Extra del Extra

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Jude sintió cómo cada palabra de Gavi encendía un fuego profundo en su interior. Era un fuego primitivo, algo que iba más allá del simple deseo físico.

Era la necesidad de proteger, de cuidar, de hacer suyo a su omega en cuerpo y alma.

El deseo de reclamarlo completamente era abrumador, casi doloroso, pero lo que realmente lo conmovió fue la confianza que Gavi estaba depositando en él. Después de todo lo que había pasado, después de las heridas que él mismo había causado, Gavi todavía lo quería, lo necesitaba. No iba a defraudarlo.

—Te prometo que te daré todo lo que me pides, mi omega.—Susurró Jude, con la voz ronca de deseo.

Sus palabras eran un juramento sagrado mientras sus labios volvían a capturar los de Gavi en un beso cargado de pasión, hambre y promesas no dichas.

Gavi respondió al beso con la misma intensidad, sus manos pequeñas y temblorosas se aferraron al pecho de Jude, sintiendo la firmeza de los músculos bajo sus dedos, mientras se dejaba llevar por el calor del momento.

El alfa lo sintió temblar de nuevo, pero esta vez no era por el frío. Era la anticipación, el deseo creciente y la necesidad imperiosa de pertenecer completamente a su alfa, de ser reclamado en cuerpo y alma.

Jude bajó una mano para acariciar suavemente el rostro de Gavi, trazando con su pulgar la línea de su mandíbula, maravillándose de lo suave y delicada que era su piel.

Luego, con una suavidad que contrastaba con la urgencia de sus acciones, comenzó a deslizar sus manos por el cuerpo de Gavi, cada caricia un acto de adoración.

Sus dedos recorrieron los hombros, bajaron por el torso, acariciando cada curva, explorando cada rincón, hasta que finalmente sus dedos encontraron el lugar donde el omega lo había guiado antes.

Gavi dejó escapar un suspiro tembloroso cuando sintió el contacto, su cuerpo se arqueó involuntariamente hacia Jude, buscando más, necesitando más.

—Eres tan perfecto, Gavi. Quiero hacerte sentir todo el placer del mundo.—Dijo Jude, su voz era apenas un susurro mientras sus dedos comenzaban a moverse con destreza, tocando justo donde sabía que el omega lo necesitaba.

Cada movimiento era cuidadoso, medido, con la intención de hacer que Gavi se sintiera amado y adorado.

Gavi no pudo contener los gemidos que se escapaban de sus labios, su cuerpo completamente entregado a Jude.

Se aferró a él como si su vida dependiera de ello, cada caricia del alfa lo llevaba más cerca del borde. El calor se acumulaba en su vientre, su piel se erizaba con cada toque, y todo lo que podía hacer era rendirse al torrente de sensaciones que lo abrumaban.

Jude, por su parte, no podía creer lo increíblemente hermoso que Gavi se veía en ese momento. Las mejillas del omega estaban sonrojadas, sus labios hinchados y húmedos por los besos, y sus ojos, brillando con un deseo puro, lo miraban con una mezcla de amor y lujuria que lo dejaba sin aliento. Todo en él clamaba ser reclamado, y Jude estaba más que dispuesto a hacerlo, a marcar a su omega como suyo para siempre.

—Voy a darte todo, Gavi, mi marca, mi nudo, y te haré llevar a nuestros cachorros.—Murmuró Jude, su voz era un ronco susurro cargado de promesas mientras comenzaba a prepararlo con cuidado, sus movimientos llenos de amor y devoción.

Cada toque, cada caricia, era una declaración de su amor y su deseo de compartir un futuro juntos.

Gavi asintió, perdido en el placer y la necesidad de sentir más, de tenerlo todo. Cuando Jude finalmente estuvo listo para reclamarlo por completo, Gavi lo recibió con un gemido de pura satisfacción.

El alfa comenzó a moverse con un ritmo lento al principio, queriendo asegurarse de que Gavi se sintiera cómodo, pero la pasión entre ambos no tardó en desbordarse. El sonido de sus respiraciones entrecortadas llenaba la habitación, cada suspiro y gemido se mezclaba con la pesada atmósfera de deseo que los envolvía.

La habitación se llenó de los sonidos de su unión, de sus respiraciones entrecortadas y susurros llenos de deseo. Jude se inclinó sobre Gavi, besando su cuello con una devoción casi reverencial, sabiendo que pronto sería el lugar donde dejaría su marca, un símbolo de su amor y compromiso eterno.

Los labios del alfa recorrían la piel suave y cálida de Gavi, dejando un rastro de fuego a su paso, preparándolo para el momento en que lo marcaría como suyo para siempre.

Cuando sintió que Gavi estaba al borde del clímax, Jude aceleró sus movimientos, asegurándose de que el omega llegara al punto máximo de placer.

El cuerpo de Gavi se tensó bajo él, su espalda se arqueó, y con un último embate, ambos se dejaron llevar por la oleada de éxtasis que los envolvió, sintiendo cómo sus cuerpos se unían en una perfecta sincronía, como si hubieran sido hechos el uno para el otro.

Y en ese momento, justo cuando ambos alcanzaron el clímax, Jude mordió suavemente el cuello de Gavi, dejando su marca imborrable, reclamando a su omega de la manera más profunda y significativa posible. Fue un mordisco suave pero firme, lo suficiente para que Gavi supiera que ahora pertenecía a su alfa, que no había vuelta atrás.

Gavi jadeó ante la sensación, sintiendo cómo su cuerpo y alma se unían a Jude de una forma que nunca había experimentado antes.

Cuando el alfa finalmente lo soltó, ambos quedaron tumbados en las almohadas y cobijas, jadeando y temblando por la intensidad de lo que acababan de compartir.

—Eres mío, Gavi. Y siempre te protegeré, siempre estaré a tu lado.—Dijo Jude con la voz entrecortada mientras acariciaba suavemente el rostro de su omega, sus ojos llenos de amor.

Gavi, aún temblando, sonrió con satisfacción y felicidad. Sabía que había tomado la decisión correcta al confiar en Jude una vez más. Sentía la calidez del alfa a su alrededor, el peso de su cuerpo a su lado, y la marca en su cuello que ahora lo unía a Jude de manera irrevocable.

—Siempre seré tuyo, Jude. Y estoy feliz de que sea así.—Murmuró Gavi, su voz era un suave susurro mientras se acurrucaba más cerca de su alfa, sintiendo el calor y la seguridad que emanaba de él, su corazón latiendo en sintonía con el de Jude.

Jude, acariciando suavemente el cabello de Gavi, se permitió un último pensamiento antes de sucumbir al sueño.

Haría lo que fuera necesario para asegurarse de que Gavi siempre estuviera a salvo, feliz y amado.

Mientras se sumía en el sueño, sintió que, finalmente, todo estaba en su lugar.













Una kaka ya sé, pero :





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