CAPITULO 10

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Ambos miran las estrellas, la noche no es suficiente para ocultar los horrores que se viven en ésta prisión en la que se ha convertido la ciudad, aún con la poca iluminación, pueden ver perfectamente a las pandillas peleando, a los seguidores de Jeremiah creando caos, a los pocos policías que aún quedan tratando inútilmente de mantener algo de control.

Pero ellos prefieren centrar su atención en las estrellas, es sumamente extraño estar uno al lado del otro sin pelear o decirse algo hiriente, no han tenido momentos tranquilos desde hace mucho tiempo.

– Cuando tenía 10 años, supe que un vecino mío había quedado embarazado – Dijo Oswald.

Ed voltea a verlo, Oswald tiene la mirada fija en el cielo, hay poca iluminación Pero Ed puede jurar que las estrellas y las pecas de Oswald están alineadas perfectamente.

– Todos en el barrio lo instultaban siempre que lo veían, cuando su vientre comenzó a crecer el chico dejó de salir de casa –

Oswald relataba la historia con total serenidad, Ed observaba y analizaba cada movimiento del pingüino, intrigado, curioso, queriendo descifrarlo. La mano de Oswald acaricia su panza, Ed mira y su mano tiembla, queriendo tocar ese lugar redondo que sabe que alberga algo adentro, Pero retrae su mano, no va ha hacerlo.

– Los chicos de la calle bandalizaban su casa, recuerdo pasar por ahí y la palabra "PUTO" estaba escrita con pintura roja en la puerta –

La voz de Oswald se volvía más melancólica a medida que la historia avanzada, Ed notó eso, un tic en su ojo le dice que Oswald está herido. Llegan recuerdos de cuando todavía eran amigos, cuando cuidaba a Oswald, cuando lo consolaba por la muerte de su madre, cuando estaba ahí para darle un abrazo. Una parte de esos recuerdos quiere salir y consolar a este pingüino herido.

– Todos en el barrio hablaban pestes de él, hacían apuestas para descubrir quién era el otro marica que lo había embarazado, nunca se supo. Le pusieron todo tipo de apodos, los adultos mayores también hablaban mal de él, lo miraban con asco...–

Ahora Oswald ve el suelo, las estrellas parecen resentir su dolor, parecen haberse apagado. Ed nuevamente siente sus manos temblar furiosos, le cuesta controlarse y no ceder ante los sentimientos de hace años, cuando su amistad con Oswald era lo mejor que le había pasado. Debe controlar esa parte de él, la última vez que cedió, terminó embarazando a un hombre.

– Un día empezó a gritar y nadie sabía que hacer por él, una mujer se compadeció y llamó a la ambulancia, resultó que ya estaba en trabajo de parto, hubo muchos vecinos afuera de su casa intentando ver por las ventanas, todos querían ver cómo daba a luz un hombre, como si fuera un gran espectáculo –

La voz de Oswald dejaba la tristeza y comenzaba con la rabia, decía cada palabra con resentimiento como si fuera él el protagonista de esa historia, pero ¿quién dice que no lo es ya?

– Nadie supo el género del bebé, solo se supo que había nacido sano, las críticas no pararon ni los insultos tampoco, todos decían que un hombre de "ese tipo" jamás podría ser un padre, ¿Y sabes qué hizo el chico?–

Oswald volteó a ver a Nygma por primera vez en toda la noche, sus ojos enrojecidos por las lágrimas de impotencia, una sonrisa triste, un rostro que grita que está sufriendo.

–¿Qué hizo?– preguntó Ed.

– Metió al bebé en una bolsa y la arrojó al río, luego se colgó –

Oswald soltó una risa corta, irónica, dolida. Ed sintió su odio, su dolor, su angustia, todo a través de esa risa. Partes de recuerdos de Oswald llorando llegaban a él, cuando sufría por su madre y su terrible forma de morir, cuando se frustraba porque sus planes fallaban y luego era él quien decía palabras de aliento al pingüino, quien ponía su hombro para que el pobre alcalde de Gotham pudiera obtener descanso y confort.

Hay algo en su interior que golpea y raspa por salir, algo dentro quiere tomar a Oswald y decir palabras de consuelo, algo en él quiere regresar a los viejos tiempos.

Controlate Ed, la última vez que dejaste salir esa parte de ti luego ya no pudiste parar.

– Esa es la historia de un perdedor, de un fenómeno, una aberración en contra de la ley natural y del ciclo de la vida, y eso es lo que también soy yo –

Un par de lágrimas cayeron por las mejillas de Oswald, Ed resistió el impulso que tuvo de limpiarlas con él guante verde de su mano.

– No eres un fenómeno – dice.

– Lo he Sido toda mi vida, mientras a ese chico lo llamaban marica, a mí me encerraban en los baños de la escuela, ahora soy yo de quién hacen apuestas para descubrir quién fue el valiente que se atrevió a estar con un fenómeno como yo –

– No eres un fenómeno – dice viendo directamente a los ojos a Oswald por primera vez en mucho tiempo.

Oswald vió sorprendido como esos ojos cafés lo veían, sin un apice de odio, de miedo, de rencor. No como en el muelle cuando lo vió a los ojos con odio y luego le disparó, no como en sus peleas donde lo muraba con reclamo, lo veía como en aquellos tiempos gloriosos donde ambos eran aquel dúo inseparable que siempre han debido ser, como aquel día en ese auto dónde lo vió con total entrega.

– Eres inusual, eres algo nuevo que llega para mostrarles a esos insignificantes plebeyos cómo puedes tomar lo que tanto idolatran y transformarlo en algo diferente y brillante, eres algo extraño que llega a recordarles lo inútiles que son a comparación de las fuerzas mayores, eres tú esa fuerza mayor que ha venido a sacudir su patético mundo, eres ese ser fascinante que no encaja con el molde que ellos quieren, eres Oswald Cobblepot, nunca has sido normal... Cómo yo...–

La mano de Ed ya no puede retenerse más y se extiende tocando el hombro del pingüino, un toque muy sutil, banal, Pero Oswald tiembla al sentir esa mano enguantada sobre su hombro. Es como antes, como si su Ed estuviera de vuelta a como era antes, antes de Isabella, antes de los intentos de matarse el uno al otro, antes de convertirse en enemigos.

– Así que deja de compadecerte a ti mismo y haz lo que siempre haces, levántate y demuestrales quien es el jefe – dice Ed.

Luego Ed se levanta y se va, dejando a Oswald tan confundido y asombrado como nunca antes.

– Siempre haces lo mismo Ed – sonríe – Volteas mi mundo y mis sentimientos y luego te vas, siempre te vas.

Pero Ed se va, porque si se queda, esa parte que tanto lucha por reprimir saldrá y ésta vez no podrá volverla a ocultar.
















Me gustó escribir este capítulo, espero que también les haya gustado.

Nos vemos la siguiente semana, gracias por sus bonitos comentarios, me encanta leer lo que comentan.

¿Cómo ven a Ed? ¿Ya va cayendo?


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