Prologo

170 23 5
                                    

—¿Alguna vez les conté sobre mi familia?

El campamento en el piso 18 había sido establecido hace unos pocos minutos, finalmente nos deteníamos a descansar y llenar nuestros estómagos después de un día demandante dentro de la mazmorra. La fogata en medio de nosotros fue prendida con facilidad por Welf. Lili ya había repetido nuestros víveres y mirando atentamente les hice aquella pregunta.

—Ahora que lo menciona, Bell-sama... ¡No se nada de usted! —Declaro un tanto alarmada la mediana de la familia, Liliruca Arde. Creo que jamas se habia puesto a pensar en aquello, su rostro tenia una incredulidad sorprendente.

—¿A que viene esa pregunta, Bell? Es cierto que no lo has mencionado, pero... — Se detuvo a pensar unos segundos sus palabras mientras sujetaba su mentón con sus dedos —Supongo que por algo será, ¿No?

¿Hay alguna razón por la que jamas había mencionado nada?

—Creo que simplemente jamas había encontrado un momento para hacerlo. —Señale. Mis ojos se dirigieron casi instantáneamente a Welf. —He estado pensando mucho en ellos últimamente. Desde lo que sucedió con la diosa freya y los juegos de guerra, mi menta ha estado muy nostálgica. —No pude evitar soltar un suspiro pesado.

La guerra de familias contra la diosa Freya. Dudar de que versión de mi era la verdadera me había traido. recuerdos profundos de mi. Sus sonrisas, sus regaños, las pequeñas risas que me daba, la forma en la que discutía con el abuelo. Había pasado un mes y medio desde el fin de aquello, sin embargo, mi corazón no podía apaciguar nuevamente el calor que ella habia encendido en mi.

—¡Asi que es por eso que todo lo notamos raro, Bell-dono! —Proclamo Mikoto. Con una expresión casi como si hubiera sacado el jackpot en un casino, choco su puño con la palma de su manos.

—Creo que todos notábamos que había algo raro con usted, Bell-san. —Ryuu hablo con su tono calmado que la acostumbraba. Aun estaba algo impactado y sorprendido que nos acompañara a nuestras pequeñas expediciones como un miembro mas de la familia. Debía agradecerle mucho a Astrea-sama por dejarla cambiar de familia.

Solté un suspiro relajado mientras dejaba caer mi cabeza hacia tras para mirar el estrellado cielo que simulaba al verdadero paisaje nocturno de la superficie. La sensación que causaba en mi interior seguía siendo la misma que había tenido el primer día que lo mire cuando tuvimos que huir con prisa hacia el piso seguro del calabozo.

—Si fuese totalmente honesto, no sabría como resumir a mi hogar. —Miles de recuerdos impactaron en mi mente cuando menciones esa palabras. La melancolía me pego. —Mi abuelo era un hombre honesto, tenia un carácter único y alegre, aunque hacia enojar demasiado a mi madre. Ella es la mujer mas hermosa que siempre visto y a pesa de ser una fanática de la calma y el silencio, siempre hacia ruido cuando se trataba de mi. —Regrese mi cabeza hacia mi familia y seguí. —Los días eran increíbles a su lado, la hora de la comida era alegre a todas horas, cosechar los cultivos juntos realmente era tranquilizante, dormir abrazado de mi madre era como dormir abrazado a una nube.

Todos me miraban con pequeñas sonrisas en sus rostros, escuchando atentamente como si de un relato super interesante se tratase, supongo que el hecho de conocer mas de mi era reconfortante para ellos. Esta era la primera vez que contaba un poco de mi pasado.

—El primer día que conocí a mi madre yo tenía 3 años. Ella recién había terminado de hacer algo sumamente importante en Orario, me había dejado a cargo de mi abuelo. Al menos eso me dijeron los dos. —Respire profundamente para no quedarme sin aire. —Mamá tenía una extraña forma de ser conmigo, a veces era ruda y cortante, a veces tranquila y calmada, otras tantas se dejaba llevar por las travesuras que un niño podía cometer.

El calor que mi madre siempre me hacía sentir había regresado a mi una vez más, agradable, uniforme, tranquilizante. No era igual al de una fogata o al que podían generar los calentadores con piedras mágicas, era único y especial de manera incalculable.

—¡Eso es muy lindo, Bell-sama! ¿Donde viven ellos? ¡Me encantaría conocerlos!—La voz emocionada de Lili me hacía regresar a mi realidad.

El calor se volvió a apagar.

No sabía que cara le estaba poniendo a Lili para hacer que su preocupación comenzara a mostrarse de esa manera en su rostro. No quiero que vean un rostro tan doloroso en el capitán de su familia.

Mi abuelo había muerto cuando cumplí los 14 años de edad, lo que me dijeron los cuidadores del pueblo en que vivíamos es que había caído de un risco al tropezar, eso no sonaba como mi abuelo. Al principio, no quería creerlo, no quería aceptar que la última familia que aun estaba a mi lado había muerto, eso impulsó mi decisión de partir a Orario.

Y mi madre...

En realidad no es mi madre biológica, es mi tía y yo su sobrino, sigue siendo una madre para mi, ocupo ese lugar en mi corazón, jamás podría negarlo o tratar de olvidarlo. No se donde esté ella, ni mi abuelo pudo darme una respuesta cuando le pregunté llorando y haciendo berrinche porque mi madre me había dejado atrás. Le supliqué y le supliqué que me llevara con ella, esa noche lloré hasta dormirme con sus palabras en mente.

"Se paciente, mi niño. No se cuando será ni donde pero volveré por ti, te encontraré . Es una promesa"

7 años habían pasado desde ese momento. Y a pesar de que mi mente se había rendido con volverla a ver, mi corazón aún seguía esperándola, como el mismo Bell Cranel que ella había dejado atrás. Conté y cuento los días creyendo que finalmente será el día.

Extraño a mi madre.

—Ellos están lejos. En un pueblo alejado de Orario. Madre no quería que fuera un aventurero así que decidí escapar de casa. —Mentí descaradamente a mis amigos. No quería que la vieran con una mala madre.

El ambiente se relajó un poco, todos parecieron comprender ello e incluso recibí unos cuantos regaños de parte de Ryuu.

"No puedes hacer preocupar así a tu familia, en cuanto puedas ve a visitarlos."

Eso fue lo que dijo, amenazante pero relajada, una extraña mezcla que hizo sacudir todos mis nervios ante el aura de la aventurera de nivel 6.

Welf recargo el fuego por última vez. Eso mantendría vivo el calor mientras conciliábamos el sueño, mañana sería un día agotador al negociar con el gremio y distintas familias los objetos valiosos que habíamos conseguido. Debíamos dormir bien. Lili siempre dice que el papeleo es lo más cansado de las expediciones.

Mire atentamente el fuego, los segundos se convirtieron en mis minutos y esos minutos en una hora, todos los demás pudieron dormir sin problemas. Una sensación ahogada en el pecho me hacía imposible el seguirles el paso. Sabía lo que era, una pequeña lágrima resbaló por mi mejilla al reconocerlo.

—Te extraño, tía Alfia...

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora