De la guaira para Mérida 2/5

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¿Qué podemos pedirle a la vida?
A esa tan cruel y despiadada que solo quita lo que considera no puede ser tuyo o por tu condición social o porque simplemente quiere verte sufrir con lo que quieres tener y ella no te da.
Tal vez simplemente era que los seres humanos estamos acostumbrados a tener todo lo que queremos y que si no tenemos lo que queremos automáticamente todo es negativo para nosotros.
Eso o algo parecido me pasaba a mi, cuando estaba disfrutando de aquel regalo por mis años de trayectoria.
Mérida, siempre la había querido conocer, aquel frío que describían las personas ¿Era real?
Pues en cierta parte si.
Pero en mi mente se vivía un frío aún peor que el aquel que se encontraba fuera de ella.
Llegamos al parque zoológico chorros de milla, yo aún tenía el suéter invernal que me había colocado para salir de la guaira, pero al llegar al zoológico había decidido quitarme esa pesada prenda para poder apreciar el frío de ese lugar.
— No hace tanto frío —Dije a Ronald una vez tuve la oportunidad
—Cierto, solo hay un aire fresco—Me respondió.
Al entrar en el zoológico no era lo que yo esperaba quizás, era un espacio muy rústico, con espacios muy naturales para los animales.
A simple vista el zoológico estaba construido en un área muy natural, con un rio propio que abastecía al zoológico, y una diversidad tanto de especies como de plantas.
Apreciamos el oso Frontino por primera vez, el cóndor andino, águilas blancas y lo que nos parecía más impresionante de todo un león.
— Vengan chicos vamos a comer —Nos llamaron nuestros recreadores
El almuerzo como todas las comidas en Mérida eran muy deliciosas.
En este caso, dos hamburguesas para cada uno, con papitas fritas y refresco.
Jugamos un poco, eso nos sirvió para entrar en confianza entre compañeros de viaje.
En el zoológico tal vez mi parte favorita fue la tirolesa, nunca me había lanzado en una pero esta fue maravillosa.
También me gustó mucho el área de los anfibios, serpientes, ranas, muchos animales aterradores, aún me preguntaba como sobrevivían todos estos animales en el frio de Mérida.
La felicidad de todos en ese momento era muy notoria, pero se acabaría pronto, ya que nos iban a separar a todos de los grupos que actualmente teníamos.
...
—Vamos chicos llegaron los buses—Nos llamó Jesús, nuestro recreador.
Los grupos estaban conformados por 8 recreadores, cada grupo con entre 12 y 15 jóvenes.
El resto del camino debíamos llegar a la hacienda San José, a diferencia del grupo del año pasado quienes se hospedaron en un hotel 5 estrellas.
Si, la diferencia entre el primer intercambio y el segundo (al cual yo pertenecía) era muy grande, tanto de los lugares a visitar como de las cosas a obsequiar.
En el camino a la hacienda pudimos ver un poco más de cerca el casco historico de Mérida, el emblemático puente cerca del estadio, las vías de buses y trenes que acompañan esa ciudad.
Mérida era maravillosa.
Estaba comenzando a anochecer, muchos de nosotros ya teníamos sueño, y el acceso a la hacienda san José como el acceso a muchos lugares a dónde íbamos venía acompañado de muy ajustadas carreteras y peñascos.
Pero al llegar a la hacienda, nos recibió un frío abrumador.
Nos dejaron sentarnos en la cancha de futbol de la hacienda, con espacios muy verdes y naturales, nos hacían recordar mucho a galipan.
Pero el momento que no queríamos ver había llegado.
El jefe de los recreadores llamado Marcos se acercó a nosotros con una bolsa llena de papelitos con los logos de cada equipo, 8 equipos llamados: la azulita, la culata, la musuy, tapo caparo, los nevados, sierra nevada, la laguna de mucubaji y la laguna de urao.
Todos los grupos tenían recreadores diferentes y entre los 8 grupos debían competir para poder ganar un premio especial.
Al asignarnos nuestros grupos quedaron muchos en descontento.
Yo de la zulita pase a la culata, un grupo de personas muy apáticas que no les interesaba jugar nada.
Ronald siguió en la azulita, jean cayó en la laguna de urao y Alexander en caparo.
Conocernos entre nosotros no fue lo mejor, muchos aún estábamos molestos por estos cambios, otros simplemente no les interesaba.
Mi grupo no era el mejor, habían dos con los cuales había peleado en un pasado.
Al finalizar las presentaciones nos  recibieron con una fiesta, una fiesta de bienvenida con globos y pintura neón para disfrutar el cierre de nuestro primer día en Mérida.
Pero al pasar un rato de la fiesta, paso algo inédito, y es que en plena fiesta se va la luz.
Mérida siempre se caracteriza por estás fallas de luz muy recurrentes y la hacienda en dónde estábamos era tan natural que no tenía luces de emergencia.
Si, era un espacio muy natural por dónde pasaras, trataba de brindarte la mejor experiencia fuera de la tecnología, lo que más me gustaba era la zona donde siempre descansamos, era un espacio tipo Caney en dónde el césped natural acompañado de unos columpios y muchos árboles de plátano nos daban una hermosa sensación al estar allí.
Aquella noche nos iban a asignar nuestras cabañas de hospedaje.
Claro, todo era por grupo.
Teniendo en cuenta que yo no me llevaba muy bien con los de mi grupo decidí que no estaría en la misma cabaña que ellos, no pensaba aguarme el viaje y las vacaciones.
Aun sin luz un bus pequeño nos llevaría a la cabaña, si, era una hacienda muy grande, muchas cabañas y muchos lugares tenían kilómetros de distancia entre si.
—¿Con quién crees que te toque?—me preguntó Alexander
Si, estaba junto con él en el bus, íbamos hablando juntos
—pues con mi grupo lo más probable, Pero me pienso escapar, no me voy a quedar en la misma cabaña que ellos—le expliqué justo cuando estábamos llegando
—quedate en la cabaña donde me voy a quedar yo —me propuso
La verdad me pareció súper la idea, mi grupo iba gritando formando escándalo, incluso querían sobornar al recreador para que dejara pasar unas chicas a las habitaciones, claro el responsable de la culata no se dejó.
Aun no recuerdo muy bien su nombre y es que muchos nombres de Mérida aún se me hacen difíciles de recordar, pero aquella noche no me quedé en mi cabaña.
Entré junto con Alexander y Ramsés a la cabaña de tapo caparo, allí había una cama de sobra, Pero el problema es que esa cama sobrante estaba en la sala.
—no te puedes quedar aquí — insistió Alfonzo al darse cuenta que no pertenecía ni a tapo caparo ni a la musuy que eran las brigadas que estaban en esa cabaña.
Entonces llegó mi recreador y uno de los superiores de ellos, un flaco muy simpático, me estaba echando los perros me pude dar cuenta a lo lejos.
—no me voy a quedar con mis compañeros en la misma cabaña, no nos llevamos bien, y con uno de ellos tuve una pelea en mi colegio—le expliqué al superior (también olvidé su nombre)
—bueno Pero déjenlo dormir aquí, el chamo que queda en la sala que se pase para el cuarto de él — explicó el chico.
En ese momento mi mirada se iluminó, estaba muy feliz la verdad, poder quedarme con Alexander, Pero luego de eso salí a tomar agua, y allí estaba Alfonzo.
—mañana hacemos lo necesario para que te cambies a mi grupo— me dijo
Me pareció súper la idea, no quería estar con mis compañeros, aunque tampoco quería parecer tan rompe grupo, a si que este segundo día en Mérida lo iba a pasar junto con ellos, junto con la culata, trataría de quererlos y entenderlos.
Hice eso durante 2 años en el Juan José Mendoza, que lo haga 5 días en Mérida no quiere decir nada.
Esa noche aun sin luz, me bañé (suerte que la ducha tenía agua caliente) me cambié la ropa y me fui a dormir.
Si, en el lugar donde estaba la hacienda era al pie del parque sierra nevada, el frío que hacía en ese lugar era descomunal.
Nuestra habitación tenía una sola ventana, no tenía aire, era una cama litera y una cama matrimonial, Pero un con la ventana cerrada y la puerta cerrada el frío era casi de 5 a 10 grados.
El chico de afuera no quiso dormir con Alexander en la cama matrimonial, por tanto durmió con un colchón en el suelo, yo dormí en la muy ajustada litera de arriba y abajo estaba durmiendo Ramsés.
Se preguntarán con que soñé…
«no siempre tenemos lo que queremos y por eso reclamamos lo que no nos pertenece»
Soñé con la vida que deje en la guaira, si, aún me comunicaba con algunos, Pero ¿Y los demás que?
¿Acaso no tenían importancia?
Claro que la tenían, solo que en ese momento mi mente como en otras oportunidades se concentró en el viaje.
El sonido de la alarma a las 5 de la mañana nos hizo reaccionar.
Debíamos estar abajo a las 6 en punto si queríamos ganar puntos en la competencia (si ganamos puntos por levantarnos temprano)
Hice la labor higiénica de la mañana y salí junto con los muchachos, llevaba la camisa de Mérida, junto con el suéter de la guaira, mi suéter de invierno en el bolso que nos había regalado en el aeropuerto, un shorts debajo del grueso mono invernal, mis botas y mi gorra (faltaban los guantes)
Los compararía más adelante.
Al llegar al patio de fútbol que era donde nos encontrábamos siempre nos dividimos, alexander y Ramsés fueron con caparo, Jesús y mauricio se fueron en la musuy.
Yo, a la culata...
¿Dónde estaban?
Ni mi recreador había llegado aún.
Era inédito de que era el único grupo que no quería ganar la competencia simplemente querían que los llevarán a los paseos y listo.
Me sentía muy extraño, había pasado de un ambiente grupal en la cabaña a un ambiente solitario en el campo.
No me gustaba sentirme asi.
A la final si llegaron, cuando ya no ganaríamos puntos.
Nos formaron a todos y nos entregaron una pequeña tablita de madera (de eso dependía nuestra comida)
¿Cómo les explico?
Es que para poder desayunar en la hacienda San José debías entrar al comedor y pedir el desayuno con una pequeña tablita de madera.
Una especie de dinero natural.
Creo que sí nos estábamos excediendo un poco con lo natural, las arepas eran andinas, muy blancas y no las rellenaban, te dejaban en salado fuera de la arepa y los jugos naturales, una delicia no tengo de que quejarme.
Al desayunar fuimos una vez mas al campo de fútbol, era hora de subir a los buses.
Marcos el responsable general de todo el intercambio, comenzó a llamar grupo por grupo.
—bus número 1, sierra nevada y la culata—dijo marcos
Si, mi suerte iba de mal en peor, primero el grupo menos alegre, más odioso y poco carismático, segundo el bus más pequeño sin aire acondicionado.
(Gracias destino te agradezco por hacerme sufrir en silencio, espero que así mismo hagas cuando me toque matarte)
En fin salimos a nuestra agenda del día.
1: parque sierra nevada (el famoso teleférico de Mérida).
El más alto, largo, y moderno del mundo.
2: luego haríamos actividades en la plaza las heroínas muy cercana al teleférico
3: luego iríamos a la heladería Coromoto, la más grande del mundo con 1000 sabores de helado
4: luego iríamos a visitar el museo de ciencias y tecnología.
En el camino al teleférico mi grupo estuvo muy callado, nadie se metía con nadie, era una forma de socializar en silencio, sin embargo hice un amigo, perteneciente al grupo de sierra nevada, se llamaba Henderson.
Henderson era muy chévere, muy sociable, nada problemático, me encantaba su forma de ser y expresarse, hablamos cosas muy random en el camino, y hasta era muy lindo.
Entonces llegamos al teleférico, comenzamos a comprar guantes y gorros, yo solo me compré los guantes.
La primera estación llamada Mérida era muy grande, hasta parecía un centro comercial.
Lo bueno de ser del grupo de la culata es que pasábamos primero en todos los sitios a donde íbamos.
Hicimos esa fila descomunal para poder subirnos a una cabina, y sorpresa, la primera dama iría con nosotros.
Creí que estaría temblando del miedo, pero todo lo contrario, el camino me dió mucha alegría, iba grabando y tomando fotos de todo, me encantaba la vista estábamos muy alto.
Llegamos entonces a la segunda estación, llamada montaña.
—muy buenos días su atención por favor bienvenidos a la segunda estación montaña donde nos encontramos a una altitud de 2356 sobre el nivel del mar, todos los pasajeros me van a acompañar la siguiente cabina—nos recibió una de las guías del teleférico.
Un dato curioso, no podíamos tener nada de las prendas gruesas encima.
Yo solo tenía el mono, la camisa de Mérida y la gorra, el suéter de invierno, el sueter de la guaira y los guantes los llevaba en la mano, ya que debíamos irnos aclimatando en cada estación para que de sa forma no nos diera mal de páramo (mareos, vomitos)
Llegamos entonces a la tercera estación, el frío era muy diferente a cualquier otra parte, era un frío muy persistente, que a diferencia de la hacienda que podías sentir viento cálido en ocasiones, aquí no, en la estación Barinitas (estación 3) el frío estaba presente, la brisa era fría, lo que tocabas estaba frío.
La estación tenía un pequeño museo acerca del teleférico, aproveché de tomarme fotos junto con Henderson y fotos solo.
Entonces si, me monté el primer suéter (el suéter que nos habían dado en la guaira), también me puse los guantes.
—chicos vamos a la siguiente estación —dijo nuestro recreador
Si, la subida era como de 30 minutos más o menos, y en la subida a la 4ta estación la neblina nos cubrió la cabina, no en su totalidad pero si estaba muy nublado.
Al llegar a la estación 4 (olvide su nombre) nos pusimos la últimas prendas que nos quedaban luego de 3 minutos de recibir el frío del páramo.
Si, era un frío descomunal, que no se explicaba como podía haber tanto.
Luego de 8 minutos, pasamos a la cabina que nos llevaría a la última estación, picó espejo.
Al llegar a picó espejo nos recibió una estación muy elegante, arreglada y lujosa, con personas muy bien abrigadas, aún me pregunto como podían trabajar en condiciones tan frías.
Si, dentro de la estación no estaba el frío verdadero, el verdadero frio estaba fuera, en el espacio donde está la virgen de las nieves.
—ajooooooo— exclamé al sentir el fuerte frío helado que estaba en ese lugar
Se sentía como 50 cuchillos pasando por tu cuerpo, sin embargo no había nieve.
En Mérida no siempre había nieve, era en épocas muy precisas y con el clima adecuado, sin embargo el glaciar Humboldt estaba sufriendo un deshielo brutal.
Tomamos chocolate caliente, recibimos a los otros grupos, ronald me saludó, era bastante hermoso estar allí, me senté un rato en la estación junto con Henderson, salimos otra vez al espacio de la virgen de las nieves.
Muy hermoso todo.
La bajada fue más rápida que la subida, y para sorpresa de los grupos que venían bajando se fue la luz.
Por suerte para mí ya mi grupo estaba abajo en la primera estación.
Almorzamos y luego de almorzar nos fuimos a sentar en la plaza las heroínas.
Mérida era una ciudad histórica para Venezuela, Pero a la vez muy extraña y misteriosa, guardaba leyendas de la época de nuestra independencia.
No hicimos nada en la plaza, mi grupo se reusaba a cantar y jugar, por tanto nos fuimos directo a la heladería Coromoto.
Se me hacia muy difícil creer eso de los mil sabores, Pero aún así puse a prueba el lugar.
Henderson y yo entramos juntos, no era lo que esperaba (un espacio lujoso, gigante, lleno de gente) si tenía una decoración muy bonita aunque como no había luz casi ni se notaba, era una edificación muy antigua.
Pero en lo que la mayoría de jóvenes nos enfocamos fueron en los sabores, plasmados en un tablero sobre la pared.
—coco, caraotas, pasta con queso, dulce tentación, oreo, ajo, chino y nacho, ají picante—estaba leyendo la mayoia de sabores
—¿Cuál tu crees que sea mejor? — me preguntó Henderson en mi plena concentración.
—yo voy a pedir el de oreo, no pienso inventar mucho con los sabores — le respondí subiendo mis hombros.
Todos pidieron el de dulce tentación, menos Henderson y yo.
Durante todo el día le estaba pasando fotos a mi mamá de como iba mi estancia en Mérida, había llegado el momento de irnos, la luz había llegado y nos esperaba el museo de ciencias y tecnología.
—yo quiero ser
—¿Que quieres ser?
— ¡Yo quiero ser!
— ¿Que quieres ser?
—un trampolín
— ¿Para que?
— para que salten encima de mi
Si, la cosa en el bus ya estaba tomando confianza, ambos grupos, sierra nevada y la culata y sus integrantes estaban jugando, aunque jugaban cosas muy raras.
Sin embargo, yo trate de llamar un poco la atención, integrarme, a Henderson no le estaba gustando ese juego y lo entendía, era muy raro la verdad.
—yo quiero ser — comencé a jugar
— ¿Que quieres ser? — respondieron todos a la vez
—¡Yo quiero ser!
—¿Que quieres ser?
—un mecate
— ¿Para que?
— pa que me lo jalen
Si, un juego muy raro, de doble sentido Pero entretenido.
Llegamos al museo de ciencias y tecnología de Mérida, un lugar muy extraño, no tenía mucha pinta de museo Pero había que darle su oportunidad.
Nos recibieron con un conversatorio, entonces nos dividieron por buses y comenzamos a entrar a las instalaciones.
El tiempo en Mérida estaba un poco extraño, como si fuera a llover, esperábamos que no, eso nos arruinaría parte del viaje.
—bienvenidos chicos a la primera área del museo, aquí pueden observar los tipos de computadores que han existido en nuestra actualidad, ustedes se preguntarán cuál fué la primera computadora del mundo, y aquí la tienen — nos mostraron una maquina pero una verdadera máquina.
En ese salón habían muchos tipos de computadores y hasta robots
En la segunda área nos recibiría un experto en dinosaurios, si, dinosaurios.
Observamos diferentes tipos de dinosaurios, historia, ciencia ficción y animación, me encantó ese día en el museo.
—ahora pasarán a un área nueva en el museo—dijo el guía
Si, un área nueva, entramos entonces en el área sísmica.
Nos mostraron todo lo relacionado con la tierra y la ciencia.
Una piscina de globos, ilusionismo, realidad virtual, artes de decoraciones con globos y más.
Luego, nos fuimos a los buses.
Estaba muy cansado, eran las 9 de la noche, y nuestras deducciones sobre el clima no se equivocaron, había comenzado a llover.
Sin embargo en el bus, iba pensando en otra cosa, Henderson se había quedado dormido casi en mi hombro, y yo estaba respondiendo mensajes.
Muchos mensajes que me llegaban, felicitándome por el viaje, otros muy tristes porque me había ido.
Anthony me había comentado una publicación ese día, sorprendido porque no le dije que me iba.
Pero recibí un mensaje que no esperaba recibir, un mensaje de ese chico que me encantaba cuando me hablaba, como si un hechizo me hubiera arrojado.
Danny.

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