiente.—Vamos, quédate un rato. Están jugando un partido, y Esteban está que se sale hoy.

Fran duda por un momento, pero la emoción de Juani es contagiosa. Termina siguiéndolo hacia la cancha, donde los jugadores están concentrados en el juego. El sol ilumina a Esteban, que se mueve con una destreza y seguridad envidiables. Es como si el fútbol fuera una extensión de su cuerpo, un arte que solo él domina.

Juani lo observa, y luego mira a Fran de reojo.

—¿Sabes? dice con un tono travieso, Creo que ustedes dos se verían bien juntos."

Fran parpadea, desconcertado, mientras sus mejillas se tiñen de rojo.

—¿Qué... qué estás diciendo?

Juani se ríe y le da un suave codazo.

—Solo digo lo que veo, Fran. No te pongas nervioso.

Fran niega con la cabeza, intentando ocultar su incomodidad, pero sus ojos, inevitablemente, vuelven a buscar a Esteban. La idea que Juani ha plantado en su mente no desaparece, sino que echa raíces, invadiendo sus pensamientos.

Desde la distancia, Esteban anota un gol y levanta los brazos en señal de victoria. Sus amigos lo rodean, aclamándolo, y por un breve instante, sus ojos se cruzan con los de Fran.

Es en ese momento, bajo el sol de la tarde, que algo cambia. Quizás solo en la mente de Fran, o tal vez también en la de Esteban. Pero algo, sin duda, ha comenzado.

Juani sonríe para sí mismo, consciente de que acaba de prender una chispa que podría encender algo mucho más grande.

Love story [Kukufran]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora