La apuesta

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Choqué contra mi madre, y caí al suelo.
Era una escena divertida si se veía de afuera, pero a mí no me hacia ninguna gracia.
Abrieron la boca como para disculparse, pero los interrumpí.
—Estoy bien. Iván despertó.
Me puse de pie y me alejé rápidamente de ellos. Di me seguía.
—Cami, no seas tan dura con ellos.
—Deberías ponerte en mi lugar.
Salimos del hospital y miramos a la calle, sin saber qué hacer.
—¡Hey, Cami!—gritó alguien.
Era el chofer presidencial, Sebastián de unos 20 años aproximadamente.
—Tus padres me dejaron llevarte a llevarte a tí y a tu amiga a la casa.
—Bien—dije subiendo al auto.
—Cami, yo voy a ir a mi casa—dijo Di.
—Okey.

El chofer dejó a mi amiga en la puerta de su casa.
—Adiós, Cami.
—Adiós—le dije. Todavía estaba molesta por apoyar a mis padres en vez de a mí.
El auto arrancó de nuevo, y en unos minutos estuvimos en casa.
—Gracias por traerme a casa—le dije al chofer.
—Ah, de nada Cami.
Me bajé del auto y entré a la casa, me dirigí a mi habitación y me acosté en la cama.
***
Cuando me desperté estaba en el piso.
—¿Me caí de la cama?
Me levanté del piso y miré la hora: 6:38, supongo que debo ir al colegio para no preocupar a nadie más.
Comencé a vestirme.
A las 7:10 fui a la sala principal, pero no me esperaba nadie.
Unos minutos después llegó la empleada doméstica que me miró sorprendida.
—Cami... ¿Qué haces aquí?
—Voy al colegio—le contesté.
—¿De verdad?—me preguntó extrañada—No pensé que fueras a ir, pero no hay problema. Sebastián espera afuera.
—Bueno, gracias.
Salí afuera, donde estaba el auto negro.
—¡No te esperaba!—dijo Sebastián sorprendido—Pero sube igualmente.
Subí, todavía un poco dormida.

Me bajé del auto y me dirigí al colegio. Ahora tengo que pensar en cómo atravesar a la gente que empezaría a señalarme, murmurar, sacar fotos incluso.
—¿Buscando un atajo?
Me di la vuelta y me encontré con Alma.
—Yo conozco muchos, ven.
La seguí hasta una puerta de metal oxidada, con un gran candado.
—Está bajo llave—dije un poco confundida.
—Eso es lo que parece—dijo ella.
Empezó a empujar la puerta hasta que ésta se abrió con un chirrido.
—¡Eres una genia!—dije entrando—¿Cómo lo descubriste?
—Bueno, antes de conocer a Karen había un grupo de chicos que me hacían bullyng. Cuando entraba empezaban a fastidiarme, entonces comencé a buscar otras entradas alternativas. En total encontré 5.
—A mí me vendrían bien—dije sonriendo.
—Te los voy a ir enseñando.
Alma cerró la puerta detrás de sí. Estábamos en un rincón del patio donde no iba nadie.
Caminamos por la galería hasta que llegamos al aula. Varios me miraron, pero evitamos las miradas de muchas más personas.
—Hola—dijo Federico acercándose a nosotras.
—Hola Belot—saludó Alma.
Olvidé que ellos no eran muy amigos.
—Por si no sabes—dijo Federico con una sonrisa—me llamo Federico.
Alma se sonrojó un poco.
—Para mí siempre serás Belot.
—Entonces, para mí serás Soler.
—Me parece justo—dijo Alma sonriendo también.
—Vamos a pasear un rato—propuse.
—No—dijo Alma—ya toca el timbre.
—Ahí viene Karen—dije.
Miré a Federico. No parecía nervioso frente a la chica que le gustaba.

Recuerdo que en quinto grado me gustaba un chico llamado Gabriel. No podía hablarle sin que se me trabara la voz, y creo que lo miraba con una sonrisa un poco tonta. Dejó de gustarme cuando lo ví limpiarse la nariz con la manga de su remera. Sí, un matapasiones.

—Tierra llamando a Camila—Karen agitaba la mano frente a mi cara—Hola, Cami. Es la tercera vez que intento saludarte.
—Ah, lo siento. Hola Karen.
—¿En qué pensabas?
—E-en nada—dije, sonando muy poco convincente.
Fuimos a formar, ya que había sonado el timbre.
***
En el recreo
—Cami ¿Cuándo vas a cumplir años?—preguntó Alma.
—El 10 de diciembre.
—¡Debes hacer una gran fiesta! Ya que eres hija del presidente... Las fiestas de Paloma eran siempre geniales—comentó Karen.
—¿La conocían?—pregunté.
—Bueno, no—dijo Alma—Ella siempre fue al A, nosotras siempre estuvimos en el B. Pero el día después de la fiesta, todos los del A comentaban lo increíbles que eran.
—Ojalá la mía pueda impresionar a todos.
—Yo creo que no—dijo una voz de repente.
Era Julia y sus dos amigas.
—No de vuelta—murmuró Alma.
—Sal de aquí—dije.
—No sé cuál es el problema—dijo su amiga.
—Si, ya quiero ver su fiesta. No va a ser ni la mitad de buena que la de Paloma.
—Mejor nos vamos—dijo Karen—Estás hablando con el aire Cami, con el aire.
Mi amiga se alejó todavía diciendo que hablo con el aire.
—Bueno, antes de que la loca Karen se fuera hablando sola ¿En qué estábamos?—dijo Julia—Ah si, en que no puedes hacer una fiesta decente.
—¿Ah si?—le dije yo—¿Apostamos?
—Cami, no...—empezó Federico.
—Yo puedo decidir sola, gracias—le dije.
—Bien, apostemos.
—Te apuesto a que voy a realizar una fiesta de la que todos hablarán por días. Les voy a cerrar la boca a tí y tus amigas.
—Bien, un trato es un trato ¿Qué vas a hacer si pierdes?
—Yo...—dudé—¡Yo voy a ir a tu fiesta y voy a admitir por micrófono que es mucho mejor que la mía!
—Bien, lo mismo haré yo si pierdo.
Julia y sus amigas se fueron riendo. Bueno, no todas. Una de las chicas, la de pelo castaño y ojos verdes, no parecía muy convencida de la apuesta.
—No debiste hacer ese trato—dijo Alma.
—¿Cómo piensas ganarle?—dijo Federico.—Eres la hija del presidente, imagínate lo que va a pasar si pierdes.
Ellos tenían razón. No tengo posibilidades de ganar esa apuesta, pero Julia me hizo enfurecer...
—Yo... lo siento, no los escuché—les dije.—Pero ya es tarde.
—Te vamos a ayudar, Cami—dijo Federico.—¿Verdad, Soler?
—Si, BELOT—dijo mi amiga resaltando el apellido de Federico.
—Gracias, son los mejores—les dije.
—Empezenos buscando a Karen—dijo Alma.
Empezamos a caminar, buscando por los pasillos y el patio.
Por fin la encontramos en el comedor.
—Hola, veo que hiciste una apuesta con ella—dijo Karen.—No debiste hacerlo.
—¡¿Como lo sabes?!
—Pasó por aquí, diciéndolo en voz muy alta.
Perfecto. Ahora se va a enterar todo el mundo, era lo que me faltaba.
—Bien, necesito ideas para una gran fiesta—dije.
—Bueno, puedes hacer una fiesta con pileta, tragos, juegos, fuegos artificiales, torta de cuatro pisos, miles de cupcakes, cientos de globos con gas...—dijo Karen.
—Es buena idea, pero no es la mitad de lo que hizo Julia.

RIIIIIIIIIIIIIIING

—Vamos al aula, ya pensaremos en algo bueno—dijo Alma.

Empezaba a pensar que era una misión imposible.

Hola :)
No pude dibujar los personajes, no me van a quedar realistas y no les van a gustar. Pero voy a dejar algunos miembros del elenco para compensar.

Solo decirles eso!!! Hasta el próximo cap!!! Bye bye ♥

Hija de un presidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora