CAPITULO 8

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Oswald miraba por la ventana, Barbara estaba a su lado y ambos veían como un grupo de matones golpeaban a otro tipo con palos y garrotes. Nada que los impresionara, pero una razón más para querer largarse de Gotham.

Ahora, ambos tenían vientre notorio, Oswald recientemente había descubierto que tenían casi las mismas semanas, ambas siluetas llevaban consigo la curvatura que delataba su estado.

– Una vez conocí a un chico embarazado – dijo Bárbara.

Oswald volteó a verla y luego regresó su mirada a la ventana mostrando desinterés, ya ha escuchado suficientes historias de hombres embarazados a los que les va terriblemente mal.

– Iba conmigo en la universidad, a todos les sorprendió que fuera uno de esos hombres –

Oswald aprieta los dientes al escuchar "uno de esos hombres" un término que lo tiene harto, como si se estuviera hablando de criaturas anormales, como si fueran inferiores a los demás hombres, como si fueran una atracción divertida de ver para las demás personas que los ven con morbo.

– Vaya, que interesa – dice Oswald, siendo totalmente sarcástico.

Lo último que quiere es oír a una mujer embarazada hablar de este tema, sabe que intentará rebajarlo a él y a su embarazo solo porque las mujeres son mejores para tener bebés según la "ley natural"

Se aleja de la ventana, y de Bárbara, Pero la mujer no tiene intenciones de dejarlo ir tan fácil.

– Todos en la universidad lo molestaban, y al parecer su pareja no quiso hacerse cargo, sus padres se avergonzaban de él – Bárbaro decía todo esto con demasiada calma, como si estuviera contando una anécdota graciosa y no la historia de un chico al que se le arruinó la vida.

Oswald la ignoró, sentándose en su silla junto a su escritorio donde tenía unas pocas golosinas guardadas, era difícil conseguir algo para satisfacer sus antojos en ésta ciudad que se cae a pedazos, estaba esperando a que Barbara se fuera para poder comer tranquilo.

– Pero todos sus problemas se solucionaron cuando dió a luz– dijo Bárbara.

Oswald de repente volteó a verla, y Barbara pudo ver la intriga y la curiosidad en sus ojos.

– ¿En serio?– preguntó Oswald.

– Sí – dijo Bárbara con una sonrisa – Murió en el parto.

La sonrisa cínica de Barbara se agrandó al ver la expresión que puso el pingüino. Oswald estaba debatiendo si sacar su arma y volarle la cabeza ahí mismo, Pero se controló, respiró hondo y respondió con una sonrisa también.

– Que curioso, yo también conocí a una chica que quedó embarazada en la escuela –

–¿A sí? – preguntó Barbara con total burla, nada de lo que dijera Oswald iba a inmutarla.

– Sí, y algo parecido pasó en el parto – Oswald comenzó a caminar hacia ella, hasta quedar lo suficientemente cerca para susurrar – Solo que fue su bebé el que murió, y a ella le tocó vivir con eso.

Ahora era Bárbara la que lo veía con odio y él sonreía son burla, la mujer se alejó y tocó su vientre para después volver a sonreír, eta la sonrisa más hipócrita que Oswald había visto en su vida.

– Pues... Que bueno que no somos ellos – dijo Bárbara.

– Sí, que bueno –

Silencio y más miradas hipócritas por parte de ambos, la tensión fue rota por Ed entrando con múltiples papeles en las manos.

– Oswald necesito que tus matones me consigan seis baterías de auto –

– Ve y diles, yo estoy ocupado –

Pingüino bebé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora