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El sol de la mañana comenzó a filtrarse por las ventanas de la habitación de Felipe, iluminando suavemente el espacio con un resplandor cálido. A pesar de la tranquilidad que traía el nuevo día, el ambiente entre él y Fran era tenso y cargado de emociones no dichas.

Después de la llamada, Fran había llegado a casa de Felipe, intentando aparentar normalidad. Felipe lo había recibido con un abrazo desesperado, aferrándose a él como si temiera perderlo en cualquier momento. Fran correspondió al abrazo, pero su mente estaba a kilómetros de distancia, sumergida en un torbellino de culpa y arrepentimiento.

Habían pasado la noche juntos, pero no como otras veces. Esta vez, el silencio había sido más pesado, las palabras más difíciles de encontrar. Fran había tratado de consolar a Felipe, de asegurarlo que todo estaba bien, pero cada palabra que decía sonaba hueca en su propia boca.

Ahora, con la luz del día revelando todo con una claridad incómoda, Fran sabía que no podía seguir evitando la verdad. Se sentó en el borde de la cama, observando a Felipe mientras él aún dormía, con el rostro sereno y sin el rastro de la angustia que había mostrado la noche anterior.

No puedo seguir con esta mentira

pensó Fran, su corazón latiendo con fuerza.

—Pero... ¿cómo le digo que lo he traicionado?

En ese momento, Felipe comenzó a moverse, despertando lentamente. Sus ojos se abrieron y, al ver a Fran, una sonrisa adormilada se dibujó en su rostro.

—Buenos días —murmuró Felipe, estirando una mano para tocar a Fran—. Gracias por venir anoche... No sé qué habría hecho sin ti.

Fran intentó devolverle la sonrisa, pero fue un esfuerzo vano. La culpa que lo había estado consumiendo toda la noche finalmente lo venció.

—Felipe... —empezó Fran, con la voz temblorosa—. Tenemos que hablar.

La sonrisa de Felipe se desvaneció al escuchar esas palabras, y un rastro de preocupación apareció en sus ojos.

—¿Qué sucede? —preguntó, incorporándose en la cama para enfrentar a Fran.

Fran bajó la mirada, incapaz de sostener la intensidad de los ojos de Felipe.

—Anoche... —Fran hizo una pausa, intentando encontrar las palabras correctas, pero no había manera fácil de decirlo—. Anoche, antes de venir aquí... Estuve con Esteban.

Felipe lo miró fijamente, sin entender del todo.

—¿Con Esteban? —repitió, como si al decirlo en voz alta pudiera comprender mejor lo que Fran le estaba diciendo—. ¿Qué pasó con Esteban?

Fran tragó saliva, sintiendo el nudo en su garganta apretar aún más.

—Nos besamos —confesó, en un susurro apenas audible—. Esteban y yo... nos besamos.

El rostro de Felipe se quedó inmóvil por un instante, como si no hubiera comprendido lo que Fran acababa de decir. Pero cuando la realidad golpeó, el dolor se reflejó en sus ojos, como una daga que se clavaba en su corazón.

—¿Te besaste con Esteban? —Felipe repitió lentamente, tratando de asimilarlo—. ¿Por qué...?

Fran cerró los ojos, incapaz de ver la expresión de Felipe.

—No sé... —dijo Fran, su voz llena de arrepentimiento—. No debería haberlo hecho, lo sé. Pero estaba confundido, y... Lo siento, Felipe. De verdad lo siento.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Felipe apartó la mirada, sus ojos llenos de lágrimas que luchaba por contener.

—¿Estás... estás enamorado de él? —preguntó finalmente, con un hilo de voz.

Love story [Kukufran]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora