O2. ❛ línea roja ❜

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capítulo dos. línea roja.

EN LA OFICINA DE SENGOKU se respiraba la tensión. Sí, Nana había pospuesto su reunión con su abogado, pero aparentemente a él le urgía tocar cierto tema con ella.

—Vicealmirante Miyuri —dijo el licenciado en forma de saludo, asintiendo muy levemente con su cabeza.

—Licenciado —contestó la mencionada imitando su asentimiento.

Sengoku carraspeó y junto sus manos, luego las apoyó sobre el escritorio. —Miyuri, sé que detestas los procedimientos legales-fronterizos, pero para ti, es necesario estar al pendiente.

—Lo sé. Pero descuide, aún tengo tiempo para renovar mi licencia —dijo restándole importancia.

El licenciado intervino. —No, no es así. Su licencia expirará en una semana, y para que se haya renovado antes de tiempo, usted debió haberla tramitado hace tres días.

Nana se confundido ante eso, comenzó a hacer cuentas mentales y se dio cuenta que, en efecto, su licencia estaba por acabarse. ¿Qué significaba esto? Que sería removida de su cargo de vicealmirante en el Nuevo Mundo, y por consiguiente, de la Marina.

No es lo mismo para un infante, teniente o comandante el ser removido de su base, ellos solamente cambian de jefe y listo. Pero para un vicealmirante o almirante...

—Espere. Tiene que haber alguna forma de arreglarlo —dijo la rubia negando con la cabeza, intentando pensar en una solución para la situación.

Para ponerlos en contexto: Geográficamente, el Mar del Norte y del Oeste forman parte de la mitad del Nuevo Mundo, así como el Mar del Este y el Mar del Sur del Paraíso. Para que una persona nacida en el Paraíso pueda ejercer en el Nuevo Mundo, necesita una licencia tramitada por el Gobierno Mundial.

Nana nació en el Mar del Este, por consiguiente, ocupa dicho permiso para trabajar en la base que le corresponde del Nuevo Mundo.

—Escucha, Miyuri, estamos desesperados por que te quedes. Si te vas, Jul ascenderá a capitán y por consiguiente será el de puesto superior en esta base—dijo Sengoku mirando a la mujer, quien seguía pensando en busca de una solución. —Si hubiera alguna forma de que te quedes, la que sea...

¿Jul? ¿El mismo Jul que acababa de despedir hace un rato? Era inaceptable, sería humillante para ella. Además ese idiota no estaba capacitado para dirigir a una base.

Justo en eso, Rosinante abrió la puerta de la oficina del ala norte. —Vicealmirante Miyuri —le habló, aunque intentando hacerlo bajito para no interrumpir.

Los dos hombres y la mencionada se giraron a ver a Rosinante. Ella le hizo señas de que se fuera, pero el rubio continuó hablando. —Es que el almirante Kizaru está llamándola, dice que deben hablar por lo de la conferencia. Él se comprometió a llegar aquí en un par de horas, pero ocupa hablar con usted.

En eso, un click resonó en la cabeza de Nana.

Compromiso.

Claro, Rosinante nació en Mary Geoise, una ciudad que, al estar sobre la línea roja, se convertía en una frontera que delimitaba la separación entre el Paraíso y el Nuevo Mundo. Los nacidos ahí, tanto como sus cónyuges e hijos, tenían el derecho a ejercer sin importar en qué mitad del mundo se encontrasen.

—Ven —le susurró Nana a Rosinante, quien al no escuchar bien hizo una cara de confusion. —Que vengas —le dijo un poco más alto, aunque sin ser tan obvia.

Rosinante se confundió todavía más ante sus palabras, pero decidió atender a la orden de su jefa y entrar a la oficina, parándose a su lado.

—Caballeros —inició Nana. —Creo que hay algo que no han tomado en consideración. No renové mi licencia porque... porque Rosinante y yo...

El rubio solamente veía a Sengoku y al abogado escuchando las palabras de Nana, aunque seguía sin entender que pasaba.

—Rosinante y yo vamos a casarnos —declaró. Tanto Sengoku, como el abogado y el mismo Rosinante se giraron a verla, atónitos. —Así es, vamos a casarnos. Entonces... no necesito renovar nada.

Sengoku abrió la boca, como queriendo decir algo, titubeó varias veces antes de por fin poder articular palabras. —...¿Esto cuando pasó?

—Bueno, las noches interminables en la base, tres años trabajando juntos a diario, los cafés matutinos, las misiones... simplemente pasó —explicó Nana fingiendo una sonrisa, le dio unas palmaditas al rubio en la espalda, quien simplemente negaba con la cabeza. —¿Verdad... corazón? —preguntó Nana girándose a ver a su ahora supuesto prometido, quien se giró a verla.

La miró un par de segundos, casi preguntándole que qué mierda estaba haciendo con la mirada. Finalmente acabó asintiendo. —Sí... sí. Vamos a-... vamos a casarnos.

El abogado carraspeó un poco. —Espero de verdad que ninguno de los dos esté mintiendo. Entonces vayan lo antes posible a la oficina del gobierno que está en el Archipiélago Sabaody para que puedas tramitar tu permiso de cónyuge.

¿Por qué en el Archipiélago Sabaody? Sencillo, es la última isla del Paraíso, uno de los tres controles fronterizos además de la Línea Roja (Mary Geoise) y la Isla Gyojin.

Nana asintió con la cabeza y salió de la oficina, siendo seguida por Rosinante, quien tenía su mente en blanco ante lo que acababa de suceder.

Ambos caminaron en silencio hacia la oficina de la rubia. En el camino, Rosinante pudo notar como algunos infantes los miraban, algunos estaban confundidos, otros sorprendidos, otros atónitos, otros simplemente lo señalaban burlescamente. Aparentemente todo mundo se enteró de lo que Nana acababa de decir en el ala norte.

Al llegar a la oficina, Nana sacó su agenda para anotar que debía ir junto a Rosinante al Archipiélago Sabaody, como si nada hubiera pasado.

—¿Necesitas algo? —preguntó Nana al darse cuenta que su asistente estaba plasmado frente a ella, con mil dudas en la cabeza.

—Necesito que me explique qué acaba de suceder —contestó después de un par de segundos en silencio.

Nana alzó una de sus cejas. —¿En serio tengo que explicártelo? Necesito casarme contigo para adquirir el permiso de cónyuge y tener el tiempo suficiente para tramitar un permiso autónomo.

Rosinante frunció el ceño. Literalmente lo estaba usando y ni siquiera le había preguntado antes si estaba de acuerdo o no. —¿Disculpe?

—Si mi permiso expira y yo soy despedida, Jul se convertirá en tu jefe y te puedo asegurar que ese idiota solicitará tu cambio de tropa a la primera oportunidad que tenga porque se sentirá amenazado por ti. Entonces tú cambiarás de jefe, un jefe que no te conoce y el cual no te concederá tu deseo de ascender a comandante, al menos no en los próximos 5 años hasta que le demuestres que sí sirves —le explicó. —Pero descuida, cuando me den mi permiso, haremos un divorcio rápido y podremos sepáranos. Hasta entonces, te guste o no, tenemos que ser cómplices ¿ok?

Justo en eso, el del den mushi comenzó a sonar nuevamente.

—Atiende —dijo Nana, pidiéndole que contestara. Rosinante estaba simplemente plasmado, procesando todo lo que acababa de suceder.


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THE PROPOSAL  ❪ donquixote rosinante. ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora