𝗡𝗼 𝗲𝗿𝗲𝘀 𝗯𝘂𝗲𝗻𝗼 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗺í

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Dre no comprende la reacción de Mei Ying. Hace dos semanas le contó que tenía un novio debido a la supuesta mentira de Cheng acerca de las costumbres chinas, y ella no reaccionó tan mal en ese momento. Incluso durante las dos semanas que estuvo con Cheng, tampoco dio indicios de estar asqueada o incómoda. ¿Qué diablos sucedió exactamente? A pesar de todo, Cheng estuvo consolándolo durante toda la tarde. Incluso durante el entrenamiento con el señor Han, lo estuvo motivando y lo acompañó a hablar con Harry sobre lo sucedido; le alegró saber que el chico no dejaría de hablarle solo porque su novia no quiere hablarle.

Por otro lado, para Cheng, acompañar a Dre fue como una prueba de valor; tener que actuar como si no le importara que Harry y él se abrazaran y tener que tenderle la mano a Harry en despedida no fue para nada agradable. Tuvo que lavarse las manos cinco veces seguidas con mucho jabón; claro que le lanzó miradas de advertencia al rubio de vez en cuando y le encantaba que ese chico temblara de miedo.

—¿Por qué carajos te importa tanto la opinión de esos dos? —preguntó Cheng mientras Dre se dedicaba a comer delante de él. 

Después de un largo día, Cheng aprovechó de nuevo para llevar a Dre consigo a "explorar" China.

—Porque ellos son mis amigos. Bueno, una era mi amiga y ahora solo me queda uno —Dre soltó un suspiro agotado de todo lo agitado que estuvo su día.

—¿Y ya? ¿Solo por eso?

El moreno rodó los ojos—. ¿Qué pasaría si Liang o Zhuang te dejaran de hablar?

—Seguiría viviendo. Me importaría un carajo si me dejan de hablar.

Dre terminó de comer lo más rápido que pudo. Cada vez que tiene una cita con Cheng, le gusta más la parte de la comida.

—Que Mei Ying te dejara de hablar solo porque confesaste tener sentimientos por mí es lo más estúpido que pudo hacer. Si yo fuera tú, no volvería a hablarle, tampoco me preocuparía por ella; es más, eliminaría su contacto y no volvería ni a dirigirle una mirada.

Dre sonrió divertido, aunque segundos después su sonrisa se borró para pasar a tener una cara de confusión.

—¿Cómo sabes que le dejé de hablar por eso? Yo no te lo conté.

Cheng no se inmutó y simplemente sonrió—. Sí lo hiciste, cariño, me lo contaste.

El moreno parecía pensativo—. ¿Lo hice? No lo recuerdo.

—Tranquilo, tal vez por la conmoción no lo recuerdes, pero sí lo mencionaste.

Dre asintió convencido.

—Por cierto, tengo un regalo para ti —comentó Cheng mientras sacaba algo del bolsillo de su pantalón.

El más bajo enfocó su vista en la mano de Cheng, percatándose de que era un oso panda en miniatura.

—¿Es un llavero?

—Sí, un llavero. Puedes ponerlo en tu mochila o tenerlo en tu casa; es pequeño y se adapta a cualquier espacio.

Dre rio y asintió—. Gracias, Cheng, pero yo no tengo nada para darte.

—No te preocupes, toma mi regalo y con que lo pongas en algún lugar cerca de ti me conformo —Cheng sonrió mientras entregaba el llavero a Dre.

—Gracias de nuevo.

—Después te daré otro regalo, pero ese aún no está listo.

Dre no quiso mostrarse ansioso o curioso, pero realmente lo estaba. ¿Qué era eso que Cheng quería regalarle? Estaba emocionado e impaciente. Pero no lo disimuló lo suficientemente bien porque Cheng pudo darse cuenta de cómo sonreía ante la idea del regalo.

我的 (𝒘ǒ𝒅𝒆)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora