Parte II

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Han pasado dos semanas desde que conocí a Benedict, y desde ese día no ha parado de estar en mis sueños, tampoco ha dejado mis pensamientos tranquilos. Puedo jurar que a veces, cuando todo está en completo silencio, puedo oír su gruesa voz. Ya sé, me estoy volviendo loca. Solo lo conocí por unas horas, pero creo que con eso basto para cautivarme completamente.  Ni siquiera intercambiamos números esa noche.

Sábado por la mañana, el día transcurría como cualquier otro fin de semana en mi vida: Aprovechar la mañana pintando, desayunar y almorzar al mismo tiempo, en la tarde me tomaba el tiempo para leer un buen libro y cenaba pizza tardísimo por la noche. Pero por ahora apenas iba por el paso de desayuno-almuerzo.

Mary me llamo a eso de las 2 de la tarde.

-       ¡Adivina quién te ha invitado a una fiesta esta noche! –me grito a través de la bocina.

-       No sé, tampoco es que me interese, estoy un po...

-       ¡Benedict!

-       ¿Qué? –casi me da un infarto al escuchar su nombre.

-       ¡Pues si! Me ha dicho esta mañana que te diga que estas invitada a una pequeña fiesta que hará en su apartamento.

-       ¿Estás hablando enserio? No vengas con bromas ahora, que no estoy de humor –gruñí al final.

-       Que no, no jugaría con algo así. ¡Que emoción! ¡Paso por ti a las 7! –y si más corto la llamada.

Ay Dios. ¿Qué me voy a poner? ¿Por qué Benedict me habrá invitado a mí? No es que fuéramos amigos o algo, apenas y llegábamos a conocidos.

Después de una hora matándome la cabeza haciéndome preguntas decidí que era momento de tomar una ducha y empezar a arreglarme. Me puse un vestido ceñido al cuerpo blanco con finas rayas negras que llegaba un poco más arriba de la rodilla, por lo que me puse unas panti medias negras con unos zapatos de tacón negros. Mi cabello lo acomode en ondas grandes para darle volumen, y mi maquillaje era sencillo pero bonito. Al ser las siete en punto el timbre de mi apartamento sonó. Mary. Tome una bufanda amarilla con rayas negras y mi abrigo favorito, y si: ya le repare el botón.

Nos bajamos del taxi y nos recibió una brisa friísima. El edificio era típico londinense, color ladrillo con ventanas antiguas pero muy bonitas.

-       Vamos, muévete. Ya de seguro están todos aquí. –me regaño Mary al verme atontada viendo la arquitectura.

Subimos las escaleras hasta llegar al cuarto y último piso. Los nervios me carcomían por dentro sin razón alguna. ¿Es que acaso le tenía miedo a Benedict pero no me había dado cuenta? La puerta se abrió y nos mostró al hombre que había capturado mis sueños unas cuantas veces.

-       Buenas noches, señoritas –sonrió de lado, acto seguido Mary lo abrazo y entra rápidamente. Entonces me doy cuenta que nunca le he preguntado a Mary como ha conocido a tan magnifico hombre.

-       Buenas noches, Benedict. Gracias por la invitación –le puse mi mejor sonrisa y me acerque un poco más a la puerta.

Me miro a los ojos unos segundos, yo me distraje con los colores que cambiaban en su iris, hoy estaban verde claro. La música y el griterío de adentro me saco del trance y baje la vista.

-       Pasa, es un placer que hayas podido venir. –me dijo luego de aclararse la garganta.

Pase al apartamento, y wow. Era muy lindo. Era moderno pero a la vez con ese toque antiguo. Una mezcla que personalmente me encantaba. Me di cuenta que habían muchas personas, me había hecho la idea de que solo irían un reducido grupo de personas pero esto me demuestra lo contrario. Todos los asientos estaban ocupados y apenas se podía escuchar algo con tanta gente conversando.

Estás enamorada. (Benedict Cumberbatch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora