En medio de las montañas, el bosque y las minas trabajadas con esfuerzo se encontraba el Real del Monte, un pequeño pueblo de Hidalgo lleno de historias de amor y misterio. La plata relucía en las vetas de la montaña, pero también brillaba el romance entre sus habitantes.
En el corazón de aquel lugar, se encontraban Quetzally y Uriel. Ella, hija del dueño de todas las minas de Hidalgo y él, un joven apasionado por la minería y la historia del pueblo. Se conocieron en una mañana soleada, cuando ambos estaban explorando los senderos alrededor de las minas.
Su amor creció entre las sombras de las galerías y las chimeneas de la mina, en medio del polvo y el ruido de los trabajadores. Pero su felicidad se vió amenazada cuando los ingleses invadieron el pueblo en busca de riquezas. Las calles se llenaron de extranjeros con sus aires de superioridad y sus intenciones codiciosas.
Quetzally y Uriel se aferraron con fuerza a su amor, prometiéndose apoyo y lealtad en medio de la tormenta que se avecinaba. Sabían que su amor sería puesto a prueba, pero confiaban en que juntos podrían superar cualquier obstáculo que se les presentara.
Fue en uno de esos días oscuros y llenos de incertidumbre que decidieron guardar sus recuerdos en una pequeña cámara fotográfica que Uriel había traído consigo. Cada risa, cada mirada y cada gesto de amor quedaron inmortalizados en aquellas imágenes, con la esperanza de que algún día pudieran revivir aquellos momentos de felicidad.
A pesar de la invasión extranjera y las dificultades que tuvieron que enfrentar, Quetzally y Uriel se aferraron a su amor como el oro a la tierra. En la cámara fotográfica guardaban no solo recuerdos, sino también la promesa de un futuro juntos, donde pudieran amarse libremente y sin temores. El Real del Monte seguía siendo testigo de su amor, guardando en silencio las historias de romance y valentía que habían florecido en sus entrañas.
Historia de Leasly Zavala