lustrous heart (vol 1)

Introus heart Cap 3

Solo veo un par de ojos brillantes, pero nada más. Presa del pánico, doy patadas y empiezo a gritar.

-- ¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude!

Todavía estoy luchando contra la persona que me está agarrando cuando la puerta se abre de golpe.

-- ¡Detente! Déjala ir. Ahora.

El desconocido hace un sonido de disgusto, y lo siguiente que sé es que me agarran de la cintura de nuevo y me lanzan antes de que puedan escapar. Justo cuando estaba a punto de golpear el suelo, Xiao me coge en brazos.

-- ¿Estás bien?

Asiento, aferrándome a él con fuerza -- S-Sí... Creo que estoy bien.

-- Quédate aquí, te seguiré...

-- No será necesario.

Emile aparece de las sombras, junto con otras figuras encapuchadas que se mueven rápidamente hacia la ventana.

-- Deja la persecución a nuestras fuerzas secretas quédate aquí y asegúrate de que esté a salvo.

Xiao asiente, me agarra con más firmeza mientras observa a Emile seguir a su equipo a través de la ventana. El silencio cae entre nosotros dos; mi corazón aún está acelerado.

-- Gracias, Xiao.

-- Como dije antes, esto es solo parte de mi deber.

Me mira, comprobando si me han hecho daño, pero aparta la mirada rápidamente. Incluso bajo la tenue luz de la luna, puedo ver que se está sonrojando.

-- Entonces, ¿me vas a dejar ir pronto?

-- Tu camisón...

Me miro a mí misma y entonces me doy cuenta de un desgarro en el escote de mi camisón que deja ver un poco más de piel de la que me gustaría. Un grito se escapa de mis labios mientras cruzo los brazos sobre mi pecho.

-- ¡D-Déjame cambiarme, por favor!

Me deja en el suelo y voy corriendo al baño para ponerme un camisón nuevo. Pronto regreso al dormitorio, aunque todavía estoy agotada. Xiao se sienta en el borde de la cama y por suerte no dice nada sobre el camisón, simplemente me hace señas para que me acerque.

-- He visto que los vendajes de tu muñeca se han deshecho. Déjame mirarlos.

Me siento a su lado y estiro el brazo. Estudia los rasguños de cerca, sus dedos recorren ligeramente la herida rojiza.

-- Parece que la herida se abrió, quédate aquí -- Va a un armario cercano y coge una pequeña caja. Xiao vuelve a sentarse, abre el recipiente y saca un ungüento que aplica sobre los rasguños.

-- ¡Ay! -- Retiro mi brazo por el dolor, pero Xiao me aprieta más fuerte, sosteniéndome firmemente.

-- Entiendo que duela, pero será mejor que que se infecte.

Respiro hondo, forzándome a aceptar la sensación punzante.

--Lo sé, lo siento...

--No lo sientas -- Dijo Xiao.

El silencio vuelve a llenar la habitación y, después de un rato, me he acostumbrado a la sensación del ungüento.