Capitulo 1

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El sol de la mañana, recién despierto, pintaba el cielo con trazos de color rosa y naranja mientras yo, Anya Evans , salía de casa con mi canasta llena de flores

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El sol de la mañana, recién despierto, pintaba el cielo con trazos de color rosa y naranja mientras yo, Anya Evans , salía de casa con mi canasta llena de flores. El aroma dulce de las violetas y lirios, cultivados con esmero por mi madre en nuestro pequeño jardín, inundaba el aire.

__Anya, ¿seguro que no quieres que te acompañe Elara? Podrías encontrarte con algún bandido__dijo mi madre, Aella, con preocupación en su voz.

__No te preocupes, madre. Estoy bien. Y Elara necesita ayudar a Isadora con las telas para el mercado.

__Tienes razón. Pero ten cuidado, querida.

__Lo haré, madre. ¡Ya vuelvo!__mis dos hermanas, Isadora y Elara, ya se encontraban en el mercado, vendiendo sus propios productos: tejidos de seda y joyas de cristal. Yo, prefería la compañía de las flores, sus colores vibrantes y el delicado perfume que transportaban.

Lyra, mi hermana menor de doce años, me dio un último abrazo antes de que yo saliera.

__ ¡Que tengas un buen día, Anya! ¡Espero que vendas muchas flores!, espérame iré contigo

__Gracias, Lyra.

Aeloria, nuestro reino, era un lugar mágico donde la naturaleza florecía con exuberancia. Los campos eran alfombras de colores, los árboles se erguían majestuosos, y el aire se llenaba con el canto de las aves. Pero la paz de nuestro reino se veía amenazada por los ecos de la guerra con Nerath, un reino envuelto en sombras y misterio.

Caminé por las calles empedradas, mi canasta colgando de mi brazo. Las casas con fachadas de madera y techos de tejas rojas se alineaban a ambos lados, creando un laberinto de colores y aromas. En cada esquina, un nuevo puesto de mercado ofrecía sus productos: frutas jugosas, pan recién horneado, cerámicas artesanales.

__¡Anya, mira! ¡Un nuevo puesto de panadería!__exclamó Lyra, que me había acompañado hasta el mercado.

__Ya lo veo, Lyra. ¿Te apetece una empanada de manzana?

__¡Sí, por favor!

Mientras nos dirigíamos a la panadería, un grupo de guardias reales se interpuso en nuestro camino. Su armadura reluciente y sus espadas brillantes reflejaban los rayos del sol. Su presencia imponente, rodeada de un aura de poder, me obligó a detenerme.

__Cuidado, Lyra__le susurré.

Uno de los guardias, un hombre alto y corpulento con un rostro severo, me miró con desdén.

__¿Qué hacen aquí, niñas? Apártense del camino.

Su tono brusco me hizo sentir pequeña e insignificante.

__Perdón, señor__ respondí con timidez___Solo íbamos a la panadería.

En ese momento, un joven salió de entre los guardias. Sus ojos azules, como el cielo de Aeloria, y su cabello dorado, brillaban bajo el sol. Su sonrisa, cálida y acogedora, me relajó un poco.

El reino de los espejos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora