Había pasado el tiempo, Bingo y Dougie habían cumplido 14 años, Bingo siendo mayor por algunos meses, su amistad se había fortalecido bastante con el pasar de los años. Bingo, consiente de la condición de su amigo, había decidido aprender un poco de lenguaje de señas para poder tener charlas con él.
Dougie, por otro lado, había empezado a ver a Bingo de otra manera pero no sabía como describir aquel sentimiento que en él florecía. Bingo también sentía algo diferente en su corazón pero tenía incertidumbre sobre si le iba o no a decir. Temía que eso fuera a terminar con su amistad y así fue que ambos terminaron haciendo oídos sordos y no escucharon más a su corazón.
Ambos se preocupaban el uno por el otro como cualquier amistad lo haría, pero aunque claramente habían sepultado esas emociones en sus corazones por casi 2 años, no pasaría mucho tiempo para que sus mismos corazones empezaran a mostrar lo que ellos no querían decir.
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Dougie llegó con su mamá para preguntarle sobre qué podría hacer.
La señora Cavapoo comprendió bastante bien la situación por la que ahora estaba pasando su hijo ya que ella había pasado por una situación similar en su juventud con el padre de su hijo, mismo que había tenido la mejor idea de abandonarla a ella y a su hijo, algo que obviamente la hizo sentir impotente en un principio pero que al final ella pudo salir adelante. Su mente divagaria unos momentos más por aquellos momentos que vivió hasta que recordó algo que a su mente le vino.
"La vida es bastante corta y difícil como para andar negando lo que tu corazón y tu razón te indican, si dejas pasar la oportunidad, nunca sabrás si la decisión que dejaste pasar era la correcta o no por andar pensando en la posibilidad de que pudiese ocurrir algo peor"